Universitarias A 24 años de Ley 7600

Campus de UCR aún incumple con accesibilidad física

Un recorrido por el campus central permitió identificar al menos 30 puntos físicamente inaccesibles para personas con discapacidad.

Postes y árboles que se atraviesan en las aceras, tramos cubiertos en piedras o césped, rampas ausentes o mal diseñadas, aceras rotas, baldosas guía mal colocadas, rótulos inexistentes o mal diseñados son algunos de los obstáculos con que se enfrentan a diario decenas de universitarios que viven con alguna discapacidad y estudian o trabajan en el campus central de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Semanas atrás, una denuncia realizada por Alex Vásquez, estudiante de Letras, levantó críticas sobre la infraestructura universitaria y los protocolos que deben implementarse para garantizar la inclusión de las personas con discapacidad en los espacios universitarios. Otros relatos señalaron obstáculos para garantizar interpretación en Lesco, malas experiencias en el tránsito en el campus o con los servicios que la institución brinda.

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“Pensamos en el edificio y luego en la rampa, en vez de diseñar un edificio con una entrada que sirva para todos. Tenemos que aprender a pensar en que todo sea para todos”.

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En abril se cumplen 24 años de la aprobación de la Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (7600) y, según las oficinas técnicas, la inversión en la infraestructura universitaria se hace de conformidad con la legislación.

No obstante, un recorrido por las fincas 1, 2 y 3 permitió identificar al menos 30 puntos físicamente inaccesibles para personas usuarias de silla de ruedas, con alguna dificultad de movilidad o personas ciegas.

Siguiendo la guía de estudiantes universitarios que tienen alguna discapacidad, UNIVERSIDAD realizó un reconocimiento del campus, y documentó los puntos en que no se han tomado medidas para la accesibilidad física; o sí se ha hecho, pero mal (ver mapa y recuadro “El mapa de la inaccesibilidad”).

Este reportaje parte de un informe sobre accesibilidad realizado en 2014 por el Colectivo de Estudiantes con Discapacidad Visual, que enumeró zonas problemáticas. Muchas de ellas ya se han resuelto pero otras persisten o no habían sido identificadas.

“Estréllese aquí”

Para Alexa Torres, estudiante con baja visión, el principal problema son los rótulos y las aceras. Entre los obstáculos señala huecos en medio de una acera marcada por baldosas guía, su mal uso o ausencia, así como los rótulos inexistentes, con letras pequeñas, pintados en puertas transparentes que dificultan cotidianamente su vida en la universidad.

“A menudo llego tarde porque tengo que pedir ayuda para leer el número de aula o para encontrar un edificio, aún en los edificios nuevos”, cuenta. La estudiante indicó que si bien el campus es viejo y puede entender que los edificios más antiguos no sean accesibles, “no me cabe en la cabeza cómo construyen Ciencias Sociales sin pensar en rótulos accesibles. Tiene rampas y baños, sí, pero solo eso no hace que sea accesible”, explicó.

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“En el semáforo peatonal frente al Edificio Saprissa, por ejemplo, la baldosa guía directamente al poste, eso es un claro ‘estréllese aquí’ para nosotros”.

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La joven agregó que no es inusual que en su tránsito por el campus se encuentre con que las baldosas del suelo (generalmente amarillas, con textura de líneas o círculos) topen súbitamente con un árbol o un poste. “En el semáforo peatonal frente al Edificio Saprissa, por ejemplo, la baldosa guía directamente el poste, eso es un claro ‘estréllese aquí’ para nosotros”, relató.

También es usual que por no entender su funcionalidad, si en el proceso de construcción se acaban las baldosas de líneas, se usen las que tienen círculos para continuar demarcando un camino, aunque esas tienen un significado distinto para las personas ciegas.

Johnny Núñez, estudiante universitario que usa silla de ruedas, comentó que su experiencia con respecto a la accesibilidad ha sido positiva, aunque entiende que no todo siempre será fácil. Sí, dijo, hay espacios complicados y situaciones incómodas pero como miembro de la Comisión Institucional en Discapacidad (CID) afirmó que le consta el interés institucional para mejorar las condiciones y aplicar el diseño universal.

“Yo sé que a la gente de Servicios Generales, la de Planificación, los de Transportes, les importa y mucho. Yo sé lo que es que en verano, cuando no hay buses con rampa porque los mandan a reparaciones, me lleven de un espacio a otro en un vehículo oficial para facilitarme las cosas”, comentó.

Todas las zonas dedicadas a la recreación y el deporte en el campus están rodeadas de grava o zacate, de modo que no son accesibles para personas con discapacidad. (Foto: Daniela Muñoz).

“Pensar en que todo sea para todos”

Para comprender las formas en que la universidad incorpora o no el diseño universal al desarrollo de su infraestructura, UNIVERSIDAD conversó con Ligia Bartels de la Oficina Ejecutora del Programa de Inversiones (OEPI), Lizbeth Alfaro, del Cased, y Diego Araya, de la sección de Gestión y coordinación de Servicios Generales.

La principal dificultad que reconocieron es la antigüedad de los edificios del campus y la poca noción sobre accesibilidad que se tenía cuando se construyó la mayor parte de los edificios.

Otros obstáculos han sido las características propias de los terrenos y, por supuesto, el presupuesto y la voluntad política de quienes lo administran. Ligia Bartels aseguró que desde hace años todos los nuevos proyectos incluyen elementos de accesibilidad y que siempre se priorizan las obras que resuelven problemas existentes; no obstante, el presupuesto no es infinito y las prioridades de la administración pueden ser distintas.

Ejemplo de esto, dijo, son las más de 36 intervenciones que se han realizado en los últimos 18 años entre las que se cuentan instalaciones o sustituciones de elevadores, readecuación de accesos o construcción de rampas, e instalación de servicios sanitarios accesibles.

Alfaro, directora del Cased, afirmó que es utópico pensar en que el campus llegue a ser 100% accesible y que siempre se presentarán dificultades. Aun así, en la institución hay voluntad y que si no se puede modificar la infraestructura, se brindan alternativas como acompañamiento o servicios adicionales, como el del bus interno, cuyos choferes tienen instrucciones de detenerse donde una persona con discapacidad lo solicite y llevarla hasta su destino, esté en ruta o no.

Por su parte, Diego Araya aseguró que lo que hace falta aprender a construir a partir del diseño universal. “Muchos de los problemas en infraestructura que tiene la Universidad existen porque pensamos en la accesibilidad como algo extra, no como lo primero. Pensamos en el edificio y luego en la rampa, en vez de diseñar un edificio con una entrada que sirva para todos. Tenemos que aprender a pensar en que todo sea para todos”, comentó.


El mapa de la inaccesibilidad

Iniciamos el recorrido en la oficina del Centro de Asesoría y Servicios a Estudiantes con Discapacidad (Cased) y encontramos que su acceso es irónicamente inaccesible. El parqueo frente a ella y la falta de aceras, así como raíces de árboles atravesadas, dificultan el tránsito.

Hacia los edificios administrativos encontramos aceras rotas o sin demarcación y baldosas guía que se interrumpen de pronto. En la Junta de Ahorro y Préstamo, la entrada solo cuenta con una rampa angosta.

Llegando al comedor estudiantil las pendientes son el principal desafío, uno que no se puede resolver sencillamente. Las gradas en la esquina de la Biblioteca Luis Demetrio Tinoco, las que suben al Centro de Informática desde Ciencias Económicas y unas cuantas aceras quebradas, además de la falta de guías, complican la movilidad de personas usuarias de silla de ruedas o con discapacidades visuales. En Letras faltan guías y hay zonas difíciles de transitar por daños en las aceras, además de que el ingreso frente a la Escuela de Geología es completamente inaccesible.

En la zona de salud se encuentra parte de la infraestructura más vieja de la universidad. Se han hecho cambios, pero algunos problemas persisten. Raíces y árboles atraviesan las aceras, y no hay guías en muchos tramos de ellas. De las tres entradas que tiene Microbiología, solo una es accesible: otra es una pendiente no pavimentada de piedra con un caño amplio y por la parte de atrás hay una rampa que termina en una grada, de modo que es inutilizable.

Detrás de Biología, las calles que dan acceso a los Laboratorios de Ensayos Biológicos son difíciles de transitar aún en carro o caminando. Huecos, piedras, caños, obstáculos y falta absoluta de aceras hacen de este el punto más inaccesible del campus.

En lo que se conoce como la fachada de la universidad, desde Educación hasta el kiosco, hay zonas en que no hay guías en el suelo y la única forma de transitar en una silla parece ser sobre la calle. No obstante, las remodelaciones que se están haciendo en el paso que comunica el edificio de Generales, Aulas, con Educación y Artes son es justamente para mejorar su accesibilidad.

En Finca 2 de nuevo las pendientes son problemáticas, tanto que la universidad sugiere el uso del bus interno. Alrededor de los edificios nuevos hay rampas y guías, pero en las partes más antiguas reaparecen las rampas angostas, las aceras quebradas, sin marcas y llenas de gradas. La entrada al Ciemic, por ejemplo, es imposible para sillas y muy poco amigable para un bastón.

En las Instalaciones Deportivas, finalmente, hay zonas donde no hay aceras, menos rampas, aunque algunas salas y gimnasios sí tienen entradas accesibles. En general, los espacios para la recreación y el deporte parecen no ser inclusivos. Por ejemplo, todos las máquinas para ejercitarse del campus están sobre zacate o piedra, y ninguna acera lleva a ellas, igual que el Eco Rincón de Lectura, que se encuentra cerca de Letras.

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