Universitarias

Proyectos contra la desnutrición buscan financiamiento

Estudiantes de la UCR presentarán en Estados Unidos e Irlanda proyectos sobre poblaciones vulnerables como niños y mujeres embarazadas.

Tres proyectos de investigación de la carrera Tecnología de Alimentos, de la Universidad de Costa Rica (UCR), buscan financiamiento para participar en competencias internacionales. Los proyectos pretenden satisfacer necesidades alimenticias de poblaciones vulnerables de la región centroamericana y de África.

Dos equipos viajarán a Irlanda a la competencia “Food Science Students Fighting Hunger”, organizada por la Unión Internacional de Tecnología y Ciencia Alimenticia (IUFOST, por sus siglas en inglés).

En este concurso, cada participante plantea productos y tecnologías regionales para tratar problemáticas alimenticias propias de su país, con la condición de que sean altos en fibra y proteína y bajos en sodio.

Los productos que se presentarán son “Naji”, una premezcla seca para que mujeres embarazadas y en periodo de lactancia (dirigido a la Región Chorotega) en condiciones de pobreza extrema elaboren tortillas, y “Choco-crocos”, un cereal de desayuno desarrollado para combatir el hambre en niños con desnutrición en Costa Rica y Centroamérica.

Los estudiantes que conforman ambos equipos requieren de $3.000 para viajar y preparar sus muestras para la competencia, por lo que en este momento buscan patrocinadores. Si desea colaborar en este momento su cuenta conjunta es la 001-997671-0 del Banco de Costa Rica, a nombre de Aurora Ugalde Herrera.

Por su parte, el tercer equipo participará en la competencia “Developing Solutions for Developing Countries”, del Instituto de Tecnologistas de Alimentos (IFT, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, con el proyecto “Hamid”, una bebida láctea de larga duración diseñada para mujeres embarazadas en el norte de África.

Para apoyarse económicamente, este equipo logró obtener fondos del Colegio de Ingenieros Químicos y están en concurso para fondos de Vicerrectoría de Vida Estudiantil, la FEUCR y el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Además, la Escuela de Tecnología de Alimentos ayuda a todos los equipos con los materiales de producción y la Asociación de Tecnología Alimentaria (ASCOTA) les dio un fondo simbólico.

Para la competencia se revisaron 56 propuestas de 11 países y eligieron seis finalistas: 3 estadounidenses y 3 internacionales. Debido a que los otros dos clasificados son de universidades indonesias, el equipo costarricense no representará solo nuestro país sino a toda Latinoamérica .

En el 2015, la UCR participó en esta competencia con dos proyectos, los cuales obtuvieron primer y segundo lugares, lo que motivó a los estudiantes a participar en las competencias de este año.

“Ellos sembraron un precedente en la Escuela (Tecnología de Alimentos), porque antes no habíamos escuchado de las competencias. La misma profesora que los apoyó a ellos empezó a organizar a los estudiantes después de la primera experiencia”, explicó Aurora Ugalde, miembro del equipo de Choco-crocos.

En las competencias se establecen temáticas específicas para los estudiantes, según públicos metas que constituyen poblaciones vulnerables en temas alimenticios. Para la estadounidense se les pidió productos para mujeres embarazadas en el norte de África, mientras en la competencia irlandesa el producto debía “combatir el hambre en la región”.

“El hecho de que la competencia del UIFOST se pudiera aplicar en la región propia nuestra nos pareció más tangible que solventar el problema de otro continente, que no es menos importante, pero no nos identificabamos tanto”, mencionó Mariano Calvo, miembro también del equipo Choco-crocos.

Estrategias Nutricionales

Dos de los equipos dirigen sus productos a mujeres embarazadas o en periodos de lactancia, y explicaron la importancia de asegurar una seguridad alimenticia durante los primeros mil días de vida de un niño ya que esto evita problemas en su desarrollo físico y mental.

“La Región Chorotega es la que tiene mayores índices de mortalidad infantil y se sabe que es principalmente por la mala alimentación de las madres”, agregó Priscila Chacón, estudiante por parte del equipo de Naji.

En el caso de Naji, los estudiantes dirigieron la investigación a un producto que respetara las costumbres de consumo de la población; por ello, mantuvieron la harina de maíz como materia prima de la mezcla para tortillas. De esta forma se aseguran una fácil adaptación al producto, pues su sabor no varía demasiado al que están acostumbradas en la región.

El grupo de trabajo que viaja a Estados Unidos tenía como reto desarrollar un producto que solventara las deficiencias en calcio que tiene la zona norte africana, escogida por ser era menos conflictiva y en la cual vieron una aplicación del producto más probable. Para esto se analizaron los índices de natalidad materna de Sudán, las características de alimentación, costumbres, religión y legislación en cuanto a productos alimenticios.

“La competencia pedía que fuera alto en calcio, pero además tomamos en cuenta otras necesidades de las mujeres embarazadas, como el hierro, la vitamina A, la vitamina D y el ácido fólico”, explicó Ana Irene Bonilla, representante del grupo Hamid.

El producto Choco-croco, por otro lado, se desarrolló con doble funcionalidad; los datos lanzaron altos índices de obesidad en los niños de nuestro país, por lo que el cereal debía ser rico y alimenticio.

“Llegamos al cereal de desayuno porque descubrimos que muchos de los niños iban a la escuela sin desayunar y, además, se encontraban con una gran cantidad de cereales altos en calorías vacías”, explicó Laura Cubero, integrante del equipo Choco-crocos.

Para cumplir con sus propósitos, se utilizaron como materias primas el frijol negro –como sustituto de las harinas refinadas– y el afrecho, considerado un residuo en la producción de cerveza y utilizado para alimentar ganado precisamente por su alto contenido alimenticio.

Los estudiantes desean que sus productos tengan mayor alcance, de ahí que los han creado de forma que se adapten en otras regiones.

“En los demás países centroamericanos el consumo de tortilla es mucho mayor que en Costa Rica, por lo que creemos que es un producto con grandes posibilidades de expansión”, explicó Priscila Chacón sobre su producto Naji.

En el caso de Choco-crocos, los creadores consideran que su impacto incluso es mayor en otros países –porque en Costa Rica en realidad hay muy bajos niveles de desnutrición–, así que los materiales pueden ser producidos en otras regiones. Además, es un producto que puede adaptarse también para otras edades.

“Por ejemplo, Guatemala, que es uno de los países con mayores índice en cuanto personas con hambre, es el que consume mayor cereal de desayuno en la región. Las materias primas son reproducibles a nivel regional”.

Los tres equipos han validado los productos exitosamente con sus poblaciones o, en el caso de los sudaneses, poblaciones lo más cercanas posibles. Se evaluó su sabor y textura en comparación con productos similares en las diferentes zonas y el recibimiento en general, para medir la posibilidad de aplicación del producto.

Integrantes por equipo:

Choco-croco: Mariano Calvo, Laura Cubero, Roberto Navarro, Aurora Ugalde, Jannette Wu.

Naji: Fabiola Barboza, Valeria Benavides, Priscila Chacón, Marie Guier, Natalia Lau y Marisol Picado.

Hamid: Vanessa Córdoba Meneses Johan Jiménez Arias, Ana Bonilla Soto, Carlos Leandro Brenes, Oscar Hernández Ulate y Karla Murillo Trejos.

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