Universitarias Jaime Breilh, pionero de la epidemiología crítica

“Ustedes, costarricenses, tienen que defender su sistema de seguro público como oro en polvo”

Un largo currículum acompaña al que hoy en día es uno de los referentes de la epidemiología crítica y la salud colectiva en América Latina

Un largo currículum acompaña al que hoy en día es uno de los referentes de la epidemiología crítica y la salud colectiva en América Latina.

Desde Ecuador, donde es rector de la Universidad Andina Simón Bolívar, Jaime Breilh viajó a nuestro país como invitado a impartir la lección inaugural 2017 en la Universidad de Costa Rica (UCR), en el marco del centenario de la Escuela de Enfermería.

UNIVERSIDAD conversó con Breilh sobre la epidemiología, la salud pública en la región, el sistema de salud costarricense y hasta sobre Internet.
Partiendo de que usted es uno de los pioneros de la epidemiología crítica, ¿cuáles son los principales postulados de esta corriente?

-La epidemiología es el campo de la salud que se preocupa en por qué y cómo se producen las enfermedades que afectan a grupos grandes. Por qué se produce el cáncer, por qué y cómo se produce la mortalidad infantil, por qué enferma un tipo de grupos y otros no. Ese es el tipo de problemas que atiende la epidemiología. Y es crítica porque hay una vieja epidemiología que se basa mucho en observar los fenómenos, contarlos, medirlos, hacer estadísticas, pero con una lógica de que los problemas están en las personas. El tema es que la salud no está solo en las personas, hay cuestiones que no son individuales, son hechos históricos, sociales, colectivos.

Se trata entonces de una rama de la epidemiología con un énfasis más social…

-Con un énfasis crítico. ¿Por qué se llama crítica? Porque criticamos la forma de ser de esta sociedad. Esta sociedad está organizada estructuralmente para producir enfermedades, para producir daños, para generar espacios malsanos. De eso somos críticos. Y hacemos una investigación que sirva para nuestro diálogo con las comunidades para hablar de cómo hacemos para cambiar esto.

¿Entre estas causas que menciona, tiene que ver el ritmo de vida que ha adoptado la sociedad actual, de mucho estrés?

Está vinculado a eso, pero el estrés a su vez es un efecto. El estrés no es explicación porque ¿por qué nos estresamos? ¿Qué es lo que hace que ahora vivamos en una sociedad de estrés? No es el estrés en sí mismo. El problema es que hay modos de vivir que están condicionados más allá de la voluntad de la gente. Soy una víctima de los condicionamientos sociales que me llevan a un modo de vivir estresante. Entonces el estrés no es una explicación, es un efecto de una sociedad que está organizada para ventaja de muy pocos que nos introducen en ritmos de vida infernales para generar mayores lucros y organizamos todo en función del negocio de esta minoría.

Hablamos de una desigualdad que caracteriza a muchos países latinos…

-Exacto. Eso es mundial. En Estados Unidos el 1% es el dueño del país y es el que define las cosas. Lo mismo pasa en América Latina. Tenemos unas élites que son las que tienen la propiedad de las grandes compañías y son los que imponen maneras de organizar la sociedad y todo está definido por eso.

¿Qué persigue el movimiento de epidemiología crítica latinoamericana? ¿Cuáles son sus objetivos?

-El movimiento que ahora le llamamos movimiento latinoamericano de salud colectiva lo que persigue es trabajar con la gente para repensar el derecho a la salud. El propio sistema de salud es muchas veces influido por intereses económicos de transnacionales que manejan medicamentos que inducen esta idea de que la salud es una mercancía que se vende y que hay que comprarla en algún sitio: o la compra el seguro social o la compro yo de mi bolsillo. Nosotros miramos la salud como un derecho inalienable. Y eso es una cosa que nuestras constituciones a veces teóricamente garantizan, pero en la práctica ese precepto constitucional no tiene una garantía real.

¿Cuáles son los cambios que más le urgen a los sistemas de salud latinoamericanos?

-En primer lugar hay que evitar que la salud se convierta en un negocio, que se privatice. Tiene que ser un deber de la sociedad garantizarlo. Y ese derecho se garantiza no desde un estatismo, sino que tiene que construirse por un tejido entre el sector público que cumple la garantía y la sociedad que tiene el derecho de participar para conducir las políticas. En ese tejido es que hay que establecer una nueva era en la cual realmente se recupere y no se nos vaya a venir encima una nueva oleada de neoliberalismo que nos haga perder el derecho.

¿Es entonces también una lucha contra el neoliberalismo que se opondría a estas ideas?

-Es que el neoliberalismo, ¿qué es lo que dice? Hay tres escenarios: el empresarial, lo público y la sociedad. Entonces dice que todo debe ser controlado por el empresarial y el repartidor nato de salud es el mercado. El mercado define y es el repartidor supuestamente perfecto. Y eso es una locura porque el mercado depende de la capacidad de compra y si la salud se ha hecho mercancía y yo la tengo que comprar en el mercado, la mayoría de nuestra población se queda al margen porque ¿quién tiene plata para pagar un tratamiento de un cáncer o de una enfermedad catastrófica? Entonces debe hacerse como en el caso de Costa Rica, que es un derecho público general universal, por eso ustedes, costarricenses, tienen que defender su sistema de seguro público como oro en polvo, porque han logrado una conquista que muy pocos países tienen.

Hablando de Costa Rica, ¿qué visión se tiene desde fuera del sistema de salud costarricense? Porque en el contexto actual existen muchas críticas de diferentes sectores dentro de nuestro país…

-Si bien es cierto que los hospitales y los recursos de tratamiento y diagnóstico son importantes, la salud es mucho más que eso. Costa Rica tiene de los mejores estándares latinoamericanos de salud. Por ejemplo, tiene una mortalidad infantil de nivel canadiense o europeo, no solo porque tiene un servicio público universal de cobertura, sino porque además han logrado imponer una visión de un desarrollo social en equidad, no perfecto porque son una sociedad que tiene contrastes de clase también; inclusive un visitante o un migrante tiene el beneficio del derecho. Eso es una maravilla, están adelantados en eso. Claro que cuando uno ve que hay colas para las cirugías, para las citas, pero eso es justo el problema de los mejores países. Precisamente porque está garantizado el derecho de todos y todos van a la demanda. Pero serían suicidas ustedes si por esa crítica no entienden que tienen algo muy avanzado.

Desde el punto de vista de la epidemiología que estudia las grandes enfermedades en colectivo, ¿cuáles son esas grandes enfermedades que están afectando a América Latina en este momento?

-Muchas que se nos están viniendo encima. Siguen las enfermedades infecciosas que nos han acompañado durante toda nuestra historia. Los destrozos que estamos produciendo en los ecosistemas hacen que los insectos transmisores de enfermedades vectoriales aumenten y tenemos entonces el dengue, el zika, el chikungunya, nuevas cepas de virus. Pero también se nos viene lo moderno. Estamos generando problemas nuevos como, por ejemplo, en el campo infantil, un repunte del autismo en todo el planeta. Y eso, aunque algunos quieren decir que el autismo está así por problemas genéticos, en el fondo yo sostengo que masivamente el autismo tiene que ver con la exposición de niños a los químicos. Y el otro gran campo que es la gran novedad: el mundo de la vida virtual, el Internet. Hay grandes problemas de salud que se están generando de descomposición social, cultural y de salud generados en el mundo virtual.

¿Cómo explicarles este último punto a las personas que con el auge de la tecnología cada vez está más cerca en la cotidianidad?

-Es que buena parte de la vida está conectada virtualmente. Si uno analiza para qué nos conectamos y qué hacemos cuando estamos conectados, se da cuenta de que nos altera el modo de vivir, nos individualiza, aunque tengamos una red de amigos en Twitter o Facebook. Eso es una conexión limitada y, en cierto modo, ficticia, porque es más una audiencia que una relación humana profunda. Entonces eso hace que por vía virtual se refuerce el gran problema de la civilización actual que es la soledad, la desconexión. Estamos enchufados en Internet pero estamos desconectados de muchas de las cosas que no circulan por Internet y que son cuestiones importantes de la vida de un país. Como todo, es contradictorio: es una maravilla tener esa tecnología y podernos comunicar, pero el mundo virtual no es otra cosa que un reflejo del mundo “real”. El problema es que reproduce las mismas inequidades.

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