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Ácaros miden calidad ambiental de la tierra

 Una investigación del Centro de Estructuras Microscópicas de la UCR quiere utilizar una especie de ácaros para determinar la calidad ambiental de los suelos.

Los ácaros son organismos microscópicos, pueden medir desde 0,1 hasta 10 milímetros, un tamaño tan pequeño que resulta prácticamente invisible para el ojo humano. ¿Imaginaría entonces que un ser tan microscópico pudiera utilizarse como un indicador de calidad ambiental? Esto es posible gracias a un tipo de ácaros: los oribátidos.

Los oribátidos son uno de los grupos de artrópodos dominantes en el suelo, donde alcanzan densidades de cientos de miles de individuos por metro cuadrado. Ahí, promueven el crecimiento de hongos y bacterias, y contribuyen a formar su microestructura. Pero, además de eso, estos microorganismos tienen un ciclo de vida muy largo que puede ir de cuatro a cinco años, razón por la cual pueden ser indicadores viables de cómo está la calidad del suelo en condiciones biológicas, químicas y físicas.

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Esta investigación del Ciemic es un tema novedoso que nunca se había estudiado a fondo en el país y que ha implementado técnicas como la microscopía electrónica.

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Trabajar en esa línea es lo que pretende un grupo de investigadores del Centro de Estructuras Microscópicas (Ciemic) de la Universidad de Costa Rica (UCR), compuesto por los biólogos Olman Alvarado, Paula Calderón y la estudiante de grado Nicole Gamboa.

Este tipo de ácaros han sido muy utilizados en países de Europa y Estados Unidos para indicar contaminación por metales pesados producto de la minería, así como por químicos que se derivan del uso de fertilizantes y pesticidas en los cultivos.

El ingeniero Olman Alvarado Rodríguez lidera el equipo de investigación (en la foto junto a la estudiante que colabora en el proyecto).

“Esto tiene importancia ambiental también, porque se pueden utilizar como un indicador de biomagnificación. Es a partir del suelo como esto se empieza a acumular en los diferentes organismos hasta que al final, por la dieta, llega a nosotros los humanos”, indicó Olman Alvarado.

El interés por estudiar este tipo de ácaros surgió desde que Alvarado comenzó a desarrollar su tesis y se dio cuenta de que en Costa Rica ese grupo no se había estudiado mucho y existía registro de solo 50 especies. Luego de comenzar a realizar más estudios, encontraron entre 3.000 y 6.000 especies, muchas nuevas, que no se habían reportado nunca en Costa Rica.

“Descubrimos especies nuevas para la ciencia, para Costa Rica y Centroamérica. Ahora, con este proyecto específicamente, hemos encontrado una familia y una especie de ácaros que no es precisamente oribátida, pero está asociada porque son ácaros del suelo, de otro grupo, pero que no ha sido reportada nunca en Centroamérica”, comentó el coordinador.

CIENCIA CON ÁCAROS

El proyecto que coordina actualmente Alvarado trata de enfocarse entonces en dos líneas: por un lado, identificar qué especies de ácaros hay, en qué cantidad y en qué condiciones varía; y por otro, realizar análisis elementales para determinar si en los cuerpos de estos organismos se están acumulando metales pesados, una de las mayores preocupaciones por el uso de los agroquímicos, y que esto eventualmente pueda llegar a los humanos por medio de la dieta.

El estudio está concentrado específicamente en tres lugares con tres diferentes tipos de suelo: los bosques de los Cerros de La Carpintera (suelo no intervenido o manipulado), una finca agroecológica del INA ubicada en La Chinchilla de Cartago (no se utilizan agroquímicos en sus suelos) y una finca tradicional en Cot de Cartago, que produce cebollas y hortalizas en general, con agroquímicos y fertilizantes.

De acuerdo con Olman Alvarado, estos sitios fueron escogidos no solo por su cercanía a la Universidad, sino también porque son de importancia para la producción agrícola en Costa Rica. La zona alta de Cartago es una de las de mayor importancia en la producción de hortalizas a nivel nacional y los Cerros de La Carpintera están a una elevación similar de los otros sitios, lo cual es importante para que exista punto de comparación.

Los investigadores lo que hacen básicamente es tomar porciones de tierra de forma aleatoria, con medidas de 20×20 centímetros y hasta 10 centímetros de profundidad. Estas se meten en bolsas y se llevan al laboratorio del Ciemic en donde son procesadas para obtener los microorganismos que se necesitan, los ácaros oribátidos en este caso. Luego, los microorganismos son analizados con diferentes técnicas para observar su estructura e identificar si su cuerpo está acumulando metales pesados o no.

Según Alvarado, lo que esperan obtener con esta investigación es una diferencia en cuanto a la cantidad, diversidad y abundancia de especies en los diferentes sitios, así como documentar cuáles especies se están encontrando ahí. “Esto es un campo incipiente acá en Costa Rica, entonces lo probable es que encontremos nuevas especies para el país y para la ciencia y esto nos permitiría enriquecer el conocimiento de la diversidad de este grupo a nivel nacional y regional”.

Además, la comparación con diferentes suelos y diferentes manejos agriculturales puede servir también para identificar cuál de los diferentes tipos de modelos agrícolas que se están utilizando propicia que exista una mayor salud en el medio y cómo esto puede ser un indicador para mejorar las prácticas de agricultura en beneficio de la salud humana.

“Para mí, como biólogo, lo que más me interesa es qué diversidad de especies existe en el país para los oribátidos, porque no se sabe mucho, pero sobretodo porque se puede aplicar lo que se llaman índices de calidad. Para yo poder aplicar un índice, primero tengo que saber qué especies hay, pero si en Costa Rica nunca se ha estudiado no puedo, es por eso que esta investigación tiene importancia”, concluyó el coordinador.

Este proyecto del Ciemic, que inició su muestreo en enero de este año, pretende realizar otro en la época lluviosa (aproximadamente en el mes de setiembre) y luego realizar dos más en el 2019, para obtener los resultados finales de la investigación para el año 2020.

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