“La adolescencia es esa etapa de la vida en donde muchas cosas se prueban por primera vez: te dan un beso por primera vez, probás alcohol por primera vez” describió Cristian Esquivel esa confusa etapa de la vida y que es el tema centra de la obra que dirige: Curva Peligrosa. “Hay mucha ansiedad por vivir la vida de adulto”, comenta.
Esquivel vio por primera vez la obra en un festival en México y le inspiró la temática como persona adulta. La obra, escrita por el dramaturgo Edeberto “Pilo” Galindo e interpretada por el Teatro del Sol, cuenta la historia de tres amigos: Adrián (Jagdish Hall), Corina (Cristina Arce) y Carlos (Iván Álvarez). El trío de colegiales encuentra en su amistad un vínculo muy fuerte y un refugio muy importante que no encuentran en los adultos.
Como todo adolescente, los chicos deben tomar decisiones, algunas sabias, algunas no tanto, y tienen que sufrir las consecuencias de esas decisiones.
El texto fue adaptado por Kyle Boza y la historia se apega más al contexto costarricense. Además, se incrementó el elenco, de 3 estudiantes a 6, para identificar arquetipos y estereotipos como “el rebelde” o “el estudioso”.
También se incluyó la presencia de tres adultos que representan las autoridades de la institución educativa de una manera muy particular, ya que los adultos no tienen voz en la obra, literalmente.
“Lo que se hace es buscar la metáfora de cómo es que para el adolescente el adulto no tiene voz,” explicó Carlos Rodríguez, el actor que encarna al director del centro educativo. “Ellos solo escuchan lo que quieren escuchar cuando un adulto les habla. Además, la forma en la que el adulto suele abordar al adolescente no es la más adecuada.”
Por su parte, Mercedes Gazel, quien interpreta a Laura (una de las alumnas del colegio), asegura que tanto los adultos como los más jóvenes se van a sentir identificados con las situaciones presentadas en la obra, ya que se aborda un amplio espectro de temáticas, que abarcan desde las adicciones y la sexualidad, hasta la complicidad y la inseguridad.
“En algún momento nos sentimos fuera de lugar o queremos dar lo mejor de nosotros, pero una circunstancia externa no nos deja, ya sea un pie fracturado, que no nos guste fumar o que no estemos de acuerdo con lo que está pasando” ejemplificó Gazel. “Todo el mundo tiene por lo menos una experiencia de ese tipo en la vida.”
“Para mí todos pasamos por esa curva peligrosa que representa la adolescencia,” concluyó Cristian Esquivel. “Algunos salimos airosos, otros no tanto. Pero no solo hay problemas, en una curva peligrosa se pueden hacer cosas maravillosas.”
Curva Peligrosa se presenta sus últimas cuatro funciones en el Teatro Universitario de jueves a sábado a las 8 p.m. y el domingo a las 6 p.m. El Teatro Universitario está localizado en la Avenida de la Cultura, 100 metros este de la Librería de la UCR, en San Pedro. La entrada general vale ₡4.000, ₡3.000 para estudiantes con carné. Se pueden realizar reservaciones al 2511-6722
“Uno no se puede perder esta obra por esa oportunidad de reflexionar, tanto si soy adolescente sobre qué estoy haciendo con mi vida, o como si soy adulto que estoy vinculado con un miembro de mi familia o amigo adolescente y poder entenderlo y ayudarlo en ciertas situaciones”, dijo el director.
Detrás de la música
Stephanie Jiménez, estudiante de la Escuela de Artes Dramáticas, no sólo tuvo la oportunidad de interpretar a la profesora del centro educativo en Curva Peligrosa, sino que también contó con la experiencia de realizar la musicalización de la pieza teatral. UNIVERSIDAD conversó con Stephanie para conocer acerca de ese proceso creativo.
¿Cómo fue el proceso de musicalización?
El Teatro del Sol es un proyecto estudiantil y experimental, entonces todo ocurre muy rápido y hay que hacerlo demasiado efectivo y rápido entonces el proceso con la musicalización fue similar. La obra la montamos en unos cuantos meses y el proceso de musicalización hubo que montarlo cuando ya estaba lista la marcación escénica, basado en eso y más o menos la intuición musical mía. Todo depende de los actores, de lo que pasa en escena, entonces con mi intuición me fui con la idea de las escenas y de cada atmósfera, qué pedía esa escena musicalmente, qué necesitaba o de qué la podía apoyar. Como es una obra muy dinámica, hay mucho movimiento escénico que yo quería que estuviera apoyado de música de fondo que ayudara al ritmo, que nos mantuviera a todos nosotros dentro de la obra y también al público en sintonía con lo que está sucediendo. Básicamente fue eso, tomar de cada escena la atmósfera y a partir de ahí construir algo musical que la apoyara y que la sustentara, que no le robara foco, que fuera algo de apoyo.
¿Sentís que haber sido un personaje en la obra te facilitó el trabajo de musicalizar la obra?
Sí, por lo general en el teatro los demás diseñadores nunca están tan metidos dentro del proceso actoral. Entonces haber estado yo dentro me daba muchas herramientas también para nutrir la música, para saber a qué tempo podían ir las cosas. Fue importante saber el concepto básico, porque no es lo mismo nada más llegar a un ensayo y verlo que ya estar dentro del proceso de varios meses.
¿Por qué los costarricenses no se pueden perder esta obra?
Por varias razones: los adolescentes no se la pueden perder porque les habla directamente de temas que en sus casas y colegios por lo general no se les habla. Los adultos no se la pueden perder porque es una obra que nos hace recordar nuestros momentos de adolescencia y todos nuestros errores y los momentos en los que estuvimos ahí, donde están Corina, Carlos y Adrián, y también los niños pueden venir a verla acompañados de sus padres porque creo que es momento de que les empecemos a hablar las cosas desde ya porque la tecnología y todo el mundo les da mucha información desde pequeñitos. Creo que desde ya hablarles de esos temas les ayuda para que vayan sabiendo cuál es la realidad a la que se van a enfrentar. Por eso es que no se la pueden perder. Habla directamente y habla de los temas que son actuales.
