Por amplia mayoría, la Asamblea de la Sede del Caribe de la Universidad de Costa Rica (UCR) decidió desterrar a la carrera de Marina Civil a partir del 2023, dejando al estudiantado en incertidumbre, pero también en alivio, tras años de denuncias contra la administración.
“A mí, personalmente, me alivia un montón, hay poco o nada voluntad de ayudarnos (en la Sede del Caribe). Marina Civil es una gran oportunidad para el país, que no han sabido aprovechar y lo han hecho ver como algo difícil, pero yo creo que solo no pueden manejar una carrera con tanto potencial”, dijo Melanie Correa, presidenta de la Asociación Universitaria de Estudiantes Limonenses (Audel) y estudiante de Marina Civil.
Tras anunciar el acuerdo, Juan Diego Quesada, director de la Sede del Caribe desde el 2018, acusó a las autoridades de la Sede Central Rodrigo Facio de entrometerse en decisiones “soberanas” relacionadas con la carrera al presionar por su reapertura en el 2023.
“Yo le dije muy sencillo al rector: si usted tiene que abrir esa carrera, ábrala usted y asuma todas las consecuencias, porque nosotros no vamos a repetir el error del pasado de abrirla sin las condiciones. Es una carrera muy delicada que tiene que estar todo como un reloj suizo bien aceitado, todas las condiciones bien dadas para que funcione”.
El vicerrector de Docencia, Felipe Alpízar, indicó que la decisión no significaba el cierre de la carrera, pero sí la no apertura de matrícula en el 2023, con expectativa a reabrir en el 2024, bajo la administración de una nueva Sede. Quesada duda esta vaya a ser la solución.
“Nosotros sabemos que ellos andan tocando puertas a ver quién quiere, como se dice popularmente, cargar con ese muerto. Han tocado varias regionales, sé de buena fuente que ha intentado incluso en la Facultad de Ingeniería. Nadie quiere eso”, mencionó Quesada.
Actualmente, la carrera de Marina Civil tiene alrededor de 60 estudiantes activos, principalmente, avanzados, en proceso de terminar cursos, prácticas profesionales y trabajos finales de graduación que no se verían afectados por la decisión, aseguró Alpizar.
“Don Juan Diego ha manifestado que él no quiere tener la carrera más y esa fue la decisión de la Asamblea que nosotros tenemos que respetar. Me parece que no hay voluntad de continuar con la carrera y nosotros no podemos ni queremos forzar la apertura de una carrera si la sede no la quiere sostener”, dijo Alpizar.
También, negó que hubiera “intromisión” o “coadministración” y calificó de ordinario dar apoyo a cualquier sede o carrera en tiempos docentes, recursos y acreditaciones: “Marina tiene una sensibilidad especial, es un genuino interés de apoyar a los estudiantes y a la región del Caribe”.
Sin embargo, Quesada dijo no entiende la sensibilidad, las “pasiones que despierta” o la “fijación” que tiene la Sede Central con la carrera y asegura que en temas relacionados con Marina Civil hay dos bandos “irreconciliables”:
“El personal es uno de los bandos en la Rectoría. La Rectoría había impuesto personajes extranjeros. Ahora le digo, nosotros no somos xenófobos porque son personas, son venezolanos. Y le advierto de una vez que yo estoy casado con una venezolana también y que mis hijos son ‘veneticos’, o sea, a mí no me pueden… el Rector, en su momento, me acusó a mí de xenófobo, pero lo que pasa es que a estas personas las impusieron desde arriba”.
Alpízar también niega los nombramientos impuestos: “La coordinación de la carrera, el nombramiento de los profesores, todo eso ha sido avalado o votado en Asamblea de Sede y otras por el mismo director. Sí, existieron algunas situaciones al interno de la sede que supusieron cambios de personas, pero eso, en ese caso, nosotros solo velamos porque se respete el marco normativo de la universidad y el marco laboral del país”.
Ambiente “tóxico”
El estudiantado coincide con Quesada en un punto: el ambiente en la Sede del Caribe se volvió tóxico. Los primeros aseguran que la administración impulsaba el odio hacia los estudiantes alegando que mancharon la reputación de la Sede.
“Yo quiero a la Sede y quiero a Limón, eso me genera tristeza, pero sacar a Marina Civil de la Sede me parece lo mejor, porque la sede no nos quiere, somos, en las palabras del director, unos ‘niños defectuosos’. Hay propaganda de odio hacia los estudiantes de la carrera por parte de profesores de otras carreras. Nosotros pedimos lo que nos merecemos y por eso luchamos, pero no como lo pintan ellos”, dijo Aaron Vargas, estudiante avanzado.
Coincide Correa: “Nos dicen malcriados por hacer valer nuestros derechos. Los que están en el estatuto no nos quieren porque exigimos lo que nos merecemos, una educación de calidad, pero nosotros sabemos que no es culpa de los estudiantes, sino de quienes no tienen la competencia para manejar la carrera”.
Quesada dijo que dentro de la Sede “le pusieron de apodo a esa carrera Pasión de Gavilanes” porque hacían “escándalos” y “novelas” para “magnificar” los problemas de la carrera.
“Los problemas eternos e históricos de esta carrera, que todo es apuntar a la Sala ‘cuartazos’, que todo eso apunta a denuncias, que todo apunta a demandas (…) la toxicidad aumentó, llegó un punto en que es intolerable y la asamblea decidió cortar por lo sano”, agregó.
Hilary Arroyo, secretaria de Sedes y Recintos Regionales en la Federación de Estudiantes de la UCR y estudiante de Marina desde el 2017, asegura que “la carrera tiene futuro, pero no en la Sede del Caribe, bajo el mandato de Juan Diego” y dijo le preocupa que el actual director busque la desaparición de la carrera.
“La responsabilidad ahorita es con los estudiantes que ya están y con los que quieren volver, porque muchos quieren retomarlo. La carrera tiene mucho que dar, pero tienen que hacerse las cosas bien y para nadie es un secreto que Juan Diego no la quiere y no la quiere dejar crecer”, lamentó Arroyo.
Historia tumultuosa
La historia de Marina Civil se remonta a hace más de una década, cuando, en agosto del 2010, la entonces rectora, Yamileth González, firmó un convenio marco con la Universidad de Cádiz (UCA) de España. En el 2011 se crea oficialmente la carrera, sin la aprobación de tiempos docentes, y en el 2012 se recibe a la primera generación.
Por la falta de requisitos necesarios para dar los cursos, validar el título a nivel internacional y permitir a los estudiantes ejercer tras su graduación se han interpuesto recursos de amparo, órdenes de restricción, se realizaron conciliaciones económicas y hasta se emitió un informe por parte de la Asamblea Legislativa.
La dramática historia de las decenas de estudiantes que, a lo largo de los años, han arrastrado cursos y pospuesto su graduación ha recibido constante atención de la prensa, manteniendo la presión sobre la administración de la Sede en resolver problemas de nombramientos, infraestructura y acreditaciones.
En el proceso, la UCR no ha escatimado en invertir en la carrera, por ejemplo, con la compra e instalación del simulador de navegación Full Mission, requerido en cursos avanzados y que resultó en una inversión de alrededor de $3 millones.
Sin embargo, el manejo de este simulador ha sido objeto de discordia entre la administración, bajo el mando de Quesada, y los estudiantes desde el 2019. Los segundos aseguran que la costosa infraestructura es manejada por personas no capacitadas, en parte, por actos de xenofobia de la administración hacia profesores extranjeros que la representación estudiantil ha valorado positivamente a lo largo de los años, como el español José María Silos, la venezolana Alejandra Ramírez y el venezolano Miguel Mejías.
“Nosotros fuimos para un curso que lo requiere y nos tiran cualquier cosa (en el simulador) ¿Cómo nos damos cuenta? Nos llevaron a navegar en un canal y no estaba hecho, mientras que antes el capitán Miguel Mejías pasaba día y noche en el simulador haciendo los ejercicios”, mencionó Arroyo.