Desde el inicio de la pandemia de SARS-CoV-2 la Universidad de Costa Rica ha desarrollado acciones e implementado programas y estrategias para atender las afectaciones provocadas por la crisis a la salud mental de estudiantes y personal, pero aún queda mucho por hacer para garantizar el bienestar integral de la comunidad universitaria.
Esta fue una de las grandes conclusiones del Foro “Respuesta Institucional UCR y Salud Mental”, que realizó la Facultad de Ciencias Sociales este miércoles 15 de julio.
En el espacio participaron la vicerrectora de Vida Estudiantil, María José Cascante; la presidenta de la Federación de Estudiantes (FEUCR), Jesenia Jiménez y el vicerrector de Docencia, José Ángel Vargas como expositores. Les acompañaron como comentaristas Catalina Chaves, ex-presidenta de la FEUCR y estudiante de Trabajo Social; así como Javier Tapia, director del Instituto de Investigaciones Psicológicas y la decana de la facultad, Isabel Avendaño.
Los tres panelistas enumeraron las múltiples iniciativas que se han implementado en el centro educativo, desde distintas oficinas y agrupaciones, para promover la salud mental, especialmente de la población estudiantil, pero también del personal docente. Sobre el personal administrativo, no hubo mayor énfasis.
Al inicio de la sesión la decana Avendaño destacó proyectos que se han implementado en Ciencias Sociales, desde las escuelas de Comunicación, Trabajo Social y Psicología, entre otros y destacó la importancia de estos proyectos que se han sostenido aún “en un contexto en que hay grupos que cuestionan la relevancia de la existencia de las ciencias sociales y ante proyectos legislativos que pretenden debilitar la universidad pública”.
Javier Tapia comentó que uno de los obstáculos para atender la salud mental de la comunidad es que tradicionalmente ha sido un tema olvidado y cuando se habla del tema, se hace a menudo desde una visión psicopatólogica que se enfoca en “la enfermedad” deja por fuera lo cultura y lo social.
En cambio, dijo, urge una visión “orientada al bienestar y a fortalecer los factores protectores de esta salud mental, como el amor en la amistad, en pareja, en familia y en la comunidad, acceso y oportunidad al trabajo, posibilidad de creación lúdica y de fortalecimiento de vínculos, con uno mismo y otros”.
María José Cascante comentó que los problemas de salud mental en el contexto pandémico no han sido un problema exclusivo de las universidades sino que es un problema generalizado que se ha agravado. Destacó que el modelo universitario es uno que aborda la salud a partir de la promoción de la salud integral, el autocuido, el aprovechamiento de capacidades individuales y colectivas, y que contempla el bienestar físico, social, emocional y espiritual de las personas.
Desde esa perspectiva, dijo, es que desde la vicerrectoría se han implementado, desde antes de la pandemia y con mayor interés actualmente, programas que abarcan deportes, actividades artísticas, apoyo psicológico, apoyos económicos, etc. Además, se ha trabajado en tres aspectos principales para brindar apoyo durante la crisis: ajuste de servicios y trámites, atención psicosocial y apoyos económicos.
Dentro de estos tres ejes se cuenta además la flexibilización de calendarios, adecuación de beneficios para becarios, y la creación de iniciativas como espacios de escucha, charlas, talleres, clases de yoga, relaciones interpersonales, autocuido, miles intervenciones terapéuticas grupales e individuales, y mucho más, en el marco de la campaña “Estamos con vos” en que participan también la FEUCR, la Oficina de bienestar y salud, la Oficina de divulgación e información y la Oficina de Orientación.
Jesenia Jiménez por su parte comenzó indicando que los problemas de salud mental no son nuevos, si no que se han profundizado con la crisis y que se trata de un problema estructural que nunca antes había sido priorizado “en la sociedad occidental, no solo en la UCR”.
Los mitos, estereotipos y presiones comunes sobre estudiantes, dijo, han afectado la salud mental de estos por mucho tiempo, lo que se agudizó con la pandemia. Históricamente, afirmó, ha faltado solidaridad, humanismo, empatía, buenas prácticas pedagógicas y respeto en el contexto universitario.
Según Jiménez a esos factores se ha sumado el peso de la crisis, la carencia de recursos y de preparación. En respuesta, comentó, desde la FEUCR crearon una Comisión de salud mental, realizaron un sondeo de salud mental, implementaron círculos de escucha, charlas, intervenciones en comunidad, seguimiento a casos en crisis en redes sociales, y mucho más.
“Nosotros consideramos que sin salud mental no hay aprendizaje” concluyó la representante estudiantil.
José Ángel Vargas, vicerrector de Docencia, comentó que muchos de los problemas que ha traído la crisis han sido a raíz de las adaptaciones para resolver los retos que presenta el uso de tecnología y las extenuantes jornadas de trabajo, tanto de docentes, como de estudiantes y autoridades.
“Ha habido una invasión de lo académico y lo laboral en el los espacios de ocio y al espacio familiar y así como los estudiantes sufren, gran cantidad de docentes enfrentan dificultades”, dijo.
Ante esto y a pesar de acciones que se han tomado, dijo, siguen presentándose dificultades, por lo que insistió en recomendar que los docentes desarrollen prácticas para gestión de emociones, partiendo de no “comparar su desempeño con lo que excelencia en otros contextos”, siendo flexibles consigo mismos y con sus estudiantes, tratando de equilibrar la docencia y la vida, y buscando un equilibrio entre su propio bienestar y el de sus estudiantes.
El jerarca indicó que ya se han realizado algunas actividades para docentes en este sentido y detalló que el próximo miércoles 28 de junio tendrá lugar el taller “Cámaras apagadas y silencio rotundo, cómo trabajar con el aula vacía”, para docentes.
Sobre las acciones implementadas, Catalina Chaves, quien compartió su perspectiva como estudiante y dirigente estudiantil, dijo que aún queda mucho por hacer y que esto se evidencia en recientes casos reportados de crisis por parte de estudiantes, especialmente, pero también de docentes.
Así, dijo, es necesario hacer una evaluación integral de los servicios de salud y de la calidad de la educación universitaria, brindar capacitación en intervención en crisis, dar seguimiento a las unidades académicas para “cuidar a las personas cuidadoras también”.
Además, propuso crear una línea de atención permanente para estudiantes y personal en crisis pues en casos extremos se recomienda llamar al 911, que tiene un horario restringido en el personal dedicado a estos temas. También recomendó reactivar la atención que brinda el Centro de Atención Psicológica del, con todos los protocolos sanitarios, ofrecer servicios de atención en salud mental al personal e implementar pedagogías saludables, con técnicas horizontales y colectivas, perspectivas más humanistas, fomentando la educación emancipadora y dando fin a la la pedagogía del miedo. “Aprender no debe doler” destacó.
A modo de cierre Javier Tapia reflexionó sobre la importancia de transformar las pedagogías actuales, que no sólo son “patriarcales, habitadas por un discurso de masculinidad hegémonica y no solo en temas de genero, si no de asimetrías insanas entre profesores y estudiantes”.
Las quejas, dijo “que llegan en chats, por correos, por los medios de comunicación”, devienen de las violencias estructurales que enfrenta la población, incluyendo formas de enseñanza aprendizaje que “parecen del siglo XIX, ni siquiera del XX”.
