Universitarias Daniel Cassany:

“Una cosa es navegar en una noticia, otra cosa entender”

El filólogo y lingüista catalán Daniel Cassany considera que, si bien hoy Internet nos lleva a leer más,eso no significa que lo estemos haciendo mejor.

Leer y escribir no son cosas fáciles y si bien hoy el acceso a la información es mucho más amplio que antes, no son tantos los que logran desarrollar estas habilidades de manera crítica y efectiva.

 

Ese es el criterio del filólogo, lingüista y doctor en Enseñanza de lenguas y literatura, Daniel Cassany, quien recientemente visitó el país como invitado de la Cátedra Unesco de lectura y escritura de la Universidad de Costa Rica, coordinada por el profesor Jorge Murillo.

Durante su visita, impartió el seminario “Escribir para ser académico”, además de un conversatorio sobre el nuevo programa por competencias de enseñanza en secundaria y una conferencia en la Biblioteca de Ciencias de la Salud.

Llama la atención esa actividad de “Escribir para ser académico”. ¿Hay que enseñarles a los académicos a escribir?

-No solo a los académicos, también a los profesionales, a todos. Escribir no es una actividad fácil. Los psicólogos creen que escribir tres páginas explicando si crees que Costa Rica tendría que subir más impuestos o no puede ser un tema de interés de toda la comunidad y conseguir que te entiendan todos los costarricenses es una actividad tan complicada como llevar la contabilidad de una empresa, diseñar los planos de una casa o una coreografía de baile. Escribir es realmente una actividad muy difícil, solo una parte de la gente consigue hacerlo y lo hacen después de mucho tiempo de estudio formal. La idea de que se aprende a escribir en primaria y que luego ya todo mundo sabe hacerlo, incluidos los académicos y los profesionales, es falsa.

¿De qué depende aprender a escribir?

– Hay que tener todo un conjunto de conocimientos sobre cómo funcionan los tipos de textos particulares en cada ámbito, y luego hay que tener un conjunto de habilidades relacionadas con el lenguaje que son muy sofisticadas. La persona que sabe escribir progresa profesionalmente, mientras que la persona con más dificultades para escribir, tiene más dificultades para progresar. Se necesita saber leer muy bien, es condición imprescindible pero no suficiente. Hay personas que saben leer muy bien pero que no saben escribir, pero no hay nadie que sepa escribir bien y no sepa leer bien. Para escribir hay que entender lo que se está escribiendo, si no lo entiendes tú, no lo va a entender otra persona.

El acceso a más información es ahora más fácil, ¿cuánto se han modificado nuestras competencias para leer y escribir?

-Básicamente lo que ha cambiado son las prácticas. Ahora leer y escribir es más accesible, pero más difícil. Uno tiene la sensación de que hace clic y ha accedido a información, pero darle sentido y significado es mucho más complicado, porque los textos no vienen de tu comunidad. Cuando vengo a Costa Rica y leo textos de aquí, las palabras las conozco todas porque soy lingüista, pero el significado no. La palabra “casado” sé lo que significa, pero aquí se utiliza diferente. Sé lo que es arroz y frijoles; pero aprender que arroz y frijoles es una cosa, que gallo pinto es otra y rice and beans es otra, ¿eso dónde se sabe? Los significados no radican en las palabras, los significados radican en la gente que utiliza las palabras, en las comunidades.

¿Se lee más o se lee menos ahora?

-Se lee mucho más. Hay muchas cosas que antes hacíamos hablando y escuchando, que ahora las hacemos leyendo y escribiendo, como el comprar un billete de avión, hacer la reserva de un hotel o hacer la compra del supermercado.

Estas nuevas dinámicas y las redes sociales van generando también nuevas formas de expresarse, subgrupos, y ahí nos pone de frente a los que defienden estos nuevos usos y los que se ponen más “puristas” con el idioma y piden que se escriba de la manera en la que se había establecido.

-Con Internet han cambiado los contextos de uso del lenguaje, entonces ahora podemos hacer una cosa que antes no existía, que es utilizar el lenguaje escrito para conversar. Todo lo que son los chats, la mensajería instantánea, son escritos no planificados, espontáneos, escritos en una pantalla pequeña, con teclado pequeño, con muchos errores, escritos con mucha prisa. Pero son comunicaciones privadas, son mensajes entre amigos, entre familiares. Entonces yo no creo que haya que preocuparse mucho por eso, no creo que nadie tenga que venir a decirme cómo voy a hablar con mis amigos, con mi madre o con quien quiera. La gente sí que tiene derecho a reclamarme a mí que yo hable un Español estándar que garantice que usted me entienda en esta conversación interdialectal, pero en la vida privada no es problemático. No hay ningún estudio que demuestre que este tipo de escritura perjudique a la gente, que perjudique el idioma o impida que la gente aprenda luego a escribir de manera estándar.

En general la gente discierne cómo puede escribir en un lugar u otro…

-Claro, así como si vas a una boda te vistes con corbata y si vas a una discoteca te pones unos jeans.

Dentro de esos usos del español estándar hay tendencias que piden nuevas formas para diversas reivindicaciones, como por ejemplo el uso de “los y las”, una “x” para reemplazar la vocal o un “@”. ¿Cómo valora usted esos usos?

-El lenguaje pertenece a todos, entonces si hay un grupo social que se siente incómodo con el lenguaje y quiere proponer una determinada manera de escribir que le parece más inclusiva, pues me parece que es respetable. Este malestar surge desde unas determinadas ideas y determinados reconocimientos. Es evidente que vivimos en una sociedad machista, no hay paridad de género, eso está claro.

Otra cosa es cómo las instituciones tienen que reaccionar a esto. Así como antes he dicho que nadie tiene derecho a decirme cómo hablar, yo tampoco tengo que decirle a una feminista que no use “todos y todas”, que haga lo que le dé la gana y asuma sus consecuencias.

Los lingüistas lo que argumentan es que no hay que confundir género gramatical con sexo y en el Español si “todos” no está marcado con un masculino, pues incluye a hombres y mujeres. Aquí hay una postura bastante clara al respecto. Pero eres libre de decidir si sigues la norma o no.

Los usos más complicados son la Constitución costarricense, o por ejemplo, ustedes los periodistas que tienen que decidir qué norma seguir. Pero aquí seguiría la norma de la academia y luego si hay algún estudiante que escribe una carta y la publican, pues le pueden respetar el “todos y todas”.

La persona que quiera significarse, buscará no seguir la norma para significar. Ocurre igual con la ortografía, no es un asunto de correcto e incorrecto, es un asunto de construcción social. Si pongo una arroba en “tod@s” es porque quiero ser diferente y alternativo.

En círculos, sobre todo académicos, hay una preocupación porque la gente lea más literatura. ¿Cómo se puede promover eso?

-Bueno esto es así porque siempre se ha asociado leer literatura con cultura e inteligencia. Una persona que lee es una persona culta. Pero no es tan sencillo, y con la evolución tecnológica menos, porque si pagando $4 tienes Netflix, tienes todas las películas que quieras, con un despliegue tecnológico fantástico, pues leer una novela tiene que gustarte mucho para hacerlo. En esto hay limitaciones, no puedes obligar a la gente en su tiempo libre a leer y obligar muchas veces es el peor camino para este uso. Hay que invertir mucho en literatura infantil, en los jóvenes.

También está la cuestión de cuánta gente efectivamente lee y entiende. Una noticia en Facebook la pueden ver pasar 500.000 personas, pero muchas menos entran a leer y muchos de los que entran no se quedan más de un minuto y medio leyendo. ¿Qué se puede considerar lectura en esas condiciones?

-Hay que relativizar esas cifras. Muchos dicen “tal video en canal de Youtube” tuvo tantos miles de reproducciones, pero eso no significa nada, es una medida epidérmica. Hay que contextualizar el dato, significa que esas personas han pasado por ahí, pero no sabes si han hecho más lectura crítica. También es decepcionante cuando uno se va a leer los comentarios de la gente y no han entendido o no han ni intentado leer la noticia, han hecho el comentario sin leer. Es un indicador de que el nivel está mucho más bajo. Una cosa es navegar en una noticia, otra cosa entender.

Esa población que lee y no entiende, ¿es una nueva forma de analfabetismo?

-Ya en los años 60 se desarrolló el concepto de “analfabeto funcional”, que una persona que tiene grado escolar, la imagen del tipo en Nueva York, que compraba el New York Times, que andaba un libro para ir a trabajar, pero no entendía nada, lo compraba porque formaba parte del hábito de vida. Leía los titulares, pero nada más.

Leer es difícil. Hace un tiempo, tras los atentados de Madrid, pusimos un grupo de 10 estudiantes universitarios a leer dos editoriales con posturas totalmente contrarias uno del otro, y al preguntarles nos llevamos la sorpresa de que cuatro dijeron estar de acuerdo con los dos. Les dijimos “pero no puedes estar a favor y en contra” y no lo entendían. Eran estudiantes universitarios, que habían entrado a nuestra universidad, con una nota de corte elevada… no es fácil leer críticamente.  Leer críticamente ahora es mucho más necesario.

 

 

 

Suscríbase al boletín

Ir al contenido