Universitarias UCR:

Preocupación por sobrecarga académica y por mantener becas agudiza crisis de salud mental en estudiantes

La falta de comprensión y de flexibilidad por parte de los docentes, así como la crisis económica que se vive en muchos hogares, hizo estallar una problemática que arrastra la Universidad desde años atrás.

A 16 meses del inicio de la pandemia en el país, el aislamiento, la preocupación por la sobrecarga académica y mantener las becas, entre otros factores, han agudizado una crisis en la salud mental de la comunidad estudiantil de la Universidad de Costa Rica (UCR).

El último año ha sido devastador para Costa Rica, no solo en términos sanitarios, sino también económicos y educativos, y la UCR no es la excepción: sus estudiantes alegan sentirse con ansiedad, depresión y estrés.

Nadie estaba preparado para que la Universidad se metiera en el hogar. Basta con leer las redes sociales o hablar con los alumnos para conocer la situación y escuchar la llamada de auxilio de esta población, que pide a las autoridades de forma vehemente, una mayor flexibilidad.

“Si tenés una institución que sigue haciendo como si nada pasara, ahí es donde se da el quiebre. Tenés profes que están auto afectados y aun así siguen autoexigentes y exigiendo al estudiantado como si aquí nada pasara, eso es lo que explota en estos momentos; la falta de flexibilidad, ajuste, y de pensar sistémicamente”, Carmen Caamaño, investigadora UCR.

Según datos de la Oficina de Bienestar y Salud (OBS) de la Universidad de Costa Rica los motivos de consulta durante el 2020 incluyen ansiedad (36%), síntomas depresivos (23%), síntomas mixtos de depresión y ansiedad (18,2%), estrés (7,4%) y problemas familiares (6,8%), entre otros. En el caso de la ideación suicida, pensamiento o gesto suicida, no se cuenta con una estadística sobre estos casos puntuales, por ser materia sensible, delicada y confidencial.

Sobrecarga académica y condición económica

De acuerdo con la directora de la Oficina de Orientación de la UCR, Patricia Fernández, la sobrecarga académica y la condición económica, entre otros factores, han agravado la salud mental de los estudiantes.

“Las causas son múltiples; la complejidad social y económica que está viviendo el país por la pandemia, eso ha agravado las situaciones de salud mental de los estudiantes que no necesariamente tienen una patología identificada”, indicó.

“(…) La carga académica, aspectos familiares, son algunas de las causas. Probablemente la carga académica con otros factores del entorno, condiciones de salud, de alimentación, de sueño de los estudiantes, lo económico, etc”, añadió.

A estos se suman la incertidumbre, la violencia intrafamiliar y problemas con parejas o amigos, situaciones que ya existían y se han hecho más evidentes durante la pandemia.

Fernández señaló que los problemas por el manejo de estrés y ansiedad se presentan en todas las facultades. Sin embargo, históricamente, existen carreras que han tenido “parámetros de exigencia distintos a otras carreras, y en este contexto de pandemia hace que eso se vea más pesado. Es muy homogéneo la cantidad de personas que consultan en una facultad u otra, es un problema parejo”.

De acuerdo con la Vicerrectoría de Docencia, durante la pandemia se han presentado cerca de 15 denuncias relacionadas con la evaluación y entrega de resultados de los exámenes, y la poca sensibilidad o empatía de los docentes en este período. (Foto: Archivo)

Semanas atrás, por ejemplo, los estudiantes de Farmacia alzaron la voz luego de que se diera una sobrecarga académica por acumulación de exámenes a final de semestre. Esta situación se dio por la negativa de los profesores de varios cursos avanzados a realizar exámenes virtuales, tras la decisión institucional de que se suspendieran las actividades presenciales en la UCR hasta el 27 de junio.

De acuerdo con datos de la Vicerrectoría de Docencia, durante la pandemia se han presentado cerca de 15 denuncias relacionadas con la evaluación y entrega de resultados de los exámenes, infracciones al reglamento de régimen académico estudiantil en aspectos de temas a tratar en las clases y cambio de reglas en evaluación durante el curso. A esto se suman quejas por la poca sensibilidad o empatía de los docentes en este período.

“Como seres humanos, lo que tiene que imperar es la solidaridad, la comprensión y la flexibilidad, sin que signifique que se va a ser menos exigente en el proceso educativo. Es simplemente aflojar un poquito, para suavizar un poco las cosas y alivianar el peso para docentes y estudiantes”, externó la directora de la Oficina de Orientación.

Según datos de la Oficina de Orientación, desde marzo de 2020 al 21 de mayo de 2021, se han atendido 1.152 estudiantes en consulta individual de Psicología (abordaje de afectaciones emocionales reactivas y crónicas) y se han realizado 4.546 atenciones por parte de los Centros de Asesoría Estudiantil (CASE), los Centro de Asesoría y Servicios a Estudiantes con Discapacidad (CASED) y la Casa Infantil Universitaria (CIU).

Preocupación por becas

En esa misma línea, la presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (Feucr), Jesenia Jiménez, indicó que el deterioro en la salud mental de los estudiantes ha existido desde siempre. No obstante, la pandemia las sacó a relucir. “Eso ya estaba ahí, ya había muchas situaciones que no se han solucionado en mucho tiempo”.

“Hay un gran componente en la calidad de la mediación pedagógica y la docencia que recibimos los estudiantes en la Universidad. El proceso de pasar de las aulas a la virtualidad no fue fácil para nadie; sin embargo, pese a que la Administración ha dado cierto acompañamiento a los docentes, no todos ellos están en la disposición o tienen las habilidades para pasar de lo presencial a virtual. (…) Tenemos muchos docentes también que ya se conocían por ser malos profesores, cuyos estudiantes dicen que no aprendían y los exámenes eran atemorizantes. Podríamos hablar incluso de cátedras per sé”, mencionó.

Según datos de la Oficina de Registro e Información de la UCR, los cursos que presentaron mayor cantidad de estudiantes reprobados, en la Sede Rodrigo Facio, durante el primer semestre del 2020 fueron Física General l con 266, Humanidades I con 240 y Biología General con 216.

En el segundo semestre, esta situación se dio principalmente en Precálculo con 491, Física General I con 442 y Cálculo II con 395.

Jiménez, quien es estudiante de Psicología, explicó que sin salud mental no se puede generar un aprendizaje, mucho menos uno que sea significativo. Esta situación provoca que no haya un buen desempeño académico, y de este factor dependen los proyectos de vida de muchos estudiantes, quienes quieren acceder a una pasantía, una beca, etc.

Sobre las becas, la presidenta de la Feucr indicó que este tema genera mucha angustia sobre los estudiantes, pues no saben cuándo llegará, cuál será el monto, e incluso tienen miedo de que se las bajen.

“Todos esos factores alrededor de la beca constituyen una relación dialéctica. A mí me estresa no saber el monto de la beca y ese estrés no me permite estudiar bien y entonces eso baja mi promedio, y eso me estresa porque me la pueden disminuir”, agregó.

A veces, según comentó, estas ayudas económicas se brindan a los estudiantes en fechas posteriores a las que por lo general deben pagar el alquiler de cuartos o apartamentos, y esto les genera mucha preocupación.

Para el próximo año se espera que exista un calendario de depósitos congruente con el ciclo lectivo universitario, y que estos subsidios se paguen cada mes, con el objetivo de que los estudiantes puedan pagar a tiempo sus responsabilidades económicas, indicó.

La presidenta de la Feucr externó también que desde administraciones anteriores la Vicerrectoría de Docencia ha dejado mucho que desear, pues “la gente no sabe dónde poner el límite entre la libertad de cátedra y poner en línea al personal docente”. Eso se evidencia en que algunos profesores realizan exámenes “asesinos”, o ni siquiera saben diseñar el programa del curso.

“Hay docentes que evalúan cómo quieren, con criterios subjetivos, y eso tiene mucha afectación incluso en el autoconcepto de las personas estudiantes. Eso se vuelve una bola de nieve. Ahora tenemos estudiantes que quieren cometer actos de autoeliminación porque su autoconcepto está destruido, porque los profesores no hacen más que decirles que no sirven para nada. Además de eso hay otras crisis alrededor; financieras, familiares, violencia, abuso, etc”, alegó.

La Universidad se metió en las casas

Para la investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UCR, Carmen Caamaño, con la pandemia, la Universidad se metió en los hogares y la vida universitaria se redujo a la mínima expresión de lo que debería ser. Esto genera una afectación sobre la salud mental.

Lo que se conocía como vida universitaria dentro de la UCR, pasó ahora a ser una comunicación a través de una plataforma virtual, y al envío y entrega de trabajos y exámenes.

Aunado a esto, la difícil situación económica que enfrentan muchos hogares por el impacto de la crisis sanitaria ha provocado la angustia del estudiantado, pues sus familiares han perdido el empleo.

“En la medida en que el estrés aumenta y se pierde el sentido de para qué estás estudiando, porque necesitás algo más inmediato, eso también genera mucho estrés y frustración”, indicó.

La investigadora agregó que, si la Universidad se convierte en un espacio hostil, demandante, aversivo, y los estudiantes no le ven sentido a esa demanda, podría también aumentar la exclusión educativa.

“Si tenés una institución que sigue haciendo como si nada pasara, ahí es donde se da el quiebre. Tenés profes que están auto afectados y aun así siguen autoexigentes y exigiendo al estudiantado como si aquí nada pasara, eso es lo que explota en estos momentos; la falta de flexibilidad, de ajuste y de pensar sistémicamente”, acotó.

Cambio estructural

Caamaño indicó que parte de la problemática actual recae en el hecho de que muchos profesores piensan que con solo quitar algunas lecturas es suficiente, y otros ni siquiera pueden comprender la situación que viven los estudiantes. En su criterio, la Universidad debe realizar un cambio estructural.

“Yo apunto a la necesidad de revisar el modelo de Universidad que tenemos en todos los planos, no solo en el término pedagógico, que tenga una visión más transformadora del estudiantado. Hablamos de una universidad humanista y crítica y lo menos que se está fomentando es eso, porque se atiborra al estudiante de un montón de materia”, explicó.

Desde su punto de vista, se vuelve necesario hacer una autoevaluación en términos del impacto social que puede tener una carrera, así como de los procesos educativos que se llevan a cabo dentro de esta.

A esto se suma realizar una revisión del modelo de contratación de la Universidad, pues en la medida en que haya más precariedad laboral, se le limita al profesorado hacer crítica dentro de las Escuelas. “Con la precariedad laboral, se va la libertad de cátedra”.

“Tenés situaciones de acoso y de crisis de salud mental que parecieran son separadas, pero todo confluye en una universidad que no atiende el bienestar de las personas y que más bien encubre a una serie de personas que están en puestos de poder que no toman decisiones. Me parece muy bien que la Vicerrectoría de Vida Estudiantil esté planteando alternativas, pero si eso no va en la línea de cuestionar todo un sistema, solo se está poniendo curitas”, finalizó.


Estudiante de Psicología. Incontrolable ansiedad

Los trastornos de ansiedad se han convertido en una constante para muchos estudiantes de la Universidad de Costa Rica. Ese es el caso de Ana, (nombre ficticio para proteger su identidad), una estudiante avanzada de la carrera de Psicología, a quien la virtualidad le ha provocado distintas crisis.

“Yo descubrí que estaba padeciendo de ansiedad finalizando el 2019, y para mi tragedia se vino la pandemia, y todo el choque de la virtualidad fue traumático, prácticamente. Somaticé todo lo psicológico, empecé a sufrir distintas situaciones físicas, tuve un derrame en el ojo, tuve contracturas crónicas, además los padecimientos que ya tenía aumentaron en periodicidad, y me dio hipertensión”, mencionó.

La ansiedad, según comenta, es incontrolable. A veces se encuentra realizando trabajos y debe parar, pues “no le entra la información”, los factores aleatorios o el ambiente le generan preocupación.

Estas dos últimas semanas del semestre le angustian, aseguró, pues en este corto período le evalúan hasta el 50% de cursos en la mayoría de los cursos. A esto se suma la preocupación por mantener la beca.

“(La beca) también aporta a la ansiedad, porque vamos llevando los cursos por obligación, porque si lo dejo botado puedo perderla. Se genera una carga extra”, añadió.

Finalmente, Ana señaló que muchos de los profesores no han sido comprensivos ni flexibles durante esta crisis sanitaria que afronta el mundo. Al inicio les dicen que lo serán; sin embargo, en el transcurso del semestre se topan con otro panorama.

“Es una contradicción del discurso. Al inicio del curso dicen que van a ser flexibles y comprensivos en el desarrollo, y que si sucede alguna situación les digamos para encontrar una solución, pero cuando lo hacemos no hay comprensión ni flexibilidad, te dicen que ya lo sabíamos desde el principio y que teníamos que organizarnos. Te dicen que comprenden que estás mal a nivel personal, pero aquí eso no aplica”, agregó.


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