El andar de la sociedad en la web aún es incipiente, y este nuevo mundo es complicado. Mientras los niños empiezan su vida digital más prematuramente, sus padres no siempre poseen el conocimiento necesario para instruirlos en el engorroso campo cibernético, pues ellos deben instruirse primero.
Ese es el objetivo de Jorge Flores Fernández, fundador y director de Pantallas Amigas, una organización enfocada en prevenir y sensibilizar sobre los riesgos de Internet, como ciberacoso, sextorsión, ciberviolencia de género y ciberbullying.
Flores es licenciado en Informática por la Universidad de Deusto, en España, autor de numerosas publicaciones enfocadas en promover la cultura de seguridad digital y frecuente conferencista en España, Europa y América Latina.
Pantallas Amigas se ha dedicado a trabajar en conjunto con instituciones estatales, gobiernos locales y universidades españolas, y sus proyectos han llegado a otros países gracias al éxito de su canal de YouTube, que cuenta con cerca de 97 mil suscriptores.
Recientemente, Flores participó en la campaña #ElegíHablar, elaborada por la compañía telefónica Movistar en convenio con el Ministerio de Educación Pública (MEP) y el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), para promover el uso responsable y seguro de Internet.
El fundador de Pantallas Amigas realizó charlas dirigidas a docentes del MEP y funcionarios del PANI, como parte de las actividades de lanzamiento de la campaña, que se divulgará en redes sociales, comerciales televisivos, vallas publicitarias y en la página web dialogando.cr, un sitio que brinda información sobre identidad digital, comportamiento apropiado al utilizar dispositivos tecnológicos y seguridad.
Jorge Flores conversó con UNIVERSIDAD sobre las prácticas a las que deben aspirar las familias para el mejor uso de nuevas tecnologías y los avances legales existentes en la compleja área de la seguridad en Internet.
¿Qué tan difícil es hacerles entender a las personas mayores que el Internet puede ser un lugar peligroso?
-El primer inconveniente es el desconocimiento. En segundo lugar, es una cuestión de bloqueo mental, en el sentido de que no tienen la información adecuada para interpretar cuáles son realmente esos riesgos, cuál es el origen del riesgo, por qué sus hijos pueden estar sujetos a él, y por último cuáles son las medidas que podrían adoptar para intentar evitarlos.
También habría que sumar la pereza, el mirar para otro lado, como es algo realmente nuevo, que requiere tiempo, que lo tenemos difuso y que a veces nos parece difícil, pues en ocasiones es más fácil mirar para otro lado y cerrar los ojos.
¿Ha crecido la conciencia sobre esta problemática en los últimos años?
-Sí, ha crecido. Llevamos 13 años en esta labor para que la gente sepa que hay problemas, para que se ponga a trabajar en ello, no preocuparse sino ocuparse. Ha crecido la conciencia, pero ocurre que por un lado hay más muchachos desde edades más tempranas usando celulares durante más tiempo, y junto con las ventajas que obtienen con ello también viene más prevalencia de los riesgos, y, por otro lado, hay conocimiento de que hay riesgos, pero estos son cambiantes.
Las redes sociales no han existido desde siempre y la posibilidad de emitir video online tampoco. Hay más conocimiento, pero también hay más diversidad en cuanto a los retos que se plantean y las posibilidades en que se manifiestan.
¿Cómo apelar a los padres de familia que regalan celulares a sus hijos para mantenerlos distraídos y luego se despreocupan de ellos?
-Hay muchos padres y madres que hacen jornadas de trabajo larguísimas y esto requiere una ocupación, requiere tiempo, y requiere también un esfuerzo, en muchos casos mental, por comprender y adaptarse. La tecnología ha venido acompañada de grandes oportunidades y también hay un precio que pagar. En este caso creo que no podemos cometer el error de renunciar a ayudar y tutelar a nuestros hijos e hijas en el entorno digital.
Es un espacio de socialización fundamental que no va a pasar de largo, por lo tanto nos ha tocado hacer ese esfuerzo. Debe haber un esfuerzo proactivo. Entiendo que realmente cuesta, pero hay que hacer un llamamiento a las familias a tomar esa responsabilidad.
¿Hay edades en las que definitivamente los niños no deberían acceder a Internet?
-Pueden entrar siempre y cuando estén debidamente supervisados. Pero si no hay una razón debidamente justificada, y conociendo la normalidad de los hogares y también del tiempo del que gozan los padres y madres, a una edad menor de 12 años se está en una situación que hay que prestarle mucha atención.
Creo que habría que hacer una reflexión: ¿Para qué estamos dando ese dispositivo a nuestros hijos? Imaginemos, a los 9 años, ¿para qué? Si lo que queremos es tener contacto con ellos hay otras herramientas, hay teléfonos que no son inteligentes y que sirven para comunicarse. No hagamos que la tecnología, la inercia y la presión nos impongan determinados procedimientos.
Vamos a ser inteligentes y usar la tecnología existente, que es amplísima y muy variada en la justa medida para aquello que necesitamos. No caigamos en el error de dar un smartphone asumiendo los riesgos sin sopesar que no compensan las pocas ventajas que se pudieran obtener.
¿Ha habido avances legales en cuanto a este tema? Principalmente en España, donde usted se ha especializado más.
-Sí, ha habido avances, no solo en España, también en diferentes países. En Argentina y en México se están logrando avances. La legislación se está adaptando a esta nueva problemática, sobre todo para proteger a las personas menores de edad. No son grandes y son lentas, pero son útiles.
Por ejemplo, ya ocurrió en España. Solo la aproximación a un menor con una presumible intención de intimar ya es punible legalmente. Esto antes no era así, había que demostrar que algo se había perpetuado. Ya es castigable por la ley esa aproximación con intenciones deshonestas. Otro gran avance que se ha dado es que, aunque ya era penado por la ley publicar imágenes íntimas ajenas, ahora se ha modificado la legislación para que sea un tipo penal mucho más fácilmente perseguible y más duramente castigado.
Casos como la pornovenganza son más fácilmente perseguibles y menos personas se atreven a cometerlo.
Pero todavía hay largo camino por recorrer en el campo legal.
-Sí, evidentemente, hay muchas lagunas. En primer lugar, hay una dificultad natural en la persecución de los delitos porque en esto pueden estar implicados diferentes países, lo cual ya es un reto, y además diferentes legislaciones, sería mezclar varias cosas a la vez. Por ejemplo, una empresa de un país con la legislación de otro, y los usuarios de un tercero. Esto representa una cuestión muy complicada.
En los demás aspectos de adecuación, por supuesto, hay nuevas situaciones que se están produciendo. Hay nuevas herramientas. Precisamente, sobre las propiedad de los objetos digitales que a veces alguien crea en la red. Por ejemplo, una separación matrimonial, hay objetos digitales compartidos, ¿de quién son? ¿Cómo se cuantifican?
Últimamente se han regulado más las cuestiones de las defunciones, qué pasa con esos perfiles sociales. Esto va muy rápido y los reglamentos en cada país tienen mucho camino por andar. Con Internet se abre un mundo todavía pendiente por regular.