Universitarias

Cortometraje “El color rojo” deja ver que el suicidio solo se puede prevenir

En Costa Rica –y en el mundo entero– hay una tendencia a minimizar las enfermedades mentales y el daño psicológico.

“El color rojo” es el nombre de un cortometraje de 16 minutos realizado por estudiantes de la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva (ECCC) de la Universidad de Costa Rica, cuya temática toca una de las realidades más difíciles de conversar en nuestra sociedad: el suicidio en la población adolescente.

Para compartir el producto, el equipo de producción formado por 10 estudiantes organizó un conversatorio el pasado martes 15 de marzo, en conjunto con el Programa Interdisciplinario de Estudios y Acción Social de la Niñez y la Adolescencia (Pridena) y el apoyo de la ECCC, en el auditorio de la Facultad de Educación.

La actividad contó con la participación de Sunny González –quien moderó la mesa–, docente de la Escuela de Enfermería de la UCR; Hannia Naranjo, trabajadora social del Hospital México; y las estudiantes miembros del equipo de producción: María José Ríos (directora), Raquel Hernández (productora) y Mandy Tristán, quien aportó la idea original para el guión del audiovisual.

Las futuras comunicadoras aportaron, desde sus propias experiencias, su opinión sobre lo difícil que es desarrollar y producir mensajes apropiados sobre un tema tabú.

Naranjo, desde su perspectiva profesional, lanzó al público una pregunta que hizo eco entre los asistentes: “¿Qué puede estar viviendo un joven para querer dejar de existir?”.

La trabajadora social instó a ser conscientes sobre las conductas autodestructivas, que poco a poco normalizan los sentimientos negativos que una persona puede tener hacia sí misma, que pueden devenir en un problema más serio.

Al final de la jornada, luego de haber abierto el micrófono al público, todos los asistentes –académicos, profesionales en ciencias sociales y estudiantes– coincidieron en que el primer paso es siempre romper el silencio.

Así inició todo

Mandy Tristán, quien desarrolló el guion original del corto en un curso de la ECCC, relató cómo una experiencia personal la llevó a preocuparse por el tema y plasmar un par de sus vivencias en la historia.

“Cuando yo estaba en undécimo [su último año de colegio] hubo un chico de sétimo que se suicidó. Nosotros intentamos acercarnos a nuestra orientadora, para ver si podíamos organizar conversatorios; pero, ella nos comentó que la situación se estaba manejando con los muchachos de sétimo, que eran ‘los afectados”, contó Tristán.

La guionista comentó también cómo le costó desarrollar la historia, pues tenía un “bloqueo mental”. Pese a su propia percepción, la idea fue aceptada en el curso Guión de ficción, y un semestre después varios estudiantes de Realización de cortometraje de ficción estaban entusiasmados por llevar la idea a la pantalla, incluida María José Ríos, quien asumió la dirección del corto. Eso sí, por acuerdo mutuo se decidió editar el guión.

“Yo sabía que mi guión no estaba listo para producirse, pero con tal de contar la historia y que se hablara del tema, no me importaba si era mía o estaba modificada”, agregó Tristán.

Para Ríos, fue fundamental lograr identificarse con la historia, ya que la construcción audiovisual no se logra únicamente con lo que está en el papel. “Sin la foto tan pensada, el arte tan detallado y la música tan emotiva y precisa, no se hubiera logrado el peso que tuvo”, afirmó.

Luis Ruiz, amigo cercano de Tristán, estuvo presente como oyente en su proceso creativo y posteriormente acompañó al docente José Fonseca en la edición del guión, para darle más peso a ciertas acciones dramáticas, conservando la esencia de la historia.

Para Ruiz, fue un reto observar otros productos audiovisuales sobre el tema y desarrollar de la mejor manera el cortometraje. En esto también coincidieron Tristán, Ríos y la productora Raquel Hernández.

Para el equipo de producción hubo un trabajo de investigación y autoedición muy fuerte, para lograr que la historia se percibiera real y cotidiana, así como intentar derribar mitos como que el suicidio tiene una causa única, o que únicamente afecta a personas de clases sociales bajas.

 

El equipo

Guión original: Mandy Tristán.

Edición de guión: Luis Ruiz, José Fonseca.

Producción general: Raquel Hernández

Producción: Luis Ruiz, Lucía Vázquez, Irina Méndez.

Asistencia de producción: Andrés Hidalgo.

Dirección: María José Ríos.

Asistentes de dirección: Mandy Tristán, Luis R. Ruiz.

Dirección de Arte: Aurora Rodríguez

Asistentes de Arte: Yinabeth Alcázar, Ana Irene Barrantes, Lucía Barrantes, Andrea Alfaro.

Dirección de fotografía: Valeria Miranda.

Cámara: Andrés Fuentes.

Sonido: Luigui Rodriguez, Sofía Corrales.

Edición: Sofía Corrales.

 

Conozca la historia

Si quiere ver el trailer del producto audiovisual, puede seguir este enlace.

 

Alerta

El Ministerio de Salud de Costa Rica considera a ciertos trastornos mentales como “enfermedades de notificación obligatoria” (según el decreto de vigilancia de la salud número 33.706-S). Entre las distintas afectaciones a la psiquis que el Ministerio considera está el intento de suicidio.

Según datos de la cartera de la Salud, en el 2014 se registraron 1.200 intentos de suicidio (tasa de 25,22 por cada 100.000 habitantes), siendo más frecuente entre mujeres.

Cartago, Limón y San José encabezan la lista de provincias con más intentos de suicidio registrados en el país, y Heredia es la que menos registra.

La Dirección de Vigilancia de la Salud Mental del Ministerio de Salud reportó en el 2014 tasas de hasta 80 intentos de suicidio por cada 100.000 habitantes, entre mujeres de 15 a 19 años, más del doble de casos que en los hombres del mismo rango de edad.

No se puede descuidar el dato que apunta a los intentos de suicidio entre mujeres de 10 a 14 años: 50 por cada 100.000, mientras que en los hombres de ese mismo sector etario la tasa alcanza apenas a los 10 por cada 100.000 habitantes.

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