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Poemas parisinos

El poeta Joaquín Soto pasó una temporada, no en el infierno, sino en el París contemporáneo durante la primavera del 2017.

(Poesía de Joaquín Soto, Editorial Nacimiento, 2018)

El poeta Joaquín Soto pasó una temporada, no en el infierno, sino en el París contemporáneo durante la primavera del 2017. Fruto de su estadía y de sus abundantes caminatas y paseos por la ciudad luz es este poemario que, desde el sur de nuestro país, San Isidro de El General, Pérez Zeledón, nos entrega y lo somete al juicio del público lector vallecentralino.

Cual auténtico flaneur latinoamericano el poeta deambula por París retratando la ciudad, sus barrios, sus edificios, calles, callejuelas, plazas, museos, galerías, cafés y, por supuesto, habitantes.

Es un eximio voyeur también.

Observa y toma nota.

Toma nota y observa.

Camina sin rumbo.

Compara.

Reflexiona.

Ama.

Todo desde la vista de una voz centroamericana asombrada ante la metrópoli tantas veces cantada y denostada.

Una voz costarricense, para más señas.

Y nos invita a ingresar a sus palabras e imágenes como a un profundo túnel del metro o de la verde nostalgia, esa maldita nostalgia poblada por las hadas del ajenjo o el sueño del opio.

Nostalgia siempre redimida por la frescura del ambiente arquitectónico y sociocultu- ral y, naturalmente, por la compañía de Annette, su cómplice y compañera de viaje, lo que no obsta para que lo nos- tálgico se tomen en la cabanga por sus lejanos paisajes criollos. Así, la ciudad es un mapa de circunstancias varias, personajes presentes o idos. Historia de artistas, poetas, aristócratas, burgueses, revolucionarios.

Es el gran poema que se descompone y trasiega por las ventanas del pasado y las instantáneas presentes del hablante lírico.

Mejor dicho, una torre enorme que se difracta río abajo cual monumental caligrama de alcoholes, recuerdos y música, y bellas muchachas en bicicleta o en amplias bibliotecas pergeñando un poema y anhelando un pitillo de mariguana. El poeta pasea por sus alrededores.

Se interna y se pierde por los bulevares, puentes, parques, cines, teatros, tiendas, clubes, universidades…

Lanza la cuerda.

Atrapa buenos bocetos.

Regresa.

Labora.

Insiste.

Finalmente nos facilita un álbum de gratas imáge- nes, insólitos encuadres y abundantes perspectivas con variados personajes.

Poesía conversacional.

Viva.

Fresca.

Luminosa.

Sencilla.

Exteriorista en sus mejores fuentes.

Pero urbana, melan- cólica, inteligente, alegre, amorosa.

En fin, buena poesía.

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