Universitarias Análisis en niveles de toxinas

UCR vigila seguridad de granos básicos para consumo en el país

Diagnóstico reveló baja prevalencia de toxinas cancerígenas en los alimentos y alta presencia de posible cancerígeno en maíz.

Luego de un diagnóstico de un año, y un estudio del historial de resultados de análisis de laboratorio para conocer los niveles de toxinas en los alimentos costarricenses, el Laboratorio de Análisis de Micotoxinas del Centro de Investigaciones en Granos y Semillas (Cigras) de la Universidad de Costa Rica (UCR) descubrió baja prevalencia de micotoxinas en los granos básicos del país.

Las micotoxinas son unas sustancias tóxicas, originadas por la presencia de un hongo, que afectan tanto a humanos como animales aun en bajas concentraciones. Actualmente, investigadores del Laboratorio estudian la presencia de ocho de ellas en alimentos tradicionalmente consumidos a nivel nacional como arroz, frijol, maíz y maní.

Una de las principales toxinas encontradas en los granos básicos es la aflatoxina, la cual a pesar de ser considerada el cancerígeno natural más potente, no debe preocupar a la población puesto que su presencia en los granos consumidos a nivel nacional es baja y está regulada por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

De hecho, la aflatoxina es la única micotoxina regulada a nivel nacional. Tanto el Ministerio de Salud (MS) como la industria alimentaria realizan muestreos de los granos al llegar al país o a las plantas de producción, donde por medio de un análisis químico se determina si el producto cumple con los límites de toxinas permitidos. Lo que no cumple, se devuelve.

Por el momento, los investigadores del Cigras han encontrado en las matrices analizadas que la aflatoxina tiene baja prevalencia en el país. Es decir, el porcentaje analizado que sobrepasa los límites establecidos -y que no ha llegado a su plato de comida- es bastante bajo.

Sin embargo, se ha encontrado una alta presencia de otra micotoxina llamada fumonisina, la cual está catalogada como posible cancerígeno y no está regulada en el país. Según el diagnóstico realizado durante el último año, existe una alta prevalencia de esta toxina principalmente en los granos de maíz.

Pero este dato no debe alarmar, pues se trata de un resultado preliminar luego de solo un año de análisis de muestras, y no significa que este maíz contaminado entre a Costa Rica o sea consumido por los costarricenses. Incluso, puede ser una particularidad de alguna cosecha en específico.

Por ejemplo, tanto las aflatoxinas como las fumonisinas son sumamente comunes en los trópicos, puesto que las condiciones climáticas son bastante favorables para el desarrollo del hongo que las ocasiona y solo la presencia de altas temperaturas y altos niveles de humedad, o incluso la presencia del Efecto Niño o el Efecto Niña, ponen a los cultivos en un mayor riesgo de ser contaminados por este hongo.

De igual manera, los investigadores del Laboratorio de Análisis de Micotoxinas instan a la población a no preocuparse demasiado, puesto que aún falta mucho material por analizar y hasta al momento no han obtenido un resultado contundente.

“Un año de datos no es suficiente. Así que una foto de un año no dice en realidad la historia, eso es algo que se tiene que estar monitoreando constantemente. Por el momento, el mensaje es que hemos encontrado pocas aflatoxinas y alta prevalencia de fumonisinas en maíz”, aseguró Adriana Murillo, investigadora del Laboratorio.

Además, agregaron que el propósito de esta investigación es generar suficiente información científica para motivar la creación de nuevas legislaciones y demás regulaciones que puedan contribuir al control de ingreso de estas toxinas al país y ayudar a las autoridades a ir un paso adelante en este campo.

“En Costa Rica solo las aflatoxinas están reguladas, pero como no hay ninguna alarma nadie dice nada, porque si usted no las identifica es como si no existieran. Nosotros estamos analizando la presencia de otras toxinas para que el país pueda tomar decisiones importantes”, declaró Diego Bogantes, investigador del Laboratorio.

En la misma línea, otro de los ejes del proyecto es darle al productor nacional soluciones que ayuden a controlar el impacto de estas toxinas en sus cultivos. Por esto, el Laboratorio inició una investigación para encontrar maneras de reducir este impacto a través de control biológico de plantas.

Los efectos de estas toxinas se pueden reducir, hasta cierto punto, de dos maneras: con control biológico y con mejoración genética.

Respecto al control biológico, existen prácticas agronómicas y de cosecha que se pueden aplicar, como escoger los granos, controlar el estrés en la planta, manejar de manera correcta los insectos en el campo y en el almacenamiento, y no alimentar a los animales con los granos que se desechan.

Esta última medida es de vital importancia puesto que los animales son bastante susceptibles a estas toxinas y, además, pueden transmitirse a los humanos por medio de la leche y la carne.

“Se quiere lograr una integración de toda la cadena productiva para que desde la parte de campo hasta el producto final, sea seguro. Con el estudio no solo queremos generar información, sino crear conciencia y generar información importante para la población, poder educar”, finalizó Viviana Madrigal, investigadora del Laboratorio.

El diagnóstico fue realizado en 250 muestras de granos, y fue posible gracias a un nuevo equipo de primer nivel que adquirió recientemente el Cigras, con el que ahora es posible para los investigadores analizar estos ocho tipos de micotoxinas al mismo tiempo.

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