País En su segunda temporada en cartelera

Chicago: un musical que no pasa de moda

Entre la danza, el canto, el teatro y la música, la pieza artística evidencia los actos de corrupción del sistema judicial y del ser humano.

Tras el éxito que generó el musical Chicago de Bob Fosse, por primera vez en el país el año anterior, su elenco y producción volvieron a escena con una segunda temporada al Teatro Popular Melico Salazar.

Esta vez, el compromiso que adquirieron quienes están detrás de esta producción, fue retomar con  la misma calidad con la que terminaron tras la primera temporada, y de esta manera, llevarla a un nivel todavía mayor.

Chicago es una de las producciones con más permanencia en la cartelera de Broadway; medios como The New York Times la llaman la mejor comedia musical que se presenta en la ciudad de Nueva York. Desde 1975, año de su estreno en Broadway, ha despertado un interés especial en el público y los teatros más famosos.

Así como su nombre lo indica, la historia se sitúa en la ciudad estadounidense de Chicago durante los años veinte. El musical describe la historia de Roxie Hart, una joven y extrovertida aspirante a cantante que tras matar a su amante termina apresada.

En prisión se topa con su admirada Velma Kelly, quien es la protagonista. Roxie comienza a ganar fama y la competencia entre Velma y ella se convierte en una desesperada llamada de atención por los medios y su abogado en común, Billy Flynn.

UNIVERSIDAD conversó con Isabel Guzmán, bailarina que interpreta a la protagonista Velma Kelly, acerca de lo que ha sido el regreso de Chicago en esta segunda temporada. Por la interpretación de este rol, la actriz, bailarina y cantante ganó el Premio Nacional de Teatro 2017.

Chicago es uno de los espectáculos de mayor permanencia en la cartelera de Broadway; algunos lo han descrito como “un musical que no pasa de moda” ¿Por qué?

Creo que se debe al tema universal que trata, que es un tema que se puede relacionar a cualquier latitud en la que se presente. Chicago es un musical que lleva alrededor de 30 años en cartelera. Tuvo su auge en sus inicios, pero lo que mantuvo en cartelera, que fue su remontaje que fue en 1997. Desde entonces sigue corriendo en Broadway y se mantiene en una de las carteleras más famosas del mundo de Estados Unidos. El espíritu de Chicago se ha mantenido desde que se remontó hasta la fecha.

Esta es la segunda temporada que se hace en Costa Rica por Luciérnaga Producciones, la primera fue durante el 2017. ¿Cuáles son las novedades que trajo?

Trae un par de novedades; se trabajó muchísimo para reforzar la interpretación. Detalles de vestuario que se quiso cambiar y de escenografía que se quiso pulir, detalle que siempre en la primera temporada se quedan pendientes. Dos personas de todo el elenco que son nuevas. Que tuvieron que cambiar.

Chicago, como pieza artística del teatro musical, combina tres elementos: danza, canto y teatro. Desde su experiencia y como protagonista ¿Cuál es la magia del musical?

La característica es que une tres disciplinas en una: canto, baile y actuación. La magia que tiene es que estas tres están a favor del texto, a diferencia de la ópera, que está a favor de la música. Es un tres en uno: un desafío que une esas tres magias y que se convierten en una al narrar una historia. Lo hace muy allegado al público.

Voces expertas del teatro han descrito que el musical Chicago no tiene muchos efectos especiales y por ello el peso musical cae en el poder de los actores de contar la historia ¿Es así?

Chicago es una obra que en esencia, el texto es súper importante. A nosotros como intérpretes nos toca mantener el hilo muy fuerte desde el inicio hasta su final. Especialmente en Chicago, eso es muy importante. Ahora, en Broadway, en los grandes teatros o incluso, en otros países de Latinoamérica, donde está más desarrollado el musical, hay mucho avance y tecnología en cuanto a producción.

El poder de los actores es muy fuerte, pero se mantiene la esencia de los personajes.

En el caso suyo, vuelve a escena en esta segunda temporada e interpreta nuevamente el papel protagonista de Velma Kelly, el cual le mereció el reconocimiento del Premio Nacional de Teatro 2017. ¿Imagino que eso le hace sentir más seguridad?

En esta ocasión hay un nivel de por medio y tenés que llegar de una vez con ese nivel o sobrepasarlo, porque no hay vuelta para atrás. Hay cierta presión de que la gente diga: Mirá si se lo merece, sí valió la pena y,  al mismo tiempo, la labor de uno de siempre sobreponerse y siempre superarse. Se trata de empezar donde terminamos antes, por eso ha sido un reto llegar desde muy arriba.

¿Y con el resto del equipo?

Todos hemos estado muy alertas a cumplir esas expectativas, dejar ese espectáculo de donde terminamos la temporada pasada levantarlo e ir todavía más arriba.  La idea ha sido darle un nivel que dejamos el año pasado. Es una presión, pero para los artistas entre más retos nos pongamos lo hace más apasionante la vivencia en sí.

¿Cómo ha sido la respuesta del público, se ha tenido un mayor compromiso en esta temporada?

Ha costado un poco despertar al público para esta temporada. Creemos que el público del teatro musical sí se está fortaleciendo en el sentido de que sí existe el público. Uno pensaría que estamos solos, pero hay gente a la que sí le gusta. Creo que ese público se está formando igual que nosotros.

La gente que ha asistido sentimos que tiene una respuesta de que salen muy satisfechos. Habla bien del trabajo que se ha hecho, y nos da a nosotros, más ganas de retribuirles ese gusto; de darles más. Es recíproco.

Decía uno de los productores en la temporada anterior que queda trabajo pendiente de parte del público costarricense por darle reconocimiento a las producciones artísticas locales. ¿Seguimos en el mismo nivel o ha habido un avance en ese sentido?

Creo que todavía estamos en la etapa de que, si viniera Chicago de Brodway, los teatros estarían repletos y  creer en el talento nacional y local. Creo que es una labor que estamos forjando. No lo veo como una parte negativa, lo veo como una responsabilidad artística y esa es que la gente crea en nosotros. Lo veo como algo bueno, porque es la manera que vos hagás el trabajo bien. Es la manera de decir: cree en mí y en lo que estoy haciendo. Y creo que Chicago ha sido una pauta en eso de hacerle ver al público de que se puede hacer algo muy allegado al público y a la disciplina.

Creo que lo que nos falta es llegar a la credibilidad inmediata, y no es para sentirse mal, sino para sentirse bien y ponerle. No es para victimizarse, nos incentiva a tener un buen nivel siempre.

De esta segunda temporada ¿Qué experiencias recogen?

Para todos, la posibilidad de haber hecho Chicago, y yo en lo particular, me siento honrada, porque siempre había soñado ser Velma Kelly y estar en una producción de este nivel. No me puedo quejar (hasta me pongo emocional) porque lo que uno aprende es invaluable. Creo que yo y muchos de mis compañeros hemos cumplido un sueño y muchos de ellos no sabían siquiera en lo que nos estábamos metiendo. Muchos no sabíamos que Chicago iba a resultar como resultó. Siempre vamos a buscar más de lo que alcanzamos.

¿Qué sentimientos hay al acercarse la última función?

Te da mucha nostalgia cada vez que se acerca la recta final, te da mucho sentimiento de haber logrado algo. Satisfacción y nostalgia de que no lo vas a tener de, quien sabe por cuánto tiempo. El proceso, los ensayos, la obra, la posibilidad de estar en función. Cada vez que terminamos una temporada o cantantes, que terminan un concierto te sentís cómo: “ay, que rápido, tantos años, tantos meses para una temporada de 12 funciones, de 3 funciones o un concierto de una hora”. Te preparas mucho para un éxtasis de tan poquito tiempo.

El montaje es una coproducción de Luciérnaga Producciones, Dirección General de Bandas del Ministerio de Cultura y Juventud y el Teatro Popular Melico Salazar.

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