Forja

Lou Andreas-Salomé una mujer inasible

En el paso del siglo XIX al XX en medio de la agitada transformación del pensamiento europeo

En el paso del siglo XIX al XX en medio de la agitada transformación del pensamiento europeo, la figura femenina de Lou Andreas-Salomé se impone libérrima, inteligente y bella. Una mujer inasible, en fuga de sí misma, intensa en su producción intelectual, invisibilizada en su propio mito.

El ejercicio de la autonomía a finales del siglo XIX para una mujer inteligente, bella y rebosante de inquietudes intelectuales marcó la vida, aunque no trágica sí confusa, de una intelectual pionera en muchos campos, cuya vida y obra no ha sido suficientemente estudiada e incluso muchos de sus libros no están traducidos al castellano.

Con frecuencia se la cita o recuerda como figura acompañante de algunos de los intelectuales europeos más desatacados de su época, pero es fácil que esas biografías ligeras e injustas tomen el camino del chisme y se enfoquen en suspicaces referencias a las relaciones afectivas, obviando lo que fue esencial en su vida, la elaboración intelectual.

Precursora de la emancipación femenina

Luiza Gustávovna Salomé, nació en San Petersburgo, Rusia, el 12 de febrero 1861. Su padre, Gustavov Salomé, era general del ejército ruso y tenía una posición social holgada, su madre, Louise Wilm, era una mujer devota, madre de cinco hijos y de la niña a la que todos adoraban y llamaban con el diminutivo de Loilia.

La familia del general Salomé era de origen francés y este siempre se preocupó por desarrollar una intensa actividad intelectual en su casa. Así la pequeña Loilia creció en medio de veladas culturales y acostumbrada al trato con importantes figuras intelectuales de la época.

De aquellos años la niña Salomé recordaría luego la intensa relación afectiva que tenía con su padre, cuya figura físicamente imponente pero cariñosa la estimulaba en sus inquietudes e intereses generando una especie de complicidad.

Filosofía y religión

A la edad de 15 años conoció al predicador Hendrick Gillot, miembro de la representación diplomática holandesa, un hombre erudito y estudioso, quien la tomó como discípula y le enseñó sobre filosofía, historia de las religiones, literatura y estimuló sus indagaciones y planteamientos.

Gillot, quien estaba casado y con dos hijos, se volcó con devoción a cultivar a su voraz alumna quien empezaba a escribir sus primeros ensayos y reflexiones. Como él tenía dificultades para pronunciar el diminutivo ruso con que llamaban a la niña, decidió cambiarle el nombre y la llamó simplemente Lou, nombre que ella adoptó con complacencia y como una especie de vínculo particular con su tutor.

Pero entonces sobrevino la muerte de su padre y la enfermedad de la joven, quien parecía sufrir principios de tuberculosis. El profesor Gillot, 25 años mayor a los 17 de Lou, propuso divorciarse de su mujer y casarse con la joven. La proposición sorprendió y atormentó a Lou, pues si bien el afecto que sentía por su mentor era el sentimiento más grande que había sentido por un hombre, se trataba de otro tipo de amor.

Lou Salomé decide viajar a Zurich, Suiza, para ingresar a una de las pocas universidades donde aceptaban mujeres, para estudiar historia del pensamiento y las religiones y a la vez buscar mejores condiciones para tratar su incipiente enfermedad respiratoria. Con el apoyo del mismo Gillot y acompañada por su madre, logra inscribirse en la universidad, pero la misma debilidad de salud la obliga a trasladarse a Roma buscando un clima más benéfico.

La familia de su madre, de origen germano, tenía algunas relaciones y amistades en Francia e Italia, una de ellas era Malwida von Meysenburg, una mujer rebelde de intensa actividad intelectual que defendía su autonomía y alternaba con pensadores y creadores de la época.

La madre de Lou la dejó bajo el cuidado de Malwida, lo que significó la posibilidad de desarrollo intelectual que la muchacha ansiaba.

Así, en 1882 conoce en casa de Malwida a Paul Rée, adinerado, jugador y estudiante de filosofía cuyas inquietudes atraen a Lou quien siente una gran identificación. Este insiste en presentarle a su colega y maestro por el que siente una gran admiración, Friederick Wilhelm Nietzsche.

La fascinación mutua entre los tres genera una inmediata complicidad y dispara su creatividad, así como la precipitada idea de vivir los tres juntos en una especie de comuna intelectual.

Lou muestra que los prejuicios sociales no eran una limitante en absoluto para hacer su voluntad y perseguir lo que deseaba. Ese irrespeto a la normativa social caracterizaría toda su vida y la acarreó también grandes dolores, incomprensiones y confusiones, pero estaba decidida a luchar contra ella sin tregua.

Con Nietzsche comparte una inquietud filosófica muy fuerte en ella desde su niñez que es un profundo sentido místico y religioso y a la vez un cuestionamiento sobre la existencia de Dios.

Los meses que vivieron juntos fueron ciertamente prolíficos e intensos. Quizás el registro más conocido de la época es la fotografía tomada por Jules Bonet en la que está Lou montada en una carreta con un látigo y al frente Rée y Nietzsche parecen simular animales de tiro.

Lou parecía honesta en no percatarse de su gran belleza física y el encantamiento que provocaba su inteligencia seductora e irresistible, pero para Nietzsche se hizo insostenible la mascarada. Declaró abiertamente su pasión desbocada por la muchacha a la que esta reaccionó espantada y huyó dejando al filósofo hundido en una profunda y desesperante depresión.

Despechado y afrentado por la actitud de la amada le escribe una carta en la que la acusa de “egoísmo infantil como resultado de atrofia y retraso sexual. Sin amor por las personas pero enamorada de Dios. Con necesidad de expansión. Astuta, llena de autodominio ante la sexualidad masculina.”

Lou y Nietzsche jamás volvieron a encontrarse, pero el filósofo escribió en esos meses luego de la ruptura una de sus obras cumbre Así habló Zaratustra, que algunos estudiosos han señalado que en ella vierte el resultado de su dolor y frustración.

Con Rée Lou vive cinco años más en Berlín. Este es más cauteloso que Nietzsche y sabe que intentar poseerla solo logrará que se escape para siempre. En 1885 Lou publica su primera novela, En la lucha por Dios, bajo el pseudónimo de Henry Lou, y logra algún reconocimiento.

Rée también ha publicado algunos de sus libros pero su vida es un poco caótica. Finalmente no se resiste y le pide matrimonio a Lou. Ella lo rechaza y se separa de su amigo profundamente deprimida.

En 1888 conoce al lingüista y especialista en cultura y religiones orientales Friedrich Carl Andreas, catedrático del Instituto de Lenguas Orientales en Berlín.

Fascinada con este hombre mayor y erudito en un tema que le había atraído desde niña, Lou entabla una estrecha relación con él, quien le declara su amor de manera inmediata. Ella nuevamente lo rechaza y él intenta suicidarse delante de ella. Como resultado de ese chantaje llegan al acuerdo de tener un matrimonio célibe.

Literatura

Así Lou Andreas-Salomé inicia una vida matrimonial tan y, a la vez, tan poco convencional. Su sexualidad había sido tan controlada que permaneció virgen hasta los 30 años de edad, cuando tiene su primer amante, el político alemán Georg Ledebourg. Mientras, el acuerdo de vida matrimonial con Andreas la favorece, se dedica a publicar constantemente y gana prestigio y reconocimiento. Admiradora y defensora del pensamiento de Nietzsche, publica en 1894, tres años después de la muerte del filósofo, Nietzsche en sus obras, un acercamiento personal y reflexivo a sus propuestas.

También escribe el atrevido ensayo Las mujeres en las obras de Henrik Ibsen, obra pionera en el tema.

En 1897 conoce al joven poeta vienés de 21 años René Maria Rilke, 15 años menor que ella. Lou lo toma bajo su protección, pero rápidamente se hacen amantes. A ella la seduce el nuevo lugar en la relación; como había hecho su mentor Gillot cuando ella era adolescente, Lou cambia el nombre de René por Rainer, como se le conocerá en adelante.

La extensa e intensa relación con Rilke, que el marido de Lou tolera abiertamente, los lleva a hacer varios viajes por Europa y un par a Rusia, donde Lou le presenta a autores como Tolstoi y Turgueniev.

Durante esos años, Lou escribe novelas, poesía, teatro y mucha crítica literaria, pero una vez más el apasionamiento de amante se vuelve una amenaza para ella, quien siente una dependencia poco sana y decide terminar tajantemente con Rilke, aunque mantuvieron de por vida una nutrida relación epistolar.

En 1901 recibe la noticia de que su amigo Rée murió al caer en un acantilado en un bello lugar donde gustaban de ir a pasear y donde él le había propuesto matrimonio en una ocasión. No quedó claro si fue accidental o Rée se suicidó.

Sumida en la tristeza y la depresión por la pérdida de su amigo y la ruptura con Rilke, inicia su terapia psicoanalítica con el joven médico vienés Friedrich Pineles.

Psicoanálisis

La relación pasó a más y durante algunos meses fueron amantes y viajaron por varios países de Europa durante el verano. El resultado fue Lou embarazada y la separación de Pineles a quien ella llamaba Zemek.

Sin embargo, el embarazo no prosperó, no se tiene claridad si por una pérdida accidental o porque ella decidió interrumpirlo.

Lou inicia entonces sus primeros escritos sobre psicología femenina, interesada particularmente en la sexualidad.

En 1910 publica su ensayo La erótica y un año después conoce a Sigmund Freud y a su hija Anna e inicia su estudio y dedicación al psicoanálisis. Rápidamente acogida por los Freud, quienes se sintieron cautivados por ella, apenas cinco años menor que el doctor y cuyas propuestas consideraron muy pertinentes.

Lou fue la primera mujer admitida en el cerrado círculo psicoanalítico de Viena. Pero también se permitió relacionarse con conocidos rivales de Freud como Alfred Adler y más adelante tuvo una relación con Viktor Tausk, veinte años menor que ella.

En adelante, Lou Andreas-Salomé se dedica al psicoanálisis, sus aportes respecto del narcisismo, la sexualidad femenina, la creación, fueron celebrados por Freud con quien mantuvo una relación estrecha el resto de sus vidas.

Ella se establece con su marido en Gottingen donde ejerce como psicoanalista. Friedrich Carl Andreas muere en 1930.

Los últimos años de Lou Andreas-Salomé son un poco oscuros por penurias económicas y por mirar el amenazante ascenso de los nazis.

Con 75 años de edad, el 5 de febrero de 1937 después de una vida intensa que en todo momento vivió a su manera, murió a causa de insuficiencia renal mientras dormía.

Unos días después, oficiales de la Gestapo tomaron su casa con órdenes de destruir su biblioteca.

 

Algunas obras de y sobre Lou Andreas-Salomé

Además de una gran cantidad de artículos sobre filosofía, psicoanálisis y literatura, escribió más de una docena de novelas, poesía y ensayos.

Lou Andreas Salomé, de Angela Livingstone.

Lou: historia de una mujer libre, de Françoise Giroud.

Mi hermana, mi esposa. Biografía de Lou Andreas-Salomé, por Heinz Frederick Peters.

El pensamiento filosófico de Lou Andreas-Salomé, por Arantzazu González.

Lou Andreas Salomé, la aliada de la vida, Stéphan Michaud.

Mirada retrospectiva: compendio de algunos recuerdos de la vida, por Lou Andreas-Salomé.

Fenitschka, una divagación (novela), por Lou Andreas-Salomé.

Rusia con Rainer, por Lou Andreas-Salomé.

Nietzsche en sus obras, por Lou Andreas-Salomé.

Aprendiendo con Freud, diario de un año 1912-1913, por Lou Andreas-Salomé.

El erotismo, por Lou Andreas-Salomé.

El narcisismo como doble dirección, por Lou Andreas-Salomé

Correspondencia con Freud, por Lou Andreas-Salomé.

Correspondencia con Rilke, por Lou Andreas-Salomé

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