¿Tendrá un sismo la suficiente energía como para desencadenar una erupción volcánica? La respuesta es que solo se da en aquellos casos en los que se registra una intensa actividad del volcán.
A esta conclusión llega la investigación Incremento en la inquietud volcánica y el número de erupciones después de la secuencia de grandes terremotos de 2012 en Centroamérica (Increment in the volcanic unrest and number of eruptions after the 2012 large earthquakes sequence in Central America), la cual descubrió que un volcán, para hacer erupción después de un terremoto, necesita tener alta actividad previa.
El estudio concluyó que la relación causa-efecto entre los terremotos y las erupciones volcánicas sucede únicamente cuando los volcanes se encuentran en un alto estado de inquietud, es decir que el choque sísmico sí puede suministrar energía adicional para desencadenar una erupción, pero solo en los casos en que ya existe una etapa alta de actividad volcánica.
Además, este suministro de energía que puede provocar un terremoto no es suficiente para disparar una erupción volcánica, explicó a UNIVERSIDAD, Gino González, vulcanólogo y líder de la investigación, quien añadió que un terremoto, sin importar su tamaño y su cercanía al volcán, no puede ocasionar una erupción a menos que el cráter este previamente activo.
De acuerdo con el documento, la reacción que tienen los volcanes después de un terremoto, a corto o largo plazo, no depende en la magnitud del sismo en sí, sino de los procesos que ocurren a lo interno del volcán. Por esto, unos volcanes eructan días, meses o incluso años después de un sismo, dependiendo de su tipo de magna, gas, viscosidad, fuerza de la roca caliente y demás factores internos.
Según González, los terremotos estudiados en Centroamérica resultaron ser inusuales, dado que se desarrollaron en un lapso de 10 semanas. El primer terremoto ocurrió el 27 de agosto en El Salvador, con una magnitud de 7.3. Una semana después, el 5 de septiembre ocurrió un terremoto de 7,6 en Costa Rica. Y, finalmente, el tercer terremoto estudiado tuvo origen el 11 de noviembre en Guatemala, con una magnitud sísmica de 7,4.
Una vez concluido el análisis científico, la investigación proyectó que los tres terremotos también contribuyeron al aumento de erupciones volcánicas en la zona, durante los siete años que siguieron al suceso sísmico. Sobre esto, en promedio, la cantidad de erupciones en Centroamérica se triplicó después de los terremotos de 2012.
“Encontramos que la cantidad de las erupciones que sucedieron antes de los terremotos tenían un valor de casi dos por año en toda la región, y después incrementaron a cinco. Estamos hablando que incrementó en un factor de tres” expresó Gino González, vulcanólogo e investigador
“La cantidad de erupciones que sucedieron antes de los terremotos tenían un valor de dos por año en toda la región, y después incrementaron a cinco. Estamos hablando que incrementó en un factor de tres”, expresó González.
Sobre el estudio, González indicó que la distinción entre los volcanes que si hacen erupción después de un terremoto, a diferencia de los que no, fue la inquietud que conllevó a desarrollar la investigación. A partir de entonces, el grupo de científicos comenzó el análisis en 2012, basados en los tres grandes terremotos que ocurrieron en Centroamérica en dicho año.
Una vez recolectados los datos de los terremotos, en 2019 retomaron la investigación para observar cuántas erupciones ocurrieron antes de los terremotos y cuántas sucedieron después. En conclusión, González expresó que todos los volcanes que ya estaban activos previo a los eventos sísmicos hicieron erupción, a diferencia de los que no registraban actividad previa.
También, González indicó que el estudio confirma la necesidad de monitorear todos los volcanes activos como un medio clave para pronosticar futuras erupciones. Con esto, antes del próximo terremoto se pueden vigilar los volcanes que registran una alta actividad, para así determinar los escenarios futuros que pueden causar erupciones.
Bajo esa misma línea, esta vigilancia ayudaría a las autoridades de protección civil, gubernamentales, municipales e incluso a las comunidades, a adoptar estrategias para la reducción de riesgo de desastres. Según el vulcanólogo, se puede prever cuáles son los peligros que induce una erupción, las evacuaciones necesarias, y en el caso de las erupciones que provocan ceniza, se lograría preparar a las personas que van a sentir malestares y otros factores.
La investigación fue publicada el 17 de noviembre de 2021 en la revista Scientifc Reports, presidida por el científico costarricense y participante de la ONG Volcanes Sin Fronteras, Gino González. Además, el estudio contó con la colaboración de otros tres costarricenses, junto a científicos internacionales de Japón, Italia, España, Hungría y Guatemala.