El Mar Caribe guarda miles de enigmas e historias, que se remontan a escenarios de siglos de pasados y a la llegada de barcos europeos a nuestras costas. Parte de esta historia aún vive en el silencio y es desconocida por las comunidades caribeñas.
Una de ellas es la que podría contar los restos de dos galeones que se encuentran en las profundidades del Parque Nacional Cahuita, que hasta entonces, ha sobrevivido a la fuerza del océano rodeada de mitos y leyendas.
Pero todo podría cambiar pronto, gracias a un grupo de buceadores de la zona y a la comunidad, que buscan esclarecer el origen de los barcos sumergidos.
Aunque la creencia de que se tratan de barcos piratas se ha transmitido de generación en generación, la hipótesis más fuerte es que los galeones ubicados en el Caribe corresponde a los barcos Fredericus IV y Christianus V, que la historia ha dado como perdidos.
“De niños vimos cañones, ladrillos y balas de hierro pegadas en el fondo, también cuchillos, que ya se los llevaron todos, no les prestamos atención porque entonces se pensaba que no tenían ningún valor; para los locales estos solo eran restos de barcos pirata”, contó Carlos Mairena, guía turístico que se crió en la zona.
Pero la historia y la investigación podrían indicar que son los galeones daneses perdidos, que transportaban personas esclavizadas desde África y naufragaron hasta la costa costarricense alrededor de 1710, de acuerdo con María Suárez, periodista y coordinadora del Centro Comunitario de Buceo Embajadores y Embajadoras del Caribe, instancia que lleva a cabo la investigación.
Las expediciones de buceo arqueológico realizadas en el lugar han permitido recolectar históricos objetos como ladrillos, cañones y hasta grilletes, pertenecientes a los restos de los galeones.
Los ladrillos amarillentos encontrados en Cahuita serán comparados químicamente con otros pertenecientes a barcos daneses de otras partes del mundo. Los materiales fueron traídos por el arqueólogo danés Andreas Bloch, quien trabajará durante un año en el sitio y colaborará en el proyecto de investigación.
Si la hipótesis planteada por los limonenses resulta ser cierta, Costa Rica esconde bajo sus aguas a los barcos Fredericus IVy Christianus V, que se presume que desembarcaron en las costas costarricenses a más de 600 africanos, quienes fueron esclavizados por los ingleses, mientras que otros huyeron a las montañas de Talamanca.
Trabajo comunitario
Hace un par de años, algunos jóvenes de la zona tenían el deseo de aprender a bucear, por lo que se entrenaron a través del Centro Comunitario de Buceo Embajadores y Embajadoras del Caribe. Ahora, esos mismos jóvenes, colaboran en el estudio de los galeones.
Con la especialización de los buceadores en estos sitios, se busca abrir nuevas fuentes de oportunidades a los jóvenes del Caribe y generar ofertas de turismo subacuático cultural.
“Nuestro lema era bucear con propósito, para la conservación de los mares (…) ahora, incursionamos en una dimensión de la cultura arqueológica comunitaria”, explicó Suárez.
Así, todo lo dicho por los pescadores y locales de Cahuita se fue convirtiendo poco a poco en hipótesis, “para encontrar la identidad de los barcos, mezclando el conocimiento científico y el conocimiento ancestral”.
“También se tomaron en cuenta los pocos estudios de los últimos 50 años que hay sobre estos barcos, algunos hechos por arqueólogos estadounidenses”, dijo la periodista.
Desde el centro, también se pretende educar a la población en el manejo y la importancia del patrimonio que se ubica bajo agua. “Contar con una comunidad formada e informada es clave para el cuidado del patrimonio subacuático”, dijo Suárez.
“No somos historiadores, pero estamos haciendo historia”, se titula una memoria el IV Seminario “Un Diálogo de Saberes, Quehaceres y Deberes en la Arqueología Comunitaria en el Caribe Sur”, una de las acciones para informar acerca de los avances en la investigación de los galeones sumergidos.
El proyecto de investigación, que inició en el 2016, ha contado con el apoyo de la comunidad limonense así como del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), la Universidad de Costa Rica (UCR) desde su sede en el Caribe y universidades internacionales como la de Carolina del Este.