Suplementos Juan José Guerrero

Novela histórica decolonial

En esta entrevista la investigadora guatemalteca Julie Abbott conversa con el médico, historiador, profesor universitario y escritor

En esta entrevista la investigadora guatemalteca Julie Abbott conversa con el médico, historiador, profesor universitario y escritor Juan José Guerrero, autor de novelas históricas como Tohil, vinculada con hechos recientes, y Bartolomé de las Casas. La novela del Protector de los Indios, quien es una figura destacada de la narrativa contemporánea con una obra que integra una visión histórica con la actualidad social del país.

La entrevista inicia precisamente con ese título que no deja de sugerir algún grado de polémica.

Bartolomé de las Casas

¿La novela del protector de los indios?

Justamente fue la pregunta que me hice yo cuando la Editorial propuso el nombre. Originalmente la novela se llamaba BARTOLOMÉ. Pero, a criterio de la Editorial (y con mucha razón), el nombre no llamaría la atención. Quizá en estos lares pero allá, en Europa, no. Hubo muchas propuestas y acordamos el de Bartolomé de las Casas. La novela del Protector de los Indios.

El título de Protector de los Indios era toda una institución administrativa de la colonización española. Se originó por inspiración del Cardenal Cisneros y lo adoptó luego el Consejo de Indias. Se trataba de tal, una protectoría para mantener los propósitos originales que bien venían de Isabel y Fernando, los reyes de Castilla y Aragón. Vale decir que Bartolomé de las Casas, cuando quiso dicho título para mejor argüir a favor de los nativos de Abya-Yala (América), no pudo obtenerlo porque no era obispo. De suyo, Las Casas nunca quiso serlo. Rechazó el obispado de El Cuzco antes de ser el segundo obispo de Chiapas. Sin embargo, cuando vio que era preciso, aceptó el de Chiapas para poder tener acceso a tal título.

Debido a la connotación racista que se le dio ya en la época liberal de Guatemala al término “indio”, yo no quería dicho título para la novela, pero vale decir que sí impactó. Acepté que era necesario un subtítulo para promocionar mejor la novela. Así, cuantas veces puedo y cuantas veces se ha presentado la obra, se hace la aclaración respectiva.

¿La biografía de un cura bueno?

No. No. Vaya que no. Sucede que desde niño me pareció que Las Casas se movía en un estuario. Unas veces era bajo la égida de la leyenda rosada, otras, bajo la cobertura de la leyenda negra. En la primera, Bartolomé era casi un santo; en la segunda, era el esclavizador de negros. Así, dediqué muchos años de mi vida para procurar un acercamiento al verdadero Bartolomé. Creo haber logrado algo en tal propósito. De ello arguyo en mi artículo Mi amigo Bartolomé publicado el año 2014 en Plaza Pública. (https://www.plazapublica.com.gt/content/mi-amigo-bartolome)

De suyo, debido a dichas investigaciones, fui propuesto como Testigo en la Causa de Beatificación de Bartolomé de las Casas. Y cuando el Protonotario del Vaticano me preguntó cuál era mi mejor sustento para considerar que Las Casas podía ser llevado a los altares, respondí: «Si hicieron santos a José María Escribá de Balaguer, al Padre Pío y a Juan Diego, perfectamente lo puede ser Bartolomé de las Casas. No más». Me refería a que no encontraba materia de santidad más que sus porfiadas intenciones —llevadas al heroísmo— en cuanto su lucha en favor de los habitantes del Nuevo Mundo (Nuevo Mundo para los ibéricos).

Procuré entonces encontrar el justo equilibrio. E insisto, creo, lo encontré en parte. En gran parte. Por ejemplo, se le ha acusado de haber traído esclavos negros a Verapaz, a la gran Hacienda San Jerónimo, hoy municipio de San Jerónimo de la Baja Verapaz. Nada más alejado de la verdad. Dicha hacienda dominica fue fundada más de 100 años después de su muerte. En el otro extremo, era un hombre duro, testarudo, «difícil de convivir con él» según un experto Lascasiano. De tal manera, el Bartolomé Casaús de la novela no se decanta entre una u otra leyenda como la ¿Historia?, lo retrata.

¿O el rescate de Aj Pob O’Batz, en su calidad, un legítimo representante del pueblo, que dialoga y negocia? ¿Un indígena, y una politicidad válida y en la medida que lo demandaban las circunstancias?

Las dos circunstancias. Principalmente el rescate de Aj Pop O’ Batz (el quinto de la dinastía Batz que se sienta en la estera de mando y la sabiduría), su personalidad, su capacidad de negociar, su inteligencia y su nombre. Mal llamado Juan Matalbatz que nada dice en idioma q’eqchí’.

Juan Aj Pop O’ Batz fue, diríase, el primer diplomático. Y como bien dice la pregunta, «en la medida que lo demandaban las circunstancia».

¿Por qué es para Juan José Guerrero la iglesia católica un tema recurrente?  Los dos libros mencionados y algunos artículos suyos en Plaza Pública.

Porque pretendo rescatar algunas características del culteranismo como corriente literaria del barroco español para vincularlas con la realidad latinoamericana de los siglos XX y XXI. Procuro vasos comunicantes entre las perífrasis embellecedoras y la elusión del vocabulario común con nuestro ser, pensar, sentir y querer de hoy. Sin descontextualizarme de nuestro ser latinoamericano.  También, porque he querido salirme de las corrientes del momento por varias razones; entre otras, hacer una diferencia. He allí la razón de lo que yo llamo algunos “latinazos” a los cuales les doy traducción de inmediato.

He logrado mucha sinonimia en este intento. Ello permite que un adolescente o un joven que lea una de mis obras enriquezca su vocabulario al encontrar la relación de igualdad entre dos o más términos.

Tohil

El cardenal Casariego, tan dialogante con los gobiernos más represivos de nuestro país, queda en Tohil humanamente rescatado.

Me alegra muchísimo que hayan caído en ello. No sabe cuánto me alegro porque son los primeros en descubrir uno de mis ardides en la novela. En realidad, Casariego sale humanamente rescatado en Tohil y defenestrado en Misterios Dolorosos, una novela inédita donde relaciono el último día del P. Hermógenes López Coarchita (El mártir del agua) y el último día de la existencia de su asesino.

De nuevo, veamos las razones (desde la razón y el corazón):

A guisa de broma yo tengo un currículum alterno donde consigno en relación a mis experiencias y vivencias: «Dos veces excomulgado por S.E. el Sr. Arzobispo Mario Casariego y Acevedo, Metropolitano de Guatemala y Prelado Nullius de Esquipulas». Fue allá por los años 74-79 cuando yo participaba de la Huelga de Dolores.  Ese fue mi primer encontronazo con dicho personaje.

Semejante dislate de él fue desvanecido por el Obispo de Los Altos, Monseñor Luis Manresa y Formosa. Publicó en un campo pagado que aquella excomunión lanzada por don Mario no era válida. Fue uno de esos momentos gloriosos en la historia de la Iglesia de Guatemala.

Todo ese contexto me llevó a conocerlo, a conocer sus razones. Y encontré a una persona terriblemente solitaria, triste, con muchas dudas sobre su más allá y con una profunda necesidad de ser querido, de ser amado. También, a conocer su lado bueno. Hizo muchas buenas obras en silencio.

En contraste, era tan pro-oligárquico y pro-militarista que el mismísimo día en que velaban a uno de sus párrocos matado por el ejército (el P. Hermógenes López), él salía en el balcón presidencial a la par de Romeo Lucas para dar el discurso político en tanto Lucas daba el discurso religioso. Así de tragicómico.

Sin embargo, creo, murió arrepentido. De ello soy, digamos, casi testigo. De hecho, era ya un secreto a voces que había logrado la reconversión de Ríos Montt. Este felón habría de abjurar a la apostasía en público. Pero sobrevino el infarto de Casariego y toda la parafernalia se vino abajo. ¿Habría sido útil?, ¿habría detenido las masacres y el genocidio? Quizá.

¿Quién escribe? ¿Quién se sensibiliza con este personaje polémico en el olvido práctico?  

Yo, como producto del conocimiento que tuve de sus abyecciones y sus intentos de bonhomía. No tanto por una relación personal sino a través de obispos que sí la tuvieron y de quienes, lógicamente, no puedo decir su nombre. En concreto, en la novela fallece como él habría querido morir: En paz con Dios y sus hermanos. No lo logró.

Bartolomé de las Casas

Sumado a la reivindicación de Aj Pop O’Batz y con la suya la de los indígenas como interlocutores desde sus propias condiciones y contextos en los tiempos coloniales, quisiera que comentara dos hechos: primero, en la educación formal de mis tiempos 60, 70, 80 en la España bastante influida por la iglesia católica, no se enseñó el fenómeno “encomienda”. 

 La encomienda, el adelantamiento y la colonización estuvieron ausentes en la historia de Tezulutlán-Verapaz gracias a los propósitos de Bartolomé de las Casas y al Concierto Maldonado-Las Casas que firmó en 1537 con Alonso de Maldonado.

Y, segundo, la edición primera de Bartolomé de las Casas, La novela del Protector de los Indios, es española.  

Sí. La Áltera Ediciones lanzó un certamen internacional de novela histórica que no se realizó. Pero yo ya había mandado mi manuscrito. Les interesó y me propusieron la publicación. Esa es la razón. También porque, Áltera Ediciones es una editorial que dedica buena parte de su quehacer a las obras históricas.

Considero que la obra y a su posicionamiento constituyen un evento literario descolonial,  a la luz de que la historia se sigue enseñando desde la colonialidad.

¡Por favor!, es uno de mis propósitos. Es un propósito literario descolonial.

En la misma línea, solo complicándolo un poco… sabiendo que el género es una invención colonial y que la vigencia extrema es la del peso del macho blanco inescrupuloso impune, ubíqüito… ¿Le provoca que sus rescates y creaciones literarias hubiesen girado alrededor de personajes mujeres?

Absolutamente.

Le cuento. Alguien me preguntó la razón del porqué, en mi novela acerca de Las Casas, no había personajes femeninos. La respuesta fue, digamos, en orden a la reiteración de la denuncia del machismo en la historia de la Iglesia, no se encuentra ni una sola persona femenina en todo lo escrito acerca de Las Casas. Y siendo que mi obra es histórica, no podía inventar un personaje perteneciente al género femenino.

Sin embargo, quiero aclarar: no soy machista. Propugno por el feminismo y tengo una novela de fuerte denuncia en contra de la guerra bacteriológica y la manipulación genética con fines bélicos donde la protagonista principal es una mujer. Alrededor de ella, la balanza se inclina por las mujeres en cuanto las protagonistas secundarias.

Los rescates históricos de Juan José Guerrero, ¿son una forma de justicia desde la literatura?  ¿Vienen más obras donde el caldo es la iglesia católica?

Sí. Encontrar a Las Casas, al legítimo Las Casas (o por lo menos a quien yo creo así), me tomó más de 10 años. Ahora, quiero completar lo que yo llamo la trilogía dominica. Estoy en plena investigación de campo acerca de Antonio de Valdivieso, tercer obispo de Nicaragua y el primer obispo mártir de América. Fue matado en León Viejo, Nicaragua, por los hijos del gobernador Contreras a causa de seguir la doctrina de Bartolomé de las Casas. Luego, pretendo cerrar la trilogía con la historia novelada de fray Domingo de Vico, el Protomártir de la Verapaz. Dicho sea, quiero connotar en la novela que, a mi juicio, no fue mártir sino un personaje que, siguiendo la vehemencia de Las Casas, se convirtió en un imprudente y ello lo llevó a su muerte a manos de los Acalanes y los Lacandones.

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