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La UCR impulsa cambio en matriz energética nacional

La biomasa agroindustrial es una opción para reducir la dependencia de combustibles fósiles y transitar hacia la descarbonización.

En 1884 Costa Rica inauguró su primera planta hidroeléctrica, pero 140 años después la matriz energética ha sufrido pocos cambios. No obstante, según datos de la División Operación y Control del Sistema Eléctrico, del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), la generación hidroeléctrica aún es la primera fuente energética, aunque con el paso de las décadas se sumaron la geotérmica, la eólica, la biomasa y la solar, citadas por orden de importancia.

En cuanto a la movilidad, el XXIX Informe del Estado de la Nación, recalca que la dependencia de combustibles fósiles mantiene un crecimiento sostenido. Y pese a que el país tiene un alto potencial para la generación de otras energías limpias y renovables, no existe un marco jurídico y/o estímulos estatales para la transición.

Una diversidad de desechos orgánicos de las agroindustrias podrían proveer de energía limpia y biofertilizantes a las zonas productoras más importantes del país. La Escuela de Ingeniería en Biosistemas investiga sobre el tema para la transferencia técnica en una alianza entre la UCR, instituciones estatales y sector empresarial. (Fuente: Proyecto ED 3610-Escuela de Ingeniería en Biosistemas UCR)

El investigador Juan Pablo Rojas Sossa, coordinador del proyecto de Acción Social de la Escuela de Ingeniería en Biosistemas, de la Universidad de Costa Rica (UCR), denominado “Fortalecimiento de capacidades en actores sociales para el desarrollo de proyectos de revalorización de residuos orgánicos”, destacó que el país tiene un 90% de posibilidades para la producción de biogás y biometano mediante biodigestores anaeróbicos. “El primero se refiere a un gas renovable obtenido de biomasa, es decir, aquellas materias orgánicas vegetales o animales sometidas a un proceso biológico en un ambiente libre de oxígeno. El segundo es similar al gas natural, pero necesita ser refinado para eliminar impurezas, y en muchos países se utiliza para la generación en turbinas eléctricas que proveen alumbrado público y movilidad vehicular, entre otros usos”.

El informe del ICE, arriba citado, calculó que a diciembre del 2023 la biomasa apenas representó el 0,45% de la matriz energética. “Además, debido al cambio climático que ha comprometido los caudales que abastecen las hidroeléctricas, y se puede ver como un modelo agotado, y la alta dependencia de combustibles fósiles, es momento de pensar en otras tecnologías energéticas”.

Hacia la descarbonización

El proyecto de Acción Social liderado por el Ing. Rojas es una iniciativa de la UCR, en alianza con empresas, comunidades y la Segunda Vicepresidencia de la República “para la transferencia tecnológica, mediante acompañamiento técnico, comunicación con las organizaciones participantes para tomar decisiones y diseñar soluciones acordes a las necesidades detectadas”.

Esta investigación científica, con el apoyo de un equipo entre los que se cuenta una decena de estudiantes, desarrolló una metodología mediante el estudio de casos concretos, cuyos modelos a escala generan data científica para futuras plantas de biogás y biometano.

En el caso costarricense, los residuos aptos para este proceso son los generados por las agroindustrias cafetalera, piñera, procesadoras de alimentos, plantaciones de palma, la materia orgánica recolectada por municipios y las excretas recolectadas en fincas de ganados bovino, caprino, porcicultura y avícola.

Las posibilidades para ampliar la generación energético a partir del procesamiento de la biomasa generada en la agroindustria abren un panorama para las futuras demandas del país. (Fuente: División Operación y Control del Sistema Eléctrico, Instituto Costarricense de Electricidad)

Justin Welch, dirigente comunal y ambiental de Monteverde, Puntarenas, y vicepresidente de Asociación Costarricense de Biogás (Asobiogás), propone un modelo de economía circular, en el que incluso las industrias y fincas obtendrían beneficios al vender la biomasa.

Al respecto, Roger Zumbado Zumbado, productor avícola de Orotina, manifestó que para un solo productor hacer estas inversiones no es rentable. Para ello, “necesitaríamos créditos competitivos y más asesoría técnica, pero uno llega a un banco público y se topa con problemas. En nuestro caso estamos en un punto en que solo requerimos que nos den una patadita porque estamos con un proyecto que podría ser muy exitoso”. No obstante, criticó que aunque produjeran su propia electricidad no se traduciría en una reducción de costos “porque el ICE siempre cobra lo mismo por la energía eléctrica”.

Otras empresas están experimentando con la biodigestión anaeróbica, por ejemplo, Coopetarrazú R.L. procesa unos 300 kilos diarios de los residuos del café. Sin embargo, dar el paso siguiente representa una gran inversión, citó Jimmy Porras Barrantes, coordinador de Investigación, Desarrollo e Innovación de esa cooperativa, quien la calculó en $1 millón para el procesamiento de solo el 15% de residuos de la cosecha del café.

En comparación, los costos de construcción de biodigestores anaeróbicos industriales son inferiores a una hidroeléctrica; por ejemplo, el año pasado solo en la modernización de la Hidroeléctrica La Garita, el ICE invirtió unos $15 millones. Esta propuesta interinstitucional contribuye al Plan Nacional de Descarbonización, que se propone que Costa Rica alcance las cero emisiones en el año 2050.

Una propuesta comunitaria

Mientras en Costa Rica algunos sectores presionan para la explotación petrolera y de gas natural, en Europa y otras regiones se realizan avances tecnológicos hacia la transición energética renovable.

Los modelos de negocios varían de una región a otra, explicó el Ing. Rojas, quien propone para Costa Rica un modelo comunitario para la operación de plantas procesadoras en las principales zonas productivas del país: “Una que procese 200 toneladas diarias de biomasa requiere una inversión inicial de unos $5 millones, sin duda esto requiere una alianza entre el Estado, los gobiernos locales y el sector empresarial”.

Asimismo, el otro paso es hacer un estudio de mercado para determinar las soluciones de ingeniería hechas a la medida y una cadena de distribución del producto final. Para todo esto hay que pensar en consorcios empresariales que inviertan recursos financieros con un marco legal que le brinde seguridad jurídica a estas nuevas empresas y, desde ya, en un plan nacional para transformar la matriz energética nacional, concluyó Rojas.

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