Esta es una de esas novelas que irrumpe en el paisaje narrativo costarricense para reclamar su espacio por mérito singular. Es una novela histórica, sin duda, pero también una sabrosa obra de intriga, de juegos de espionaje y secretos inconfesables. El motivo medular de la causa feminista se presenta aquí en la larga lucha, de casi medio siglo, por lograr el voto femenino en Costa Rica.
Al lado de la obra destaca figura de Ángela Acuña Braun, un personaje protagónico que se infiltra en los intersticios de las luchas por el poder en una Costa Rica de inicios del siglo XX, los próceres, héroes, tiranos, potentados, inversionistas e idealistas completan una galería de patriarcas enfrentados en una lucha por el poder político.
Respaldado con una profusa investigación, el autor fabula la historia mientras muestra matices que ponen en cuestión la historia oficial.
Según confiesa el autor, solo tres personajes, incluido el narrador protagonista, son ficticios.
Dado que se trata de deconstruir la historia oficial, no se acude a un hilo de Ariadna que nos saque del laberinto, sino a toda una telaraña que nos va envolviendo cada vez más en los complejos entramados de la realidad política.
Con un estilo ligero y una trama intrigante que atrapa al lector, esta es una novela importante para la narrativa costarricense, a la que vale la pena dedicar un buen rato a sus casi 500 páginas.
Fernández Barris nos propone un viaje por la vida política costarricense durante la primera mitad del siglo XX. El autor se tomó el arduo trabajo de documentarse y respaldar su relato con citas y referencias para procurar una sorprendente verosimilitud, cuyo riesgo, quizás, es que sea confundido con un relato historiográfico y el lector olvide que está frente a una obra de ficción.
Un rasgo de particular interés en la novela es su protagonista, un personaje ambiguo, que se gana las simpatías del lector, pero a la vez se define desde el inicio como alguien que ha traicionado a todos aquellos que le han dado el beneficio de su confianza.
El narrador protagonista es un antihéroe, un personaje conspirador que se inmiscuye en la vida política como confidente y espía de los más poderosos, y logra con astucia convencer a las figuras políticas de actuar de acuerdo con sus propias conveniencias.
Cubre, como nadie más puede, las diversas facetas de los conflictos políticos en que participa desde su proximidad con las distintas partes en las esferas del poder. Por ejemplo, el papel preponderante de la embajada de Estados Unidos en decisiones políticas de los gobernantes, o los corruptos manejos de intereses económicos de sectores empresariales que pesan sobre los procesos electorales.
Nos regala cuidadosos esbozos de prominentes figuras de la historia política del país que seguramente para muchos lectores serán verdaderos descubrimientos enterrados bajo muchas capas de historia oficial.
Así, retrata cómo la democracia costarricense logra conformarse y sobrevivir no a partir de la noble gestión de sus grandes patriarcas, sino a pesar de ellos.
Como hilo conductor, acude a la lucha de Angela Acuña Braun y sus compañeras en la Liga Feminista en sus múltiples esfuerzos por lograr que se instaure el derecho al voto de las mujeres.
La ambición, la cobardía, la traición, la violencia, el engaño, de los que se salen con la suya porque detentan el poder político, contrastan con el idealismo de quienes sostienen un esfuerzo inclaudicable por una sociedad más justa.
Pero la propuesta literaria no se queda en intrigas palaciegas, sino que intenta un verdadero planteamiento político que lleve al lector a la reflexión sobre el ejercicio del poder en Costa Rica, circunscrito a la crónica que abarca el libro, pero ciertamente aplicable al análisis de toda la historia política del país, incluso del presente.
