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Estudio UCR: Yigüirro ahora usa 27 tipos de basura para hacer su nido

El ave nacional incuba de dos a tres huevos por un periodo de 12 a 13 semanas, usualmente entre marzo y junio de cada año.

Un estudio liderado por biólogos de la Universidad de Costa Rica (UCR) demostró que los yigüirros (Turdus grayi) están incorporando basura en sus nidos ante la ausencia de materiales naturales en zonas urbanizadas, lo cual supone problemas en la incubación y desarrollo de estos pájaros.

No es la primera vez que se encuentran residuos en nidos de distintas aves. Por ejemplo, se ha visto que el pinzón mexicano utiliza colas de cigarro para estructurar sus nidos, lo cual reduce los parásitos, pero incrementa potenciales problemas genotóxicos. El yigüirro, que habita tanto zonas rurales como urbanas, resultó no ser ajeno a estos casos.

A partir del análisis de 46 nidos de yigüirro recogidos entre 2012 y 2016, el grupo investigador encontró material artificial de 27 tipos distintos. Hilos de algodón, fibras de escoba y restos de poliéster son los materiales más recurrentes; aunque aparecieron otros inesperados como partes de cables eléctricos, clavos de metal o vidrio, estos últimos ubicados por primera vez en aves terrestres.

El problema recae en que la presencia de basura aumenta el enfriamiento del nido mientras la hembra está incubando. Esto porque, al ser materiales con densidades y rigideces diferentes, aumentan la porosidad del nido y disipan el calor necesario para los embriones dentro de los huevos.

“A la capacidad de la estructura de retener calor se le conoce como aislamiento, que está directamente influenciado por los materiales con los que se construye el nido. Qué tanto calor retiene el nido facilita que la hembra tenga tiempo para automantenimiento, pero menor aislamiento limita el tiempo que la hembra puede invertir fuera del nido y esto les genera consecuencias negativas”, explicó Josué Corrales, biólogo del estudio.

Entonces, a partir de lo anterior, a la “mamá yigüirro” le quedan dos opciones: invertir más tiempo en incubar y menos en su cuidado personal, o acelerar su ritmo metabólico para mantener el rango óptimo de temperatura en los embriones. De una u otra manera, la hembra y los polluelos se verían afectados con posteriores problemas de desarrollo y sobrevivencia.

El estudio

La investigación estuvo a cargo de los biólogos Gilbert Barrantes, Eduardo Chacón, Luis Sandoval y Josué Corrales, quienes, por medio del Museo de Zoología de la UCR, seleccionaron 46 nidos de yigüirro que tuvieran su estructura intacta. Asimismo, se usaron tres huevos de codorniz común, ya que estos se asemejan bastante en tamaño a los del yigüirro.

El grupo realizó dos pruebas: la primera tan solo con los tres huevos sobre el nido, y la segunda con una bola de algodón de 20g para simular a la hembra incubando, ambas dentro de una habitación climatizada que simulase la temperatura de los sitios donde se recolectaron los nidos.

Finalmente, los huevos se calentaron de 20◦C a 40◦C por aproximadamente 12 minutos, tras los que se dejaron enfriar por 10 minutos, que es el tiempo promedio en el que la hembra deja de incubar. Cabe destacar que el aumento de temperatura se seleccionó con base en medidas reales de aves paseriformes, a las cuales pertenece el yigüirro.

Por otra parte, el grupo investigador recopiló las dimensiones de los nidos según ocho medidas externas (longitud, ancho, altura y profundidad) e internas (ancho, altura, largo de copa y espesor de la pared del nido), y también pesó cada tipo de material según fueran naturales, artificiales o adobe.

Con esos datos, se realizó un análisis de componentes principales (PCA) para agrupar las distintas medidas dimensionales, de manera que las ocho medidas iniciales se resumieron en cuatro, lo que permitió reducir el efecto de tantas variables en los resultados finales.

Conclusiones

Sobre las consecuencias principales, además de lo expuesto al inicio, se añaden otras problemáticas.

“No es para nada sencillo predecir el futuro de estas poblaciones expuestas a tanta basura. Cabe la posibilidad de que en las zonas urbanas tiendan a disminuir en la cantidad de individuos. Esto tiene más respaldo por los resultados de otra investigación en la cual los nidos que incluyen material artificial expuesto sufren mayor depredación”, Josué Corrales.

Uno de los puntos más llamativos de la investigación consiste en que, cuando no está la hembra, el enfriamiento recae más sobre la base de los nidos que en las paredes. Esto demostró que el adobe –mezcla de barro y material natural fino- es fundamental no solo en la estructura, sino también en la retención de calor del nido.

De igual modo, las dimensiones pueden afectar al enfriamiento del nido. Cuando se está incubando, la longitud y el ancho inciden en la temperatura, como también lo hace el tamaño de la copa del nido, que se refiere al espacio donde la hembra pone los huevos. Finalmente, a modo de reflexión, Corrales expresó:

“La solución es compleja y debe ser integral. Hace falta educación para evitar la disponibilidad de material artificial en los nidos. Los gobiernos locales también deben hacer un esfuerzo adicional para una adecuada colecta de residuos sólidos, y también empezar a cambiar como sociedad hacia ambientes urbanos con más recursos naturales”.

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