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Pintados pájaros ogaño

El recurso narrativo conocido como “el manuscrito encontrado” ha permitido un abanico de grandes obras literarias que incluye desde El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, o El Lazarillo de Tormes,

Los tristes pájaros del parque

Luis Alfaro Vega

Relato

Ediciones oblicuas

2018

El recurso narrativo conocido como “el manuscrito encontrado” ha permitido un abanico de grandes obras literarias que incluye desde El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha, o El Lazarillo de Tormes, hasta La Familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela y más cercanas, El infierno verde del costarricense José Marín Cañas. Ahora, el escritor Luis Alfaro Vega, acude a él para construir un relato de intensas imágenes y reflexiones acerca de la vida humana en Los tristes pájaros del parque, obra publicada en España.

Nos cuenta en la introducción de un texto que ha llegado a sus manos por vía de un sepulturero, quien, a su vez, lo encontró en una cripta anónima que estaba limpiando.

Ya desde esta referencia del origen del manuscrito, sugiere un ámbito romántico que predomina en la narración matizada con reflexiones existenciales, alusiones o anotaciones al margen, descripciones a supuestos dibujos que acompañaban el original y una dosis caprichosa de tonalidades eróticas.

Con su vocación de buen poeta, el autor retrata personajes y construye escenarios de gran riqueza plástica.

En la muy famosa pieza Cuadros de una exposición el compositor ruso Modest Músorgski expresa con música lo que su amigo Víktor Hartmann expresó en el lienzo de sus obras expuestas póstumamente; con ello funde dos lenguajes no verbales, el pictórico y el musical, para lograr una experiencia estética muy particular que ha sobrepasado los siglos.

La disposición poética de Alfaro Vega le permite aquí algo similar a ese promenade que nos ofrece Músrogski, pero, en este caso, por una galería existencial donde personajes dibujados con agudo pincel muestran diversas facetas de la vida humana en la sociedad contemporánea, eso sí, con una visión, cuando menos, escéptica.

Así, desde el monólogo del supuesto narrador del manuscrito y las esporádicas anotaciones del editor, organiza la propuesta narrativa y la presentación de los personajes:

“No todas las aguas y los vientos recitan el mismo mensaje. Idéntico acontece con el ser humano: entre los policías hay desviaciones, gravedades, sosiegos y cansancios distintos. Cada uno de ellos funda un cosmos interior en el que se mueven respirando razones de disparejo oxígeno.”

Otras veces parece evocar al Dante y su descenso infernal: “Fue en la playa de Jacó, justo el sitio donde conocí a doña Lourdes e inicié el pronto y acelerado descenso de mi destino en función de la desgracia.”

Pero lo que predomina es ese romanticismo existencial un poco a lo Sábato, que envuelve el confesional monólogo del protagonista: “Hoy, recluido en el último límite de la vida humana, sé que una presión sin espacio ni tiempo me alteraba la conducta, era presa de una atemporalidad que, sin condición previa ni posterior, me aniquilaba. Un hervidero de enigmáticas ideas era mi mente, engañosas y antojadizas perspectivas que me conducían a inquietos sitios dentro de mi falaz mundo.”

Este relato propone una lectura reposada, a sorbos para paladear su gusto destilado.

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