Esta exposición, curada por su hija Alma Fernández, es una propuesta a viajar por ese mundo mágico de referencias entre literarias y cotidianas. En los salones de la Galería Nacional, la exposición de 95 obras se ordena por ejes temáticos: Los Personajes Mágicos, que evoca y recrea figuras predominantemente femeninas, como es su estilo, que van de la imaginación a la sugerencia; Ecuestres, son los nuevos protagonistas en esta sección especialmente dedicada al personaje equino; en El Valle retoma el interés del artista por el paisaje, magia de luz y color y pequeñas figuras que asoman con sus historias por descubrir; finalmente la pasión invariable del artista la Tauromaquia, imágenes de la fiesta brava con su colorido, su luz y su drama.
Con los cuadros de Rafa hay que jugar, perderse en ellos, dejarse llevar por todo lo que sugieren.
En esta cotidianidad socialmente enredada, Rafa Fernández nos propone abrir las ventanas del alma a la fecunda imaginación infantil. Cada pieza cuenta una historia, pero no una que se cuente en el cuadro, sino la que el espectador invente.
El título de realismo mágico le viene bien no solo por la referencia a la literatura latinoamericana que en ese género alcanzó una de sus mayores expresiones, sino por la relación de esta obra con esa tendencia pictórica.
Realismo mágico
Cuando el crítico de arte alemán Franz Roh acuñó el término realismo mágico para referirse a los post-expresionistas alemanes en 1925, hacía referencia a manifestaciones que se rebelaban contra el predominio de la excesiva experimentación en que habían caído las vanguardias antimodernistas de principios del siglo XX; estas nuevas manifestaciones surgidas después de la Primera Guerra Mundial y el terrible impacto deshumanizador que produjo. Deshumanización que, por demás, venía creciendo desde finales del siglo XIX con el acelerado desarrollo tecnológico donde la máquina amenazaba a lo humano.
Tanto en las vanguardias artísticas, que se oponían al Modernismo, como los expresionistas que abogaban por un arte más allá del lenguaje racional, el arte quería valerse por sí mismo, sin depender de la anécdota figurativa. Pero entonces, en respuesta al expresionismo alemán, aparecieron otros pintores se separaban de lo abstracto, volvían a la figuración con imágenes de lo cotidiano, pero la rompían con elementos desconcertantes. Era lo real con algo mágico. Esta nueva posibilidad modificó a las vanguardias dándole al arte una mayor posibilidad de juego.
Pero el término que acertadamente había empleado Roh para calificar esta tendencia a lo onírico y fantástico, fue desplazado por otro que se ajustó más a la manifestación predominante en Alemania: la nueva objetividad, del crítico Gustav Friedrich Hartlaub.
El concepto de Hartlaub abarcaba además del realismo mágico a los veristas, una expresión artística más sustentada en lo figurativo pero con imágenes deformadas o exageradas y un importante componente de denuncia.
El realismo mágico, no obstante, quedaría como simiente del surrealismo que se desarrolló años después.
Una de las figuras cuya obra de esos años podría sostenerse dentro del concepto de realismo mágico es el ruso Marc Chagall, cuya creación fantástica conjuga elementos de las vanguardias de inicios de siglo y del surrealsimo.
Precisamente es con ese pintor, radicado en Francia hasta su muerte en 1985 a los 97 años de edad, que se hermana esta nueva propuesta de Rafa Fernández.
Lo onírico, lo misterioso, lo lúdico se mezclan en esta propuesto de técnica mixta sobre papel con que Rafa Fernández, una vez más, impresiona con su talento artístico.
La exposición está en la Galería Nacional del Centro Costarricense de la Ciencia y la Cultura en el Museo de los Niños, con horario de 9 a.m. a 5 p.m., hasta el 26 de febrero. El miércoles 8 de febrero, dentro del programa Art City Tour, la coreógrafa Nango Murray presentará Sortilegios, fragmentos de un espectáculo con música de Manuel Obregón a partir de obras de Rafa Fernández.
