La economista Laura Blanco cada año trabaja en las ferias vocacionales de la Universidad de Costa Rica. Fue ahí donde notó un patrón, a su parecer natural, sobre lo que los estudiantes se cuestionan para escoger carrera.
“Cada año, uno tras otro, los estudiantes preguntan: cuánto cuesta, cuánto dura y cuánto podrían ganar. Es una cuestión de inversión”, relató Blanco.
Para esta investigadora lo que no encaja es que a pesar de entender la inversión que implica estudiar una carrera universitaria, las mujeres continúan escogiendo profesiones en las que ganan mal y tienen menores posibilidades de empleo, como Educación o Psicología.
“Deja de ser una decisión económica y pasa completamente a depender de los valores culturales, de lo que te enseñan puedes llegar a hacer y de cómo los ambientes laborales discriminan por género” agregó Blanco.
Laura Blanco publicó una investigación que buscaba entender lo que sucedía con los profesionales una vez que eran empleados y para esto utilizó datos recolectados por Conare desde el 2000 al 2010 que dan seguimiento a los graduados de universidades privadas y públicas para establecer tendencias.
Con esos datos se estableció cuáles carreras eran dominadas por hombres y cuáles por mujeres, a partir de lo cual se determinó qué características aseguraba a los graduados menos posibilidad de empleo.
Se considera en la investigación que las carreras con dominancia masculina o femenina son las que tienen una concentración más alta al 60% de un mismo género.
Según los datos, las áreas de estudio en las que las mujeres tienen mayor desventaja con respecto a los hombres son ingeniería, ciencias sociales y recursos naturales. También destacan carreras como teología o filosofía.
En el caso de las carreras dominadas por mujeres, gran parte tiene que ver con el sector de servicios. Algunas de ellas son educación, nutrición, relaciones públicas, secretariado, entre otras.
Características en desventaja
Las características individuales son lo que la investigadora Laura Blanco llama “anomalías” en los datos que se explican por razones culturales. Tres cuartos del 10% del desempleo de profesionales tiene que ver con la discriminación por características individuales como: ser mujer o ser un hombre en una carrera dominada por mujeres.
Según la investigación, ser mujer es la característica más relacionada con el desempleo y las posibilidades aumentan significativamente si tienes pareja, por el potencial riesgo que el empleador ve en que tengan hijos.
“No es que el mercado no quiera a las mujeres, sino que prefiere a los hombres, es una ventaja masculina” explicó Blanco.
Por otro lado, un hombre en una carrera dominada por mujeres también tiene menores posibilidades de empleo.
“Si un hombre estudia enfermería la gente va a pensar que no le dio para medicina. El estudiante bajó de categoría y se le reclama algo que le falta”, agregó Blanco.
La investigadora considera que esto se debe a que la sociedad castiga al hombre por romper con su masculinidad. Monserrat Sagot, directora del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer (CIEM), difiere al decir que tiene que ver con que los espacios considerados “femeninos” tienen menores posibilidades de empleo en general.
“Es una tradición histórica de ver lo femenino como no valioso y por lo tanto no deben haber muchos empleados o inversión porque las mujeres ya lo hacen de buena voluntad”, mencionó Sagot.
A pesar de la dificultad de encontrar trabajo de parte de los hombres en las áreas dominadas por mujeres, la investigación señala que la cantidad de hombres es más uniforme a lo largo de las áreas de estudio.
“La sociedad ha relajado las reglas para los hombres en términos de los espacios que pueden ocupar, es más fácil que los hombres tomen espacios históricamente de las mujeres; es decir, se les permite más amplitud en su participación social”. explicó Sagot.
Sagot considera que las situaciones de violencia y acoso registradas en las facultades de ingeniería son un ejemplo de cómo los espacios masculinos son más cerrados para el ingreso de mujeres.
Por su parte, Blanco explicó que en el caso de que una mujer decida entrar en un campo dominado por hombres se le considera la excepción y por eso es premiada en estas áreas, el mérito anula la condición de mujer.
Sin embargo, a largo plazo incluso las mujeres que se inclinan por carreras con mejores salarios perderían el “premio” que una vez consiguieron, el hombre lo mantiene con el tiempo.
La investigadora explica que esto se debe a que las mujeres tienen mayor intermitencia en el trabajo, porque se les asigna las tareas de cuido de niños y adultos mayores.
“Y en el momento muchas carreras se desactualizan, es lo que llamamos una tasa de obsolescencia. Una carrera como Informática después de dos años de inactividad pierde mucho valor, pero Educación tiene una tasa muy baja” agregó Blanco.
Blanco agregó que existe la posibilidad de que si más mujeres ingresan a carreras dominadas por hombres y este deja de ser un espacio masculino se devalúa la profesión a nivel social.
Otros factores
La socióloga Montserrat Sagot, directora de Centro de Investigación en Estudios de la Mujer (CIEM) coincidió con Laura Blanco en que hay un robusto respaldo en investigaciones alrededor del mundo que permiten afirmar que un hombre tiene ventaja sobre una mujer en el empleo, pero no habían publicaciones que respaldara el hecho en nuestro país.
“Si hablas de los datos de Inglaterra, Estados Unidos o Canadá te van a decir que son diferentes países, economías o culturas. Ahora hablamos de Costa Rica”, contó Blanco.
El informe más reciente del Estado de la Nación asegura que la pobreza se reduciría a la mitad si el país contara con mayor empleo femenino. El 45% de las mujeres mayores de 15 años tienen trabajo remunerado o buscan empleo.
La investigación de la Escuela de Economía calcula el desempleo en profesionales es del 10% y según datos del Banco Mundial las mujeres en Costa Rica tienen 1,24 veces más probabilidad de matricular la universidad.
Sin embargo, según los datos analizados por Blanco, en el empleo de profesionales el factor económico también tiene mucho peso. Hay una sobreabundancia de graduados que provienen de colegios privados y en el caso de la mujer salir de una secundaria privada le compensa el factor de discriminación.
“No hay prueba de que tenga que ver con que hay una mejor educación, eso es falso, tiene que ver con las conexiones que tengo”, mencionó Blanco.
En los resultados de la investigación también se asegura que es falsa la creencia de que se contrata más de las universidades públicas, ya que la gran mayoría de los profesionales graduados son de universidades privadas; el mercado los absorbe a todos de manera uniforme.