Hombres de papel
Oswaldo Salazar
Novela
Alfaguara
2016
Este año se cumple medio siglo del reconocimiento con el Premio Nobel de Literatura al escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1899-1974). Como figura cimera de las letras latinoamericanas, el autor de novelas tan extraordinarias como Hombres de maíz, se ha convertido para algunos en una figura mítica.
El escritor Oswaldo Salazar (Guatemala, 1959) publicó el año pasado, no sin polémica, la novela Hombres de papel, basada en los personajes de Miguel Ángel Asturias y su hijo Rodrigo Asturias (1939-2005), también una figura legendaria por ser comandante guerrillero de la URNG, movimiento revolucionario guatemalteco. Rodrigo tomó el nombre de combate Gaspar Ilom, personaje de la novela de su padre Hombres de maíz.
A partir del estudio de alguna correspondencia y de otros documentos, Salazar imagina una vida para ambos personajes y construye una trama de relaciones y vivencias entre estos dos personajes principales y otros familiares conocidos. De ese ejercicio de cómo pudo haber sido la vida de estos personajes marcados por el reconocimiento y los acontecimientos políticos, surge esta novela.
El aspecto que le interesa a Salazar no es el político o literario, sino el personal, el íntimo.
Estudiar a cualquier persona, en especial aquellas que afectan y son afectadas por el entorno social en que viven, puede despertar un interés literario. Cuando se conocen y estudian aspectos puntuales de una vida surgen preguntas como: ¿cómo se habrá sentido en ese momento?, ¿qué habría pasado si…?, ¿cómo era en momentos más personales?, ¿qué pensó acerca de…?
Oswaldo Salazar da rienda suelta a su imaginación y construye vivencias, sentimientos y pensamientos a su antojo. En su ejercicio de desmitificación de los personajes protagónicos, Salazar se cuela en el mito.
Recurrir a una figura histórica para construir una trama literaria es un ejercicio de antigua data. El problema es que se da una especie de apropiación del nombre de la persona histórica, por parte del autor para crear el personaje literario.
Esta especie de reelaboración sobre el mito, de la misma forma en que lo hizo Gabriel García Márquez con Bolívar en El general en su laberinto, no escapa de la polémica. Mostrar la debilidades en una persona, supuestas o imaginadas por el autor, para producir una trama de interés, no solo puede provocar la reacción de quienes intuyen una ofensa en tales revelaciones, sino de quienes cuestionan el valor literario creativo del ejercicio.
Sandino Asturias, hijo de Rodrigo y nieto de Miguel Ángel, ha declarado ampliamente su molestia por la publicación del libro que considera “Es un texto difamatorio y a todas luces malintencionado, en el cual se detracta a mi padre y a mi abuelo. Para mí, es un libro impresentable”.
Claro que entre los devaneos amorosos y la fragilidad física del Bolívar de García Márquez y el alcohólico, inseguro y temeroso Miguel Ángel Asturias de Salazar, hay una distancia difícil de justificar. Algunos han querido ver un paso de la desmitificación a la denostación.
Ciertamente, en algunos pasajes, en boca de los personajes las figuras de los protagonistas aparecen cuestionadas en su integridad personal.
En los aspectos formales, la novela de Salazar está bien construida mediante una serie de recursos de verosimilitud como cartas, entrevistas, documentos y referencias a lugar y momentos históricos.
Esta, entonces, no es ni siquiera una novela histórica, sino simplemente una novela surgida de la imaginación febril de un escritor a partir de su visión personal de las personas en que se basa su historia.