El futuro del mundo del trabajo presenta grandes desafíos, frente a una acelerada evolución y cambio de las formas de empleo, que incluye la digitalización, automatización y el cambio climático. Ante esta nueva realidad, los sistemas de protección social sostenibles toman un puesto relevante para garantizar las condiciones idóneas de los trabajadores.
Durante la Conferencia Internacional del Trabajo que se realiza en Ginebra, Suiza, expertos en la materia fueron enfáticos en que se requiere poner en práctica políticas de creación de empleos decentes, aunado a iniciativas de protección social para ayudar a los trabajadores, sobre todo a los más vulnerables, a gestionar las transiciones laborales que experimentan a lo largo de su vida.
Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) explicó que el 55% de la población mundial sigue sin estar cubierta por la protección social, por lo que resulta clave un mayor compromiso por desarrollar este tipo de sistemas.
Esto significa que unos 4.000 millones de personas en el mundo se enfrentan a un obstáculo que incide directamente en su desarrollo económico y social y hay zonas que lo sufren con mayor fuerza. No cuentan con ningún tipo de protección social.
Las cifras son claras, sólo el 29% de la población mundial está protegida por un sistema de seguridad social integral, el cual abarca desde prestaciones infantiles y familiares, beneficios de maternidad, desempleo, accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, así como pensiones de invalidez, vejez y sobrevivientes, hasta la protección social de la salud.
Según el máximo representante de OIT, las personas viven durante su vida laboral diversas transiciones, cambios de trabajo, la jubilación, incluso quienes se reincorporan al trabajo luego de pensionarse. Estas transiciones se ven más afectadas por la revolución tecnológica y demográfica.
Un total de 1.300 millones de niños carecen de cobertura en el mundo, 83 millones de madres de recién nacidos tampoco cuenta con un sistema de protección, mientras que 152 millones de trabajadores desempleados sufren se encuentran desprotegidos.
Por su parte, Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) recordó que hay una creciente brecha entre ricos y pobres, no sólo de índole económica, sino también social política y de derechos humanos, con cambios demográficos que inciden en las diferentes poblaciones.
“El desempleo crece en todo el mundo, los jóvenes tienen tres veces más riesgo de estar desempleados, mientras que en ciertas zonas del mundo la población envejece, presionando a la protección social. Viene la robótica y la automatización creando nuevas formas de trabajo, pero no toda la gente está preparada y sufre discriminación”, dijo Bachelet.
La Alta Comisionada de ACNUDH indicó que una forma de gestionar los cambios es invertir en el derecho a la educación y luchar contra las desigualdades, porque en algunos países los jóvenes no están en la educación universitaria, la profesional, ni en el empleo, mientras que en otras naciones tienen educación, pero no se adecúan a las posibilidades de empleo.
“Los niños y jóvenes tienen que estar equipados para la revolución industrial 4.0, las personas mayores deben reconvertirse y para asegurar que nadie se quede atrás se debe invertir en formación, desarrollar capacitación según las necesidades del mercado y establecer alianzas público-privadas leyes de género y protección social”, añadió.
Para alcanzar la meta de los objetivos de desarrollo sostenible en materia de seguridad social universal será indispensable poner en práctica sistemas y medidas apropiadas para la protección de los trabajadores, incluyendo niveles mínimos, así como el establecimiento de pisos de protección social.
