Universitarias Guillermo Orozco, Cátedra Unesco

“Muchas noticias son meras opiniones, aún antes de ser fake news”

Experto mexicano considera que se debe educar a las audiencias para que puedan diferenciar los hechos de las opiniones en los medios de comunicación.

Que las audiencias tengan elementos para procesar y analizar de manera más crítica los contenidos que reciben desde los distintos medios de comunicación y plataformas tecnológicas es una de las preocupaciones que la Unesco quiere atender por medio de la “Alfabetización mediática e informacional”.

Para extender este concepto y reflexionar sobre la necesidad de tener medios de comunicación más transparentes y audiencias mejor informadas, visitó esta semana la Universidad de Costa Rica, Guillermo Orozco, responsable de la Cátedra Unesco-Unaoc-Milid: alfabetización mediática e informacional y diálogo intercultural para América Latina.

En entrevista con UNIVERSIDAD, Orozco conversó sobre la necesidad que tienen las audiencias de dar un vistazo más reflexivo sobre los contenidos que reciben a diario, principalmente de las pantallas de sus computadoras y televisores.

¿Qué implica la alfabetización mediática?

–Hay muchas maneras de entender la alfabetización mediática, pero ciertamente es mucho más que solamente entender, por ejemplo, que todo lo que nos presenta la pantalla televisiva no es la realidad, sino una representación de la realidad. Entender eso es un principio fundamental que nos permite entonces cuestionar cualquier cosa. Si no entendemos ese principio, nos creemos que lo que estamos viendo es lo que está pasando. Todo lo que hay en pantalla es una representación de la realidad, no es la realidad misma. Tiene distintos grados de distorsión y distintos grados de invención, y de eso hay que alertar a la audiencia, de que podemos preguntar, dudar, cuestionar cualquier representación.

Ahora con toda la parte más informática yo creo que un principio básico es el de entender que, si bien podemos dominar tecnológicamente el uso de redes sociales y de otros software, todo lo que subimos nosotros a la red queda fuera de nuestro control. Mucho de lo que se sube a la red hay que cuestionarlo también, porque no sabemos la procedencia de la información, ni si es verídica o no, con todo el problema del fake news y demás. Pero también lo que nosotros subimos y cómo lo hacemos nos expone a nosotros, y ahí hay que poder difundir los derechos de la comunicación que todos tenemos.

¿Cómo se educa para eso? Porque parece que es un proceso de educación más complejo que sentar a un grupo de personas en un curso y enseñarles a analizar noticias, debe ser un eje transversal del sistema educativo, por ejemplo.

–Sí, eso es un eje transversal, ciertamente. Pero también tiene cosas muy concretas, por ejemplo: ponemos a los estudiantes a ver un programa de noticias, está el que habla, cuando dice algo, paramos y preguntamos: ¿qué les parece lo que dice? ¿Qué fue lo que dijo, en concreto? ¿Es una opinión equivocada? Entonces, ¿hay elementos para saber que es una opinión equivocada? ¿Qué nos hace falta? Esta noticia nos da una opinión, sobre una opinión, pero no nos da hechos concretos para nosotros poder juzgar. Ese es un principio de alfabetización comunicativa: distinguir hechos de opiniones. Y los latinoamericanos, especialmente, convertimos los hechos en opiniones, porque cuando narramos los hechos ya les ponemos nuestras opiniones. Nos cuesta mucho narrar hechos. Muchas noticias son meras opiniones, todavía antes de que lleguen a ser fake news.

¿Cómo derribar el mito de la objetividad? Porque para los medios de comunicación sigue siendo una demanda constante.

–Bueno, hay que saber ver cuál es el hecho aquí, qué es lo que se nos está informando. Luego, a partir de ahí, qué es lo que está diciendo sobre eso. Por ejemplo, en el último terremoto en México tuvimos el caso de una niña en un colegio, Frida Sofía, que se suponía “estaba ahí dentro” atrapada bajo escombros viva, pero no existió nunca. La “noticia” aparentemente se construyó con hechos, porque la reportera de Televisa primero tuvo la información, de los que estaban ayudando a quitar escombros, de que se escuchaban voces adentro. Después metieron un aparato que medía si había calor humano para corroborar si estaban vivos los que estaban adentro, y dijeron que sí, que sí había. Inmediatamente, juntaron estos datos aislados y dijeron, “pues sí, parece que la niña es Frida Sofía”. Y entonces la audiencia empezó a llamar y mandar mensajes por redes sociales diciendo “sálvenla, por favor, vamos a ayudar en lo que sea”. Toda esta confusión fue precisamente por no tener una evidencia, por asumir como evidencia real una probabilidad. Yo analizo mucho este caso de Frida Sofía, porque es muy claro ver cómo se llegó a la certeza de que era ella la que estaba atrapada, sin tener la evidencia real. Eso es un caso extremo, pero en todos los demás casos puede pasar. No se tiene la evidencia real, pero igual se sacan conclusiones.

Recuerdo otro caso, en México también. Hace dos años asesinaron a un periodista crítico, en Ciudad de México. Estaba en un apartamento con otras tres personas. Lo acribillaron a él y a las otras tres. Y entonces vemos cómo empieza a manipularse la noticia: bueno, este periodista vivía con tres mujeres. Una de ellas era bailarina, en un table dance; la otra era colombiana, y la otra era fotógrafa. Siguiente noticia: se encontraron (eso fue sembrado por el Gobierno) restos de droga y marihuana. Entonces, ¿qué es lo que se provoca en el público? El pensamiento de “la víctima se lo merecía”. Si no es que se lo merecía, que se lo buscó. Entonces, ¿cuál protesta se va a generar contra el asesinato, múltiple, injustificable, de estas víctimas? Nada. Porque la gente dice “ay, qué mal que los mataran, pero se lo buscaron, ¿no?”.

Esa es la manera que a mí más me preocupa y es la que yo enseñaría en alfabetización mediática: cómo se pueden distorsionar los hechos con resaltar cosas que existen, que son reales, pero que vienen a modificar en entendimiento del acontecimiento. Un poco en eso consiste la alfabetización mediática.

¿Por qué como sociedad somos tan vulnerables a las fake news?

–Yo creo que los medios de comunicación, sobre todo la televisión, crearon una especie de autoridad audiovisual, porque tenía el alcance de estar donde nosotros no podíamos estar. El eslogan de CNN, “a usted lo ponemos de testigo en el lugar de los hechos”, apela a eso de que nosotros no podemos estar en el lugar de los hechos.

Entonces no tenemos elementos para dudar, sobre todo cuando es imagen; es muy difícil dudar de la imagen. Es más fácil dudar de la letra, del escrito o del oído. Pero de la imagen no. Ese es el último reducto de la verdad: lo que veo con mis propios ojos.

Lo que no sabemos es que lo que ven nuestros propios ojos es la representación, porque fue tomada desde un ángulo específico, con un lente que solo pudo abarcar eso. Hubiera sido distinto, si se toma desde otro lugar. Y esto no porque haya habido mala intención, sino porque existe la limitación. Entonces, en eso nunca nos ponemos a pensar; es un punto para enfatizar, para pensar en una alfabetización.

Y bueno, las fake news las aceptamos mucho porque nos tocan y le hablan a nuestras emociones más que a la razón. Creemos en lo que está más cercano a lo que quisiéramos, creemos y pensamos. Lo que cuestiona lo que pensamos, por defensa personal y automática lo tratamos de “no, eso no puede ser cierto”, aunque eso sea cierto.

Internet y las redes sociales han abierto el abanico de voces a un número prácticamente ilimitado. ¿Qué papel pueden jugar los medios de comunicación en esa diversidad de voces?

–No hay una sola receta, pero yo creo que una de las cosas que pueden asumir es no dar por sentado que la audiencia conoce y está en posibilidad de entender, de cuestionar, de discernir lo que nosotros les vamos a decir. Y entonces hay que tratar de ubicar, contextualizar la noticia, uno tiene que utilizar algún tipo de descripción para que se entienda mejor desde dónde se está viendo y comunicando una noticia. Si nosotros lográramos, como comunicadores, transmitir desde dónde estoy yo dándole esta noticia al otro, yo creo que tenemos un gran terreno ganado, sin que eso sea garantía de que no vamos a causar ruido y de que vamos a poder evitar interpretaciones.

Los medios se acostumbraron a no ser cuestionados, a emitir los mensajes desde una posición de poder. Ahora eso ha cambiado, el cuestionamiento es más directo. ¿Cómo manejar esa relación con la audiencia, ahora que es tan directa?

–Yo creo que es un momento interesante el que tenemos porque la audiencia tiene más posibilidades de interlocución directa, que antes ni siquiera teníamos. Si algo no nos gustaba o veíamos que estaba mal en el canal de la televisión, ¿a quién le íbamos a reclamar? Pero ahora sí tenemos la posibilidad de interactuar y de contradecir, a través de Internet y de todos los canales abiertos, todos los medios que tenemos. Entonces hay que fomentar esto, porque nos han hecho pasivos.

¿Se puede, y conviene, tener una comunicación neutra?

–Yo creo que desde la emisión es posible que sea neutra. Desde la recepción, siempre van a haber interpretaciones y no va a llegar exactamente así. Yo creo que conviene contextualizar la información, más que hacerla neutral, contextualizarla. No hay que tratar de que mi mensaje político aplaste al otro, sino tener una actitud de “este mensaje político es distinto, y te digo desde dónde, para ver si tú te sumas a este, en lugar del otro”.

Colaboró Javier Mora

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