Universitarias

Ciclos sísmicos apuntan hacia posible terremoto en Osa

Expertos de la RSN señalan que la periodicidad advierte el movimiento, pero recuerdan que el próximo “gran terremoto” puede ocurrir en cualquier otro sitio.

En los registros de la Red Sismológica Nacional (RSN) data que la Zona Sur de nuestro país fue sacudida por terremotos en 1904, 1941 y 1983, una periodicidad que -según especialistas- marca una tendencia de 40 años pronta a cumplirse nuevamente.

Al respecto, el sismólogo de la RSN Lepolt Linkimer aseguró a UNIVERSIDAD que efectivamente se trata de un terremoto que “inevitablemente va a ocurrir”, puesto que -como en otras ocasiones y en otros casos específicos- existen ciclos sísmicos que permiten que se vislumbren posibles sismos en zonas específicas.

“Hay dos zonas en Costa Rica donde los terremotos son muy frecuentes: la Península de Nicoya y la Península de Osa, la frecuencia de los terremotos en estas dos zonas es muy alta, de 50 años aproximadamente en Nicoya y de 40 en Osa”, explicó Linkimer.

Al respecto, aseguró que es muy positiva la labor que realiza la Universidad Nacional (UNA) a través del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), con el que -aseguró- no existe, ni puede existir, “diferencia de criterios”.

“Ese terremoto inevitablemente va a pasar y nos parece bastante bien que se instrumente la zona y exista el interés científico en los compañeros de la UNA de capturarlo muy bien, es un gran aporte”, manifestó.

En esta línea, recordó cómo el interés científico favoreció a la Península de Nicoya, en la que ocurrió un terremoto de 7.6 grados a 20 kilómetros de Sámara en setiembre de 2012.

En aquella ocasión, el movimiento ocasionado por la subducción de la placa Cocos con la Caribe ocurrió tras varios años de “espera”, unos 62 años después del último gran sismo en la zona, un 5 de octubre de 1950.

Sismicidad latente

El “pronóstico” está dado; sin embargo, Linkimer asegura que es igualmente importante recordar que esta observación no representa que el próximo gran terremoto vaya a ser en la Zona Sur, precisamente.

Al respecto, señaló que esta “no es la única zona que está expuesta a un sismo fuerte”, puesto que estas actividades geológicas “pueden ocurrir en cualquier momento y cualquier lugar“.

“Fue la misma historia con Nicoya, muchas veces los medios de comunicación quieren darle un énfasis distinto al interés científico por investigar esas zonas, entonces le dan tintes de predicción”, señaló el sismólogo.

Ante esta situación, el especialista advierte que es importante reconocer el aporte científico más como una observación y no como un señalamiento de preparación única para la zona determinada, puesto que la idea puede generar percepciones erróneas.

En esta línea, Linkimer recordó que aún no existen métodos para determinar cómo o cuándo serán todos los terremotos, reto científico ante el que -según reconoce- parece que “seguimos lejos” de encontrar una respuesta.

Ante esta situación, destacó que lo más importante sigue siendo la preparación para este tipo de eventos, algo que Costa Rica ha logrado gracias a sus entes de emergencia y el Código Sísmico para la construcción. “Prueba está que Sámara no fue tan desastroso”, apuntó.

Además, Linkimer recordó que Costa Rica sigue siendo un país altamente sísmico, en el que últimamente quizás no se recuerdan grandes movimientos, pero -principalmente- porque estos han ocurrido lejos del Valle Central.

“Sí han ocurrido sismos, lo que pasa es que no se han sentido tan fuerte en el Valle Central y solemos recordar solo los que sentimos fuertes, pero sí han ocurrido algunos como el de Capellades y los sismos de Bijagua el año pasado”, señaló el especialista.

“A la gente inclusive ya se le olvidó el terremoto del 2012 en Guanacaste, recuerdan el de Cinchona porque se sintió muy fuerte”, subrayó.

Además, el geólogo Mauricio Mora recordó que existen otros efectos que generan que las personas recuerden más ciertos sismos que otros, como los efectos colaterales que provocan (deslizamientos, muertes, etc.) o la fecha en la que ocurren (como el terremoto de 1983, que ocurrió la noche de un Sábado Santo).



Mitos y recomendaciones

Mitos

  • Es falso que exista conexiones entre el calor y los temblores. Alaska, por ejemplo, es uno de los lugares más sísmicos del planeta y siempre permanece frío.
  • Los terremotos tampoco guardan conexiones temporales con festividades o meses específicos, pueden ocurrir en cualquier momento del año.
  • Los animales no anuncian la ocurrencia de terremotos, no hay evidencia científica al respecto, aunque sí se ha estudiado que perciben las primeras señales sísmicas (no una predicción, es una reacción).

Recomendaciones

  • Dar seguimiento y hacer caso a las fuentes oficiales: (Comisión Nacional de Emergencias (CNE), Red Sismológica Nacional (RSN), Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) e Instituto Meteorológico Nacional (IMN)).
  • Mantener una actitud preventiva.



Eventos recientes han favorecido crecimiento de la RSN

La constante actividad volcánica de los últimos meses no solo ha dejado más trabajo a la RSN, sino que -según reconocen sus funcionarios- también ha facilitado un proceso de crecimiento y de ampliación con nuevos equipos y estaciones.

Así, por ejemplo, el sismólogo Lepolt Linkimer asegura que “durante los últimos años ha habido una ampliación de la Red bastante importante”, en la que incluso “se han colocado nuevas estaciones en distintas partes del país”. En total, la RSN pasó de contar con 45 estaciones a inicios de 2015 a 138 estaciones en la actualidad.

Estos mecanismos y sus respectivas equipaciones son financiados con fondos de la Universidad de Costa Rica (UCR) y del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), ente con el que se tiene un convenio de colaboración que impacta principalmente las labores de la Red fuera del Valle Central.

Según el geólogo Mauricio Mora, el crecimiento de la RSN también ha sido particularmente interesante en el campo volcánico, principalmente por “el incremento en el acceso a instrumentos”,  que ha servido para “correr un poco más de la cuenta” y “mejorar el trabajo y la cobertura”.

Todo esto, según el especialista, ha funcionado para mejorar el monitoreo de los volcanes activos, por lo que incluso ya se piensa en ampliar estas funciones a macizos que “en algún momento geológico van a tener que entrar en actividad nuevamente”, como es el caso del Irazú, el Barva o el Platanar.

Con esto, se pretende mejorar la “gestión de riesgo”, puesto que se trata de volcanes que pueden despertar “en cualquier momento”, muy cercanos al Valle Central. Además, se piensa en trabajar con volcanes como el Miravalles y el Tenorio, para lo que también se cuenta con el apoyo del ICE.



 

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