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Nicaragua: la marcha de los “minúsculos”

Miles de nicaragüenses tomaron las calles de Managua este miércoles para protestar una vez más en contra del gobierno de Daniel Ortega

 

Managua. Para la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo los opositores al gobierno de su esposo, Daniel Ortega, son una minoría disconforme, a los que califica de “minúsculos grupos alentadores del odio”.

Pero este miércoles, esos “minúsculos”, como dice Murillo, se encontraron en Managua y resultaron ser decenas de miles, y lo cierto es que no es la primera vez que una parte de la población nicaragüense tiñe las arterias de Managua de azul y blanco, en las últimas semanas. Porque los “minúsculos” están fraguando una insurrección, y contraria a la de 1979, se está gestando desde la llamada a la protesta pacífica.

El monumento al boxeador nicaragüense, Alexis Argüello fue aprovechado por algunos manifestantes para acompañar el paso de la protesta. (David Chavarría)

Los nicaragüenses están cansados de la violencia y exigen paz. Pero esa paz tiene condiciones para un sector del pueblo, y uno de esos requisitos es la salida, en pleno, de Ortega y su gobierno. Mientras eso sucede, las movilizaciones pacíficas son la única arma con que cuentan para presionar la defenestración del gobierno sandinista.

La marcha nacional convocada por organizaciones estudiantiles, este miércoles, pone en jaque al gobierno de la “revolución”, al gobierno “sandinista”, y una vez más se reitera el llamado a una transición política en Nicaragua. Una transición que aún es incierta y dependerá de una mesa de diálogo convocada por el Ejecutivo nicaragüense como una forma de aplacar el levantamiento popular.

Sin embargo parece ser que ya nada revierte la decisión de miles de nicaragüenses de repudiar a su gobernante, y las calles son ahora el referéndum, en donde la población opina sobre la gestión de Ortega en los últimos 11 años de gobierno.

Es simplista decir que el malestar de los nicaragüenses comenzó con las manifestaciones en contra de reformas al sistema de Seguridad Social de Nicaragua (INSS). Pero esa decisión, de Ortega, sacó a muchos nicaragüenses a las calles en abril pasado.

Las manifestaciones de abril fueron reprimidas por la policía y en cuatro días, 47 personas -principalmente estudiantes universitarios- fueron asesinados en Nicaragua, esto según un informe elaborado por el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH).

Ortega anuló las reformas al INSS apenas 72 horas después de estar vigentes, pero el efecto generado ya era irreversible. El asesinato de los estudiantes indigna a un país que deposita en manos de los universitarios el futuro de más del 60% de su población en condiciones de pobreza.

Una nueva mayoría

La marcha convocada para este miércoles agrupó a decenas de miles de nicaragüenses que viajaron de todas partes del país, bajo las consignas de “traidores”, “asesinos” y “que se vayan”.

Estudiantes universitarios, campesinos, empresarios y ciudadanos se encontraron en la denominada rotonda de Metrocentro en Managua a las dos de la tarde y pese al abrumador calor que se sentía, la población no falló y desde antes de esa hora las calles se copaban de banderas bicolores que casi imposibilitaba el tránsito vehicular.

Los manifestantes exigen justicia por los 47 nicaragüenses fallecidos durante las últimas cuatro semanas producto de las protestas. (David Chavarría)

El recorrido superó los tres kilómetros y al final quedó cortó con la cantidad de personas que asistió, incluso, la marcha, pese a que tenía otro punto de cierre, continúo hasta regresar al sitio desde donde salió horas más temprano.

La manifestación estuvo al tope durante todo el trayecto, no habían muchos espacios para adelantarse, y cada puente peatonal o monumento capitalino fue aprovechado por los nicaragüenses para colocar banderas y hacer grafitis plasmando el malestar de la gente.

Adrián Cuadra, un adulto de 75 años, vecino de Managua, quien estaba viendo el paso de la manifestación en un puente peatonal aseguró que le sorprendió la convocatoria, “esto es increíble”, para inmediatamente añadir “Estoy sorprendido. Esto es un mar de gente. Es increíble cómo la gente tenía guardado todo y ahora explotó”.

Creo en las palabras de Cuadra, estoy seguro que una persona que vivió el fin de la dictadura de Somoza y la guerra civil de la década de los ochentas, no usa esos adjetivos en vano

“Ya Nicaragua no es lo mismo. Ahora son dos Nicaragua. Ahora hay que aguantar la agonía”, añadió Cuadra mientras bajaba las gradas para continuar su camino, y al final agregar “esto es una insurrección pero sin armas”.

Uno de los momentos más emotivos de la manifestación fue el paso por el complejo de la Policía Nacional Faustino Ruiz. Ahí los manifestantes hicieron una pausa para leer el nombre de cada uno de las personas fallecidas y al grito de “presentes” se reclamó justicia.

En la carretera norte de Managua cerca del Estadio Nacional de Béisbol se encuentran al menos cuatro “árboles de la vida”, luego de la manifestación una de estas estructura fue derribada. (David Chavarría)
En la carretera norte de Managua cerca del Estadio Nacional de Béisbol se encuentran al menos cuatro “árboles de la vida”, luego de la manifestación una de estas estructura fue derribada. (David Chavarría)

“Hoy nos faltan 63 nicaragüenses. Nos faltan sus banderas acá en la marcha”, asegura un hombre joven, quien prefirió no identificarse. Hay que aclarar que la lista de personas fallecidas es un tema de discusión en este momento. El Gobierno no ha mencionado ningún número, las organizaciones como CENDIH hablan de 47 fallecidos confirmados y la población plantea que son 63 personas las que han muerto en el último mes producto de las protestas.

“¿Quisiera saber que se pregunta Daniel hoy?, ¿Qué le pregunta a la Rosario Murillo?”, me dijo Vilma Ampié, una abogada de Managua que lleva el caso de un grupo de ciudadanos acusados de asesinar a los universitarios en las protestas de abril. “Nosotros sabemos que no fueron ellos. El gobierno ha cometido los errores más grandes. Ha cometido crímenes de lesa humanidad”, agregó.

La noche cayó en Managua y con ella llegó una tenue y fugaz llovizna que alentó a los manifestantes que continuaban reunidos en la rotonda de Metrocentro. Pocos metros ahí un grupo de jóvenes se disponían a derribar otro “árbol de la vida”, estructuras metálicas que colocó la vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, por todo Managua, y zonas aledañas.

Los jóvenes están comprometidos a derribar los “chayo palos”, como les dicen, porque la caída de estos árboles les da esperanza de que los gigantes también se pueden derrotar e indirectamente es un mensaje al gobierno de Ortega de que nadie es invencible.

“Estamos cansados de esta brujería y por eso los vamos a derribar todos”, me aseguró eufórico uno de los manifestantes que se unía al esfuerzo de jóvenes para botar la estructura.

La consigna de todos los asistentes es que la renuncia del presidente Daniel Ortega es una obligación moral y que el establecimiento de una Junta de Gobierno Provisional es el camino a seguir en las próximos meses o semanas.

No había persona en la manifestación que difiera de este punto. Tal vez, las diferencias más notables, entre los nicaragüenses, son sobre la forma en que debe ser la transición y el tiempo de espera. Porque el tiempo político en Nicaragua es relativo y, ahora, la única certeza que se tiene es que nadie sabe que va a pasar y cuando va a pasar, pero todos confían que algo va a suceder.

La marcha nacional realizada este miércoles es parte de una serie de acciones para presionar la renuncia de Ortega y su equipo de trabajo. (David Chavarría)

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