Suplementos

Libro relata en imágenes la larga vida de la Orquesta de Lubín Barahona

Adelantamos en exclusiva la presentación del libro Lubín Barahona y los Caballeros del Ritmo, 80 años de historia en fotografías del escritor Mario Zaldívar.

Si cumplir 80 años en la vida de una persona es un acontecimiento extraordinario, en una institución es apoteósico. Y si esa organización es una orquesta, la celebración se convierte en una especie de proeza.

El hombre es una unidad, la institución cientos o miles de unidades, pero la orquesta es algo más: es arte que se niega a cuantificarse únicamente por números, etapas o sucesos. La organización musical involucra personajes, canciones, giras, talento, medios económicos, instrumentos, constancia, pero sobre todo es clave manejar con sabiduría la conducta de los músicos y su inspiración,  propia del oficio. Sostener en el tiempo una institución musical requiere mucha más habilidad y dedicación que dirigir cualquier otra empresa donde participen seres humanos.

Francisco Kiko Barahona fue el compositor de esta familia de músicos. Tocaba la trompeta. En 1958 emigró a los Estados Unidos, donde tocó con las orquestas de Pérez Prado, René Touzet, Arsenio Rodríguez, Mariano Mercerón y Luis Arcaráz. Escribió los boleros “En la distancia”, “Volveré”, “Donde tu estás”, “Sueño de amor” y “Noche azul”. En la foto Kiko es el segundo a la izquierda, con la trompeta.

Siempre me ha llamado la atención cuando se anuncia la quiebra de   una poderosa multinacional, un organismo que reúne abundantes recursos financieros, materiales y humanos, mientras otras organizaciones más modestas son increíblemente longevas. Guardando las distancias entre unas y otras, cada cual tiene su relativa complejidad, acorde con sus dimensiones y recursos. Uno de los aspectos que más me impresionó de mi reciente investigación sobre las antiguas cantinas de Costa Rica fue la existencia de establecimientos que sobrepasan los cien años ininterrumpidos de servicio. Esa permanencia es reverencial ante un mundo de cambios continuos y acelerados.

En el año 2020 la orquesta de Lubín Barahona y sus Caballeros del Ritmo llegará a sus 80 años de existencia, sin interrupciones ni ausencias en el panorama musical de Costa Rica y el extranjero. En América Latina, en el plano estrictamente orquestal, es tan solo superada por dos orquestas: la Billo’s Caracas Boys de Venezuela, fundada en 1937, y la orquesta Aragón de Cuba, que vio la luz en 1939.  Solo este dato ya significa un galardón para la entidad como tal y también para el país. Hay que sopesar lo que conllevan ocho décadas de trabajo para sostener un grupo artístico de gran dimensión, donde no solo intervienen músicos, también participan sonidistas, utileros, técnicos, dirigentes, promotores y otros elementos afines.

La orquesta se fundó en 1940, en una finca situada en Grecia, propiedad del matrimonio formado por Isaac Barahona Suárez e Inés Gómez Zamora, padres de la dinastía  Barahona Gómez. La vocación musical de sus progenitores dio lugar a que Lubín, el mayor de los hijos, junto con sus hermanos, fundaran la agrupación musical.

En principio, el grupo amenizó fiestas y actividades privadas en los cantones de la provincia de Alajuela; hacia el año 1942 se trasladaron a San José, donde ampliaron su radio de acción. En la capital fijaron su centro de operaciones en el salón de baile El Bambú, situado en avenida Primera, entre calles Central y Primera, detrás de la librería Universal, donde hoy está la cantina La Embajada. Este lugar cerró en 1948, cuando la Revolución armada de ese año provocó una inestabilidad social en todo el país.

Como todo en la vida, la historia de las instituciones no se puede contar fielmente sin las personalidades, esos individuos que dejaron su huella en la fundación, desarrollo, consolidación y continuidad de esta agrupación. En primer término está el maestro Lubín Barahona, fundador, pianista y director de la orquesta, quien con su visión empresarial movilizó la entidad  hacia la capital, en busca de mejores horizontes. Con el apoyo de sus hermanos, diseñó el estilo musical del grupo, primero como seguidor del repertorio de las grandes bandas de los Estados Unidos, que se impusieron después de la Segunda Guerra Mundial; luego como orquesta de música popular bailable que recorrió todo el país. Además, fue pionero en las giras al exterior de un grupo nacional, cuando estas salidas eran verdaderas hazañas.

Convivio de músicos con el presidente José Figueres Ferrer. Esta inolvidable reunión se efectuó en casa de Róger Barahona, en barrio González Lahmann, posiblemente a mitad de los años cincuenta, después de que la orquesta apoyara a las fuerzas militares del gobierno de don Pepe, cuando se dio la invasión de enero de 1955

LAS VOCES

Los cantantes son otro puntal indispensable a la hora de hacer las cuentas históricas de la orquesta. En primer lugar Jorge Duarte, quien le imprimió a la agrupación un timbre vocal específico, que lo sostuvo por varias décadas y le llevó a grabar la mayor cantidad de melodías con la agrupación. Rosario Coto, la voz femenina de la orquesta, marcó una época con su voz romántica y su estilo personalísimo. Ronald Alfaro, Rafa Pérez, Carlos Jara Jr, Carlos Luis Vargas, Rony Soto Jr, Carlos Oconitrillo, Norma Argüello, Juan García, Johnny Dixon, Hernán Corao y muchos más conforman el cuerpo de intérpretes que han dado brillo a esta orquesta.

Jorge Duarte fue la voz masculina de la orquesta

Requiere especial mención el maestro venezolano Willy Gamboa, pianista, compositor y arreglista, quien por muchos años ha apoyado profesionalmente el trabajo de esta gloriosa agrupación musical. Willy Gamboa ha estado al frente de grandes orquestas y también ha actuado como pianista en buena parte de los países de América. Sus composiciones las han cantado y grabado estrellas de la talla de La Sonora Matancera, Benny Moré, Carlos Argentino, Vicentico Valdés, Papo Luca y La Sonora Ponceña, entre otros. También el maestro Otto Vargas grabó varios discos con la orquesta de Lubín Barahona, junto a otros músicos destacados como Frank Zapata, Cheko Dávila, Maité Hontelé, Freddy Rojas y Enzo Fernando.

César Concepción fue un compositor y director de orquesta puertorriqueño que tuvo una estrecha comunicación
con el maestro Lubín Barahona, a cuya orquesta le enviaba arreglos constantemente.

En el plano logístico, debe destacarse la labor de Rónald Barahona Paniagua, quien desde 1978 ha estado a cargo de las grabaciones y control de sonido de las presentaciones en vivo de la orquesta. Simultáneamente, su hermano Mario Barahona Paniagua ha desplegado una incansable labor como gerente de la orquesta y productor de espectáculos donde interviene la agrupación. Sin su labor tenaz, la orquesta no hubiese llegado a cumplir ocho décadas de existencia. Entre ambos han sostenido la actividad de los estudios de grabación MAR, espacio indispensable para mantener vigente el repertorio de la orquesta de Lubín Barahona.

La secuencia gráfica e histórica que se detalla en las páginas siguientes cuenta la actividad musical de la orquesta de Lubín Barahona y sus Caballeros del Ritmo, dentro y fuera del país, durante el período 1940 – 2020, ocho décadas de prestigio para Costa Rica y su música popular. Los hermanos Rónald y Mario Barahona Paniagua aportaron más de 500 fotografías de la orquesta, las que fueron sometidas a varios procesos de evaluación histórica, hasta seleccionar cerca de 140 imágenes que conforman este libro.

*Escritor y experto en música popular latinoamericana. El libro está listo para publicarse, pero todavía requiere de un patrocinio, por lo que un aporte a la historia de esta gloriosa agrupación sería de inmenso valor.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido