Universitarias María Lourdes Cortés

“Es necesario visibilizar el cine de Centroamérica”

Tiene una ametralladora instalada entre la lengua y la garganta.

Tiene una ametralladora instalada entre la lengua y la garganta. Habla con una velocidad supersónica, pero mantiene esa ametralladora alimentada –perfectamente- de sus ideas y de un torrente de pasión que la desborda en dos, sus canales predilectos: el cine y la literatura.

Catedrática y profesora en la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica (UCR), María Lourdes Cortés es una de las grandes voces de la cinematografía costarricense y centroamericana.

Ha transitado el mundo del cine por muy distintas trincheras: investigadora, productora, escritora y sobre todo gestora audiovisual. María Lourdes tiene un doctorado en Estudios Ibero y Latinoamericanos de la Universidad Sorbonne Nouvelle-Paris III y entre otras muchas versiones de su pasado fue directora de Cinergia (Fondo de fomento al audiovisual de Centroamérica y el Caribe) y del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica.

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“Hay una separación muy fuerte entre los realizadores y los académicos. Entonces los académicos te pueden hacer un análisis divino de la película pero no tienen ni la menor idea de cómo se produce y viceversa”

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Tiene publicados ocho libros, acaba de ser designada Catedrática Humboldt y está preparando el Primer Congreso Internacional sobre Cine Centroamericano. Una poderosa voz en nuestras Conversaciones en el Campus.

Vos has vivido las diferentes etapas de la producción cinematográfica en el país. Antes uno decía “es que cuando se estrenó tal película…” y era una película cada tres o cuatro años.

-Eran acontecimientos. Ya no.

Ahora hay varias películas ticas al año…

-Somos muy pequeños pero sí, por lo menos tenemos una producción sistemática. Por dicha no hemos caído en lo que han hecho otros países centroamericanos, en hacer unas películas como de ver y desechar. Un poco lo que se le ha criticado a cierto teatro comercial acá. En ese sentido, más que una industria, tenemos una proucción sistemática. El problema es que eso no se puede asegurar hasta no tener una ley de cine, que ese es mi pleito desde hace mil años.

¿Cómo se financia el cine tico?

-Tenemos el Fauno (Fondo para el Fomento Audiovisual y Cinematográfico) que da el Gobierno, como medio millón de dólares más o menos. Luego, ha habido un proceso en los últimos diez años para ingresar a Ibermedia que es un fondo iberoamericano e intergubernamental para el que vos tenés que pagar $100 mil y luego ellos te prestan. El Gobierno entró a eso. Se hizo el programa de Proartes. Se empiezan a hacer una serie de tímidos apoyos al sector; sin embargo, no es suficiente. ¿Por qué? Porque digamos que viene equis presidente y todo se lo puede volar. Todo lo puede eliminar. No puede eliminar el Ministerio de Cultura pero le puede quitar presupuesto, no puede quitar el Centro de Cine porque ese sí fue creado por ley, pero no tiene un reglamento, entonces no tiene un fondo, no tiene nada.

¿Estamos lejos de generar una industria?

-Lo que hay es una producción que pasó de ser nueve largometrajes en el Siglo XX a…

¿Solo nueve largometrajes en el siglo XX?

– Sí y te advierto que estoy haciendo una trampa porque estoy incluyendo uno que tiene 40 minutos pero se estrenó en cine, en Raventós, etc, pero no es.

¿Cuál?

Elvira (1955). Y otro que está hecho en cine pero solo se pasó en televisión y es la puesta de Miguel Salguero. Pero si los volás, son siete en todo el Siglo XX y llevamos en 16 años, alrededor de 50. Y todavía hay otras que están por estrenarse.

¿Qué cambió de un siglo a otro?

-Cambió mucho. Primero, los modos de producción; es decir, los aparatos. Ahora vos podés hacer una película de buena calidad con una cámara pequeñita o hasta con un celular. El paso a lo digital fue clave. Cambió que ahora hay escuelas de cine en Costa Rica. Mucha de la gente que inició un proceso de producción con más entusiasmo, los que fundaron la Muestra de Cine y Video en Costa Rica, en 1992, es egresada de la Escuela Internacional de Cine y Televisión en San Antonio de Los Baños, Cuba (EICTV). Pero también muchos fueron a estudiar a los países del bloque soviético, otros a Francia e Inglaterra; es decir, todos querían trabajar en el asunto y ha habido más y más y más.

Están las muestras, las escuelas, nuevas tecnologías, y bueno, la Universidad hizo un énfasis en producción audiovisual, se funda la Véritas. Y luego -aunque yo sea la directora- Cinergia fue importante porque fue el primer fondo que financió y dio muchos apoyos a producción muy joven de Costa Rica.

En Costa Rica el cánon que pagan los canales de TV es ridículo y utilizan un bien público. Uno ve cinematografías con más tradición en Argentina, Brasil, Francia, y se pregunta: ¿cómo hacen para financiar ese cine?

-En otros países el cine paga el cine. Ese es el problema. Yo voy a ver Rápido y Engañado (se ríe) -que no la voy a ver- y el impuesto que yo pago por el tiquete debería de dar a un fondo de cine nacional, pero el impuesto de espectáculos públicos en Costa Rica, cuando se hizo, no visualizó que fuéramos a hacer cine, y  va al Teatro Nacional que lo distribuye entre la Compañía Nacional de Teatro y, creo, que el Museo de Arte Costarricense. Entonces el pleito, ahora, es que primero no vas a desvestir un santo para vestir otro; es decir, al Teatro Nacional vos le decís que le vas a quitar eso y todo Costa Rica se vuelca. Ponerle un mayor impuesto a la entrada y a las cableras -en el último borrador de la ley de cine- era la posibilidad de hacer este fondo. Sin embargo, los dueños de cadenas de cine brincaron. Date cuenta que, ahora, sería como meterle un impuesto a Netflix que es más difícil. El gran problema que tenemos es esa anomalía. En todos los países vos vas a ver películas comerciales y esas pagan las películas más independientes. En este país el cine paga al Teatro y otras cosas. Ese es el problema más grande.

Vos decías ahora que por suerte no nos hemos ido al cine light o efervescente. Sin embargo, el año pasado o en el anteaño, tuvimos nuestro gran fenómeno comercial.

Maikol Yordan de viaje perdido (2014).

¿Primera película que casi llega al millón de espectadores?

-Llegó a 770 mil espectadores. Yo casi te diría que la diferencia con la segunda película más taquillera es mucha. La otra es de 150 mil espectadores y fue Gestación (2009). Pero a Maikol Yordan yo no lo incluiría en este fenómeno de comedias que se están produciendo, de $20 mil y comediantes de la televisión. Maikol Yordan tiene una calidad estética y un trabajo de guion que, aunque vos digás que no aporta nada o lo que querás, es Cine de Cannes en comparación con estas películas que te estoy contando. Claro que es una comedia neocostumbrista que refuerza todos los valores ideológicos que el costarricense cree que tuvo: el amor al campo, el amor al trabajo, la religiosidad, la familia, el labriego sencillo; incluso, al final cantamos “Yo no envidio los goces de Europa” (La Patriótica Costarricense). Para mí ese fue el éxito de la película, no los chistes.

Estás organizando ahora un Congreso Centroamericano de Cine. ¿Cómo es esa idea?

-Es el I Congreso Internacional de Cine Centroamericano. Cuando gané la Cátedra Humboldt, propuse arrancar la investigación sobre cine centroamericano contemporáneo actual y hacer un Congreso Internacional académico sobre cine centroamericano, que hablaran sobre cine centroamericano. Hay una separación muy fuerte entre los realizadores y los académicos. Entonces los académicos te pueden hacer un análisis divino de la película pero no tienen ni la menor idea de cómo se produce y viceversa. Yo quería hacer un diálogo de eso. Hay algunos realizadores que van a participar. Tengo 77 propuestas de ponencias sobre cine centroamericano, la mayoría es de gente de Costa Rica, pero también viene gente de Guatemala, Nicaragua, Honduras y posiblemente Panamá. También viene gente de más o menos diez universidades de Estados Unidos que se interesaron; también vienen de Alemania, Francia, Bélgica y España. No me esperaba tanto interés.

En Costa Rica pasamos de hacer nueve películas en el siglo XX a cincuenta este siglo. ¿Ese panorama se replica en Centroamérica?

-Sí y no. Panamá es el único país de Centroamérica que tiene una ley de cine, un fondo de alrededor de $2 millones, un festival internacional de altísimo nivel, está en los fondos internacionales. Incluso ahí la televisión apoya el documental independiente. Sin embargo, entre su última película del Siglo XX y la primera del Siglo XXI, pasaron 60 años. Es una cinematografía que está creciendo pero que está empezando.

En Costa Rica hay más películas aunque no tengamos todavía el fondo.

En Nicaragua es curioso porque hay bastantes documentales pero solo hay una realizadora: Florence Jaugey, una nicaragüense-francesa, directora de La Yuma (2009) y La pantalla desnuda (2014). Pero todavía no ha habido quien haga otros largometrajes de ficción. Aunque sí hay una trayectoria muy importante en documental.

En El Salvador hay un fondo enorme para el desarrollo del videojuego y la animación, $3 millones; ahora también se está apoyando el audiovisual con ese fondo. En El Salvador hay un par de largometrajes de ficción y un par de documentalistas muy buenos; El Salvador está empezando a hacer esas comedias…están empezando.

Honduras no ha logrado hacer, hasta hoy, una película de ficción que pueda salir, pero tiene una miniindustria de ponga y quite, que no te puedo explicar. Es un fenómeno de estas películas que tienen un gran éxito inmediato, recuperan la inversión, hacen otra, con muchos anuncios publicitarios y comedia. En efecto, ahí uno podría hablar de una industria.

Conseguir un documental o una ficción que vos podás mostrar en un festival internacional, hasta el momento cuesta muchísimo.

¿Cuál es la idea? ¿Reflexionar o hay un fin ulterior?

-Pienso que es necesario visibilizar este cine centroamericano porque es muy poco conocido fuera de la región. Hay dos películas centroamericanas en Netflix, que son Presos (2015) de Esteban Ramírez y Te prometo anarquía (2015) de Julio Hernández Cordón, pero es una producción mexicana. Entonces solo una. ¿Dónde vemos cine centroamericano? Es muy difícil, inclusive es muy difícil para mí conseguir películas panameñas u hondureñas. Pienso que es una manera de que los investigadores y estudiosos conozcan estas películas, para que las universidades extranjeras y de la región puedan empezar a ser visibilizadoras de ese material.

¿Cuándo se va a dar el encuentro?

-Del 8 al a10 de noviembre. Va a ser en una sala multiusos que hay en Estudios Generales y en otro auditorio que estoy en proceso de buscar. Fueron tantas las ponencias que llegaron que voy a tener que hacer mesas simultáneas.

Aún no hemos hecho nuestra gran película de la postguerra centroamericana. Yo no la he visto. No hemos narrado nuestras guerras, nuestra corrupción.

Hay un problema fundamental y es que el guion argumental es un tema complicado. Si te das cuenta, las películas más exitosas que ha tenido Centroamérica son películas de autor no necesariamente aristotélicas; es decir, no necesariamente con introducción, desarrollo y conclusión. Salvo Ixcanul (2015) que sí tiene el tema maravilloso y terrible: el  robo de niños en Guatemala. Pero a las demás no, son películas a las que –taquilleramente- no les va bien. Hay un tema con el guion, un problema.

Pero, además, no tenemos ninguna relación con la televisión. La gente que hace cine no tiene relación con la televisión. Por eso, ahora, en Panamá, yo felicité mucho a la cadena televisiva porque hizo una convocatoria de documentales para televisión con una visión positiva de Panamá.



 

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“El impuesto de espectáculos públicos en Costa Rica, cuando se hizo, no visualizó que fuéramos a hacer cine, y va al Teatro Nacional que lo distribuye entre la Compañía Nacional de Teatro y, creo, que el Museo de Arte Costarricense. Entonces el pleito, ahora, es que primero no vas a desvestir un santo para vestir otro”

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