Expertas, activistas y estudiantes de la Universidad de Costa Rica concordaron en la urgencia de reformar el reglamento sobre hostigamiento sexual de la Institución, tras conocerse decenas de denuncias en las últimas semanas en este y otros centros de educación superior.
Esto fue parte de las conclusiones a las que se llegó durante el conversatorio “Hacia un alto a las violencias de género: Escuchando experiencias”, convocado por el Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad de Costa Rica y que se realizó el pasado 24 de junio.
Las participantes plantearon reformas al reglamento en el sentido de modificar las sanciones, ampliar -según la ley- las conductas de hostigamiento sexual sancionables, fortalecer el acompañamiento de la víctima, luchar contra la impunidad y dar mayores recursos legales, económicos y humanos para atender las denuncias.
La actividad, moderada por Mónica Vul Calperín, Coordinadora del Programa de Investigación en Violencia y Sociedad del Instituto, contó con la participación de Teresita Ramellini Centella, directora de la Escuela de Psicología de la UCR, Fabiola Bermúdez Jiménez, estudiante de Sociología e integrante de la colectiva “Me Pasó En La UCR”; María Fernanda Valverde Díaz, abogada feminista, egresada de la UCR y de Larissa Arroyo Navarrete, directora de la Asociación Ciudadana ACCEDER.
Al evento se hizo presente Henning Jensen, rector del centro académico, quien reiteró su compromiso en contra de la violencia contra las mujeres: “Quiero pensar que esta importante articulación del malestar de la ira, contra el hostigamiento sexual, es la manifestación de una institución que se vuelca y piensa sobre sí misma y se critica a sí misma”, señaló el rector.
El encuentro, realizado en un contexto de declaratoria de “estado de emergencia” por parte de las estudiantes, se organizó con el objetivo, según Vul, de “escuchar experiencias y ofrecer un ámbito de reflexión que sume en contra de todas aquellas prácticas de violencia sexual que se dan en la academia, en los ámbitos sociales y laborales y en las estructuras institucionales.”
Reconocen, además, la importancia de la denuncia, pero también las grandes dificultades que enfrentan las víctimas y el poco éxito alcanzado, que presionan por sobre el abandono de la demanda. “Una de las estrategias de ACCEDER ha sido la de promover una cultura de denuncia, para lo que debemos conocer nuestros derechos y los mecanismos para poder denunciar”, señaló Larissa Arroyo.
Durante el encuentro, las expositoras reconocieron los esfuerzos que la casa de enseñanza realiza desde hace 3 décadas contra el hostigamiento sexual, pero coincidieron en que estos han sido insuficientes, por lo que urgen de reformas y acciones más contundentes. “¿Qué es lo que importa de esos 30 años de acciones?, ¡los resultados!, cuestionó Arroyo.
Mujeres, principales víctimas
Según la directora de la Escuela de Psicología, Teresita Ramellini, cuando se trata de violencia sexual, las mujeres son, principalmente, quienes más la sufren, aunque hay otras víctimas, entre ellas, hombres. Según la académica, las estadísticas muestran, mayoritariamente, “a mujeres denunciando a hombres que abusan u hostigan sexualmente y, en segundo grado, a hombres denunciando a otros hombres”.
El hostigamiento sexual, en palabras de Ramellini, es una conducta violenta, invisibilizada y naturalizada, que irrumpe en la privacidad y el derecho a la integridad personal de la víctima, aún y cuando no se emplee la violencia física, ni se invada, físicamente, el cuerpo de la otra persona.
Otro aspecto que preocupa a la académica, tiene que ver con las personas que trivializan esta conducta con frases como “ya no te voy a saludar de beso, porque luego me acusas de hostigamiento sexual y todo el mundo se ríe”, subrayó.
Por su parte, la activista pro derechos humanos Larissa Arroyo insistió en que “lo único nuevo que hay en el contexto es la declaratoria de emergencia, ya que la violencia y el hostigamiento sexual no son nuevos en las universidades.”
“Cuando hablamos de hostigamiento sexual, no hablamos de una situación concreta, sino de una problemática social, cultural, colectiva y jurídica, que obliga a revisar nuestras conductas porque podríamos haber sido víctimas y no lo logramos ver”, apuntó Larissa Arroyo.
Derecho es patriarcal
Como abogada feminista y como denunciante, María Fernanda Valverde narró su experiencia personal, enfatizando en los obstáculos que enfrentó, en lo que ella llama “la ruta de la denuncia”. La experiencia vivida la lleva a concluir que, si bien las normas han cambiado, el derecho tiene un origen patriarcal que influye, aún hoy, en las decisiones en esta materia.
“El derecho es patriarcal y no puede ser de otra manera porque fue inventado y desarrollado por hombres exclusivamente”, señaló Valverde. Según ella, esa realidad permeó su experiencia como denunciante, tanto desde las normas e interpretaciones que se aplicaron a su caso, como por el ambiente que vivió en la facultad de Derecho.
La “ruta de la denuncia” significó, según ella, un largo camino de obstáculos que inició con la desinformación y el desconocimiento respecto de cómo identificar el acoso y los derechos con que se cuenta para enfrentarlo. A la desinformación, siguió la revictimización y la falta de sensibilización, caracterizada por una larga lista de actores a quienes tuvo que contarles una y otra vez cómo ocurrieron los hechos.
De acuerdo con Valverde, el camino recorrido enfrenta un nuevo escollo cuando de fijar la sanción se trata. Desde la experiencia de la denunciante, significa, en la práctica, que la palabra de la víctima no es suficiente para obtener justicia y la garantía de que los hechos no se repetirían. Llegar a la audiencia significó un nuevo reto pues según María Fernanda, se realiza en un espacio pequeño, apenas separada del acusado por los abogados.
Un quinto obstáculo para Valverde fue, la “complicidad entre machos”, relacionando al decano de derecho Alfredo Chirino con el acoso en esa facultad y la dilación de los procesos, “por todos los medios posibles”. Otro obstáculo sería la no garantía de no repetición, pues muchos otros hechos se sucedieron posteriormente al suyo.
Organización estudiantil
“Me Pasó en la UCR” es una iniciativa con contrapartes en otros centros de enseñanza superior pública, que surgió, según la página de la organización, con el fin de visibilizar y evidenciar los casos de hostigamiento y sexismo que se viven dentro de la academia y que, según sus organizadoras, han sido silenciados a lo largo del tiempo.
“Trabajamos sobre qué está pasando en la universidad con el hostigamiento sexual y los vacíos que existen en la normativa para sancionar”, comentó Fabiola Bermúdez.
Desde esta colectiva, coinciden en señalar las debilidades y omisiones en los procesos de denuncia y protección de las víctimas, que, en la mayoría de los casos significa abandonar las demandas, dando como resultado la impunidad para el acosador y la revictimización de la persona demandante.
Ante la inacción y poco apoyo de las autoridades, la Colectiva recibe las denuncias directamente, al tiempo que, informan y construyen espacios seguros y de confianza para que las mujeres puedan expresarse, comentó Bermúdez.
Bermúdez indicó que, de las denuncias recibidas por la colectiva “Me Pasó en la UCR”, se desprende que los principales focos de atención se encuentran en Guanacaste, el Pacífico, Paraíso y la Sede de Limón.