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Peri Rossi ante la noche oscura de los significantes

Hablar del trabajo de Cristina Peri Rossi en sí es un acto osado. Introducirse en el entramado análisis del lenguaje, una necedad

La Balsa de las Palabras

Cristina Peri Rossi

Poesía

Ediciones Espiral

2016

Hablar del trabajo de Cristina Peri Rossi en sí es un acto osado. Introducirse en el entramado análisis del lenguaje, una necedad. Sin embargo y a propósito de la publicación de La Balsa de las Palabras (2016) por Ediciones Espiral, un poco de osadía y necedad pueden ser justificadas como una necesidad.

Una balsa, no una gran embarcación; tan solo un pequeño conjunto de maderos es suficiente para que salga a flote una articulación de elementos que conforman una idea, he aquí la palabra. La palabra salvada en una balsa o acaso una balsa construida a partir de la palabra, de la confusión misma, grita Balbel al poeta en Bautismo:

[…] <Poeta –grita Babel-/ soy la ciega de las lenguas/ la Casandra en la noche oscura de los significantes […] (127)

Una especie de carácter sinestético remite de forma instintiva a la problemática del lenguaje (la recurrencia a una figura que posibilite expresar sensaciones); Peri Rossi se vale del mito de Casandra, aquella mujer que ante el cortejo de Apolo recibió la adivinación y, posteriormente, ante su negatividad el gran dios la castiga con la incredulidad de las personas.

Ahora bien, qué tal el escenario donde la misma Babel, personificando a Casandra, habla al poeta: en la noche oscura de los significantes. Acaso existe alguna embarcación que pueda sacarla a ella, al poeta o a cualquiera de tal confusion.

En esta antología la pérdida está presente a lo largo del recorrido que la misma ofrece; la palabra como ente que, ubicado más allá de lo “real”, hace disvariar, atormenta e incluso induce a error. La palabra como hacedora de tretas, la búsqueda de “la palabra” como acto deliberado. La exploración de un lugar para el significante que, a su vez, se constituye en el propiciador de la pérdida, que deviene en deriva:

Leyendo el diccionario/ he encontrado una palabra nueva:/ con gusto, con sarcasmo la pronuncio;/ la palpo, la apalabro/ la manto/ la calco/ la pulso,/ la digo,/ la encierro,/ la lamo/ la toco con la yema de los/ dedos,/ le tomo el peso, la mojo, la entibio entre las manos,/ la acaricio, le cuento cosas, la cerco, la acorralo,/ le clavo un alfiler, la lleno de espuma,/                     

después, como una puta,/ la echo de la casa. (221)

Es bien sabido que uno de los temas con los cuales se vincula, tradicionalmente, a Peri Rossi es el exilio; sin embargo, desde este punto de vista, efectivamente se está ante un exilio, pero no es precisamente el de una patria, sino un exilio de la palabra misma:

[…]           Entonces, ebria de voces que no son las suyas,/ Babel maldice en arameo,/ en ladino, en persa, en occitano./ Apátrida de las lenguas,/desterrada del idioma    […] (130)

 La puesta en escena de palabra productora de un enojo que vacila entre el placer y la venganza; el acto mismo de la escritura que implica un evento doloroso, un ejercicio psicológico extremo que, según Derrida, conduce a una estancia desjerarquizadora causante de una especie de vértigo dado que la carencia de un eje estructural excluye al sujeto del logos –como estructura ordenadora-; lugar desde donde es posible presenciar esta otra instancia, la del logos significante:

[…]           de pronto se tiende en la cama y gime./         Pero su gemido es ancestral:/ Babel gime como las parturientas,/ como los condenados,/ como los mudos,/ como los que acaban de nacer./  

Entonces yo le doy la bienvenida/

Bienvenida Babel, entre los mortales,/ porque quien gime, en vez de hablar,/será consolado.  (130)

 

El logos significante puede ser leído también como el mismo murmullo –o el gemido del que habla Peri Rossi-; la visión de una “verdad” a la cual es imposible etiquetar, asignarle una palabra, nombrarla de alguna manera.

Es complejo hablar de Peri Rossi dejando de lado las sensaciones. En ella las palabras se encuentran tan “prudentemente” organizadas que posibilitan no solo una lectura fluida sino también vívida.

Es posible que después de leer Distancia justa ¿no exista un ligero escalofrío que recorra con su temblor desde el insomnio hasta la esquina del ring? O cuando nos enfrentamos a La Pasión: ¿Qué nos recuerda una sobrevivencia aunque no sabíamos para qué?

Las preguntas son frecuentes, aunque no solo para quien escribe el texto sino también para quien lo lee, no obstante: ¿Por qué puede ser fluida la lectura de Peri Rossi? -Acaso es parte de una especie de complicidad ante el hecho vivido entre ambos, quien lee y quien escribe.

Nombrar sentimientos puede ser conflictivo y hasta vertiginoso; tal y como ocurre en Oración, poema donde se nombra al silencio frente al hecho indescriptible; es decir, aquello que queda fuera del lenguaje:

Silencio,/ Cuando ella abre sus piernas/ que todo el mundo se calle./ Que nadie murmure/ ni venga con cuentos ni poesías/ […] Silencio./ Orad: ella ha abierto sus piernas./ Todo el mundo arrodillado. (229)

En esta estancia, cuando se asume el exilio del logos, se viven lapsus fuera de él, por la simple razón de la imposibilidad de una traducción; es decir, la incapacidad de poner en palabras una sensación.

La competencia de nombrar lo innombrable es terreno de los poetas y de los locos (lo de los poetas lo dice Peri Rossi en Asombro, a los locos, yo los traigo a colación).

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