Universitarias

¿Qué pasó el 12 de septiembre en la UCR?

Oficiales de la Fuerza Pública arremetieron contra estudiantes que bloqueaban una calle en San Pedro, pese a que ya habían abandonado el bloqueo.

No es usual que un periodista tenga que narrar lo sucedido en primera persona, pero esta es una de esas ocasiones en la que lo ocurrido lo amerita.

La noche del miércoles 12 de setiembre en las redes sociales de este semanario dábamos cuenta de un bloqueo protagonizado por estudiantes en la vía principal de San Pedro de Montes de Oca: en el cuadrante que forman las esquinas del Outlet Mall, el Banco Nacional, el parque y el templo católico.

Parecía una más de las muchas manifestaciones que vio el país desde el inicio de la huelga indefinida que los sindicatos del sector público convocaron contra la reforma fiscal, y que ese mismo miércoles había tenido un episodio convulso en los alrededores de la Asamblea Legislativa.

Para las 6:30 pm, el grupo de estudiantes que había salido del interior del campus Rodrigo Facio ya estaba plenamente instalado en su bloqueo de calle, cantando consignas contra lo que llaman el “combo fiscal”.

Con cautela, tres policías fueron los primeros en aproximarse y se mantuvieron viendo la escena por varios minutos. En algún momento uno de ellos se aproximó a uno de los manifestantes para decirle algo, pero rápidamente volvió a las afueras del bloqueo.

La cantidad de oficiales de la Fuerza Pública empezó a aumentar rápidamente: aparecieron varias motocicletas y un desfile de patrullas con sus sirenas y luces encendidas. El impacto en el grupo de manifestantes fue evidente y se reunieron para decidir qué hacer.

Sin embargo, las opciones no eran muchas, los uniformados se habían multiplicado y empezaron a retirar los objetos que daban forma al bloqueo mientras los estudiantes sin correr, pero con paso apresurado, empezaban a retirarse con rumbo al campus del que habían salido.

Hubo protestas e insultos, sí, pero no lanzamientos de objetos contra los oficiales como muchos se dejaron decir en las redes sociales para justificar el ataque policial.

Con el bloqueo disuelto y la calle habilitada, la Fuerza Pública se agrupó rápidamente y dejó clara su idea de no dejar ir a los manifestantes: un grupo de motorizados se apresuró a cerrar el paso a la altura de Il Pomodoro, mientras que el resto inició la persecución.

Algunos estudiantes lograron correr, otros sin saber bien qué hacer solo caminaban mientras se veían rodeados de oficiales que sin mucho pensarlo empezaron a golpearlos con sus macanas.

La escena fue dantesca, la fuerza desproporcionada, y tan poco claro tenía la policía a quién debía arrestar que incluso la emprendieron contra los periodistas que grababan la escena.

Cuando un periodista cubre manifestaciones u operativos policiales, la lógica dicta que se permanezca detrás de los uniformados pues se supone que ahí estará “más seguro”, pero lo que nunca pude prever fue que uno de esos oficiales se lanzaría a poner su macana en mi cuello para inmovilizarme.

“Soy periodista, soy periodista, ¿qué les pasa?” tuve que gritar para el que oficial me soltara antes de que otro que se aproximaba concretara su evidente intensión de pegarme. Me piden que me retire, pero me niego, muy seguro de mi derecho ciudadano a estar en vía pública registrando los hechos.

Luego me entero de que a la periodista de El Mundo.cr, Karla Pérez, también la agredieron para impedir que grabara; mientras que segundos antes del incidente conmigo, a otro manifestante también le bajaron el teléfono de un “macanazo” que hizo estrellar el aparato en seco sobre la calle.

De ese despliegue de violencia resultaron cuatro personas arrestadas: Estíbaliz Ríos, Emanuel Miranda, Carlos Esteban Garro y Steven Castillo, quienes fueron transportados en las llamadas “perreras” hasta la delegación policial en Barrio México.

Cuando los oficiales terminaban uno de los arrestos, ahí sí, empezaron a llover las piedras que algunos de los manifestantes encontraron al llegar a la línea del tren, a la orilla del campus, lo que obliga a los oficiales a retroceder, para luego reagruparse y perseguirlos, esta vez hasta dentro del campus.

Al llegar a la entrada de la Plaza de la Libertad de Expresión, justo al frente de las instalaciones del Semanario UNIVERSIDAD, lo que puedo captar es a varios oficiales a pie y en motocicleta saliendo del campus, mientras otros les daban la indicación desde afuera para que salieran.

Adentro, los policías habían perseguido a los estudiantes hasta el interior de la Escuela de Arquitectura, donde quebraron una puerta de vidrio en el incidente.

Con la policía fuera del campus, oficiales de seguridad de la Universidad de Costa Rica cerraron los portones para prevenir más enfrentamientos, pero nuevamente algunos manifestantes tomaron piedras para volvérselas a lanzar a la policía.

Lejos de retirarse, los manifestantes se quedaron en la Escuela de Arquitectura, intentando bajar las revoluciones y haciéndose las primeras preguntas sobre el paradero de algunos de sus compañeros.

Universidad indignada

Al poco tiempo apareció el rector de la UCR, Henning Jensen, para mostrar su molestia por la invasión al campus por parte de la policía, al no seguir los protocolos establecidos para coordinar con la seguridad interna cuando alguna acción es requerida.

La violencia contra los estudiantes y contra la Universidad hizo que rápidamente se convocara una gran manifestación para el día siguiente, que llenó el pretil universitario con estudiantes, funcionarios y docentes, así como representantes de las demás universidades estatales.

El desfile hacia Casa Presidencial fue gigante y a este se unieron algunos de los sindicatos para recordar que esta semana la huelga seguía clamando contra la reforma fiscal.

Finalmente, el presidente de la República, Carlos Alvarado, acordó con el Consejo Nacional de Rectores (Conare) y las federaciones de estudiantes iniciar una investigación sobre estos hechos de violencia.

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