Tras una vida entera dedicada al desarrollo científico, el pasado martes 19 de enero, el Dr. Jesús María Jiménez Porras falleció en el Hospital Calderón Guardia, a sus 91 años.
El investigador y docente nació en 1929 en San José. Estudió en el Liceo de Costa Rica, donde obtuvo su bachillerato en 1946. Ingresó a la Universidad de Costa Rica y se licenció en microbiología y química clínica.
Posteriormente, estudió en la Universidad Estatal de Luisiana en Estados Unidos, donde obtuvo una maestría en bioquímica en 1961 y dos años después, el doctorado en esta materia, convirtiéndose así en el primer costarricense en alcanzar el grado de doctor en esta especialidad.
A lo largo de 35 años, Jiménez desarrolló su carrera en la Universidad de Costa Rica, donde además de dar clases fue investigador y encargado de laboratorios. “Fue el primer director del Departamento de Bioquímica de la Escuela de Medicina, participó en la creación del Sistema de Estudios de Posgrado de la UCR y contribuyó a la formación académica de muchos científicos y profesionales en ciencias de la salud en nuestra universidad”, dijo Alberto Alape del Instituto Clodomiro Picado.
El investigador indicó que el Dr. Jiménez fue un pionero en el estudio de los venenos de las serpientes de Costa Rica y un referente mundial en ese tema en su época. Además, a partir de 1961 retomó el trabajo que había empezado Clodomiro Picado, estableció el primer serpentario para la obtención de venenos de serpientes en Costa Rica y participó en la inmunización de los primeros caballos para la producción de antivenenos en el país.
José María Gutiérrez, microbiólogo y profesor emérito de la UCR, explicó que tras la muerte de Clodomiro Picado, en 1944, la investigación sobre venenos de serpientes decayó en el país. Sin embargo, dijo, “esto cambió con Jesús María Jiménez Porras, que estudió microbiología y era un individuo sumamente talentoso desde que era muy joven”.
Primero Jiménez se vinculó con la Universidad de Costa Rica como docente, trabajo que interrumpió brevemente para obtener su posgrado.
“Regresó precisamente cuando se estaba creando la Facultad de Medicina, de manera que fue de los primeros docentes y se hizo cargo del Departamento de Bioquímica, de la naciente Facultad de Medicina. Desempeñó una labor en docencia extraordinaria durante todo el resto de su carrera y en términos de investigación, tanto su tesis como otros estudios fueron muy originales y en la frontera del conocimiento bioquímico en ese tiempo”.
La obra de Jiménez analizó el veneno de distintas especies, así como de distintos individuos de la misma especie para determinar por ejemplo, si el origen geográfico o la edad podrían incidir en las toxinas del veneno, explicó Gutiérrez. “Su trabajo permitió conocer con mucho detalle los venenos de serpientes de Costa Rica y él se convirtió en una autoridad mundial en este campo, en la bioquímica de los venenos”, agregó.
Se le recuerda como un estudioso que en vez de interesarse por los beneficios económicos que pudiera generarle su profesión, apreciaba la producción y publicación del conocimiento científico, en beneficio de las generaciones venideras.