Los Libros

La sustitución de lo humano

Klara y el Sol

Kazuo Ishiguro

Novela

Traducción de Mauricio Buch

Anagrama

2021

A menudo, a la ciencia ficción se le relaciona con naves espaciales, robots y la conquista de otros planetas. Estas ideas son una inercia del siglo xx y, sobre todo, de la utopía cientificista y técnica que heredamos de la Ilustración y de la economía industrial que hemos llevado hasta casi sus últimas consecuencias. Sin embargo, la esperanza de un progreso ilimitado que resolvería los problemas de la humanidad parece, en estas primeras dos décadas del nuevo siglo, una promesa que pocos están dispuestos a cumplir, incluso en el discurso. Partiendo de este contexto, la Ciencia Ficción se ha tenido que reinventar y pasar del culto al genio humano a interrogar nuestros aparentes triunfos y, sobre todo, ponerlos en nuevos contextos.

Klara y el Sol, la novela más reciente de Kazuo Ishiguro, ganador del Premio Nobel en 2017, se une a otras obras de ciencia ficción que usan el código de la fábula para explorar la compleja relación entre la humanidad y la tecnología. En concreto, el libro de Ishiguro aborda el tema de la inteligencia artificial, los androides y la vida en un futuro no muy lejano en el que las desigualdades sociales son aún más insalvables.

El autor escoge, para contar su historia, a Klara, un androide modelo aa que espera en una tienda a una familia. Los aa están diseñados para cuidar niños y hacerles compañía. A pesar de su inteligencia casi humana, Klara obedece órdenes y permanece, como un maniquí, largas horas tras un aparador. Después de varias propuestas de compra, un niña llamada Josie se interesa en ella y es adquirida por su familia. A partir de ese momento sabremos más cosas de la sociedad que plantea el autor a través del punto de vista de Klara y de la información que puede recopilar, ya sea por lo que escucha y ve o por sus conversaciones con los humanos.

Es relevante el ejercicio que hace Ishiguro: para hacer creíble a Klara describe el mundo que la rodea a través de “bloques”, tratando de que el lector tenga la experiencia de mirar a través de los ojos mecánicos de la androide. Por otro lado, la mentalidad de Klara es como la de un niño curioso que, además, controla casi todas sus emociones. Son los humanos –su familia– los que muestran sin empacho los sentimientos que Klara solo puede verbalizar. Muy pronto sabemos que Josie es víctima de una enfermedad que no se precisa. Debido a sus limitaciones físicas, su cuidadora artificial será su única compañera y la distrae junto con las visitas ocasionales de Rick, un amigo que vive cerca de su casa. Conforme avanza la trama la salud de Josie se deteriorá aún más y Klara tratará de implorar al Sol –el referente más importante que tiene pues su energía nutre su celdas– para que salve la vida de su protegida.

Ishiguro plantea, en toda la novela, una pregunta principal: ¿qué es lo que nos convierte en seres humanos? También propone el dilema de la inteligencia artificial y su potencial para sustituir a los humanos no solo en sus labores sino en sus afectos. La cultura o dogma de la sustitución o la obsolescencia es, quizá, la idea más inquietante en el libro. Alrededor de ese leitmotiv gravitan subtemas que, por desgracia, no son explorados con más profundidad. Me refiero a elementos de la sociedad que diseña el autor y que, a mi gusto, son innecesariamente ambiguos. En primer lugar, la posibilidad de que los seres humanos sean “mejorados” para pertenecer, a cabalidad, al desarrollo futuro. También, siguiendo esta misma idea, el establecimiento de ciudades en las que la tecnología ha avanzado lo suficiente como para que existan androides como Klara y, en la periferia, una sociedad distinta que ha dado la espalda a las promesas de ese progreso material. Se asoma, en estos elementos, la disyuntiva de una calidad de vida a costa de ser una persona “mejorada” o estar fuera de esos beneficios, pero conservando la libertad y, lo más importante, tener la oportunidad de seguir siendo un humano irremplazable. Estas propuestas pudieron haber encontrado un desarrollo más amplio y, así, añadir un contexto interesante a la trama de Klara y de Josie. Más allá de estas precisiones el nuevo libro de Kazuo Ishiguro vale la pena para seguir pensando en nosotros y nuestra compleja relación con nuestros inventos, en particular con la inteligencia artificial.

Tomado de La Jornada Semanal

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