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Las dos caras de la prensa en Cinco esquinas

Las dictaduras suelen generar efectos inesperados. La corrupción, la violencia, la centralización y la acumulación del poder en pocas manos

Las dictaduras suelen generar efectos inesperados. La corrupción, la violencia, la centralización y la acumulación del poder en pocas manos, la degradación social, el miedo cotidiano, el toque de queda, las injusticias y la violación de los derechos fundamentales que ha convenido en defender la sociedad moderna, por lo menos en su dimensión formal, son algunos de los resultados esperados y frecuentes en este tipo de gobiernos de los que tanto puede decir la historia de América Latina.

Sin embargo, también la literatura, las novelas que exploran los efectos del poder en la vida de todos los días de las personas de carne y hueso, forma parte de los resultados inesperados de los mandatos de las satrapías, tiranías y poderes autoritarios que de cuando en cuando azotan los países con su ejercicio político desmedido y voraz.

En Mario Vargas Llosa esto no es tan extraño, su numerosa producción literaria muchísimas veces ha tratado este mismo tema, desde Odría en Conversación en la Catedral+, pasando por Trujillo en La fiesta del chivo+ o incluso el mismo Alberto Fujimori, que con su triunfo electoral de alguna forma envió al nobel de literatura 2010 a escribir El pez en el agua+, sus memorias acerca de aquella campaña en la que los peruanos prefirieron que los gobernara un descendiente de japoneses y no el autor de La tía Julia y el escribidor+.

Y no por casualidad menciono la novela de la tía Julia, ya que en ella aparece otra de las vertientes narrativas que ha seguido Mario Vargas Llosa, me refiero al melodrama, ese género tan consumido por los latinoamericanos y tan bien expuesto por él mismo en los divertidísimos radioteatros de Pedro Camacho, aquel extraordinario personaje secundario que escribía en un local escondido en el escándalo y la suciedad de las calles del centro de Lima.

En Cinco Esquinas+ todo esto vuelve, la dictadura de Fujimori y su siniestro Doctor (tal y como le dicen a los abogados), su mano derecha, ese que parece sacado de una novela de Vargas Llosa y que logró conseguirle la nacionalidad peruana al ingeniero Fujimori en media campaña electoral, ocultando hasta lo posible todo rastro de su única y exclusiva nacionalidad japonesa; reaparece el melodrama, los conflictos triangulares de parejas de la burguesía peruana, las relaciones eróticas entre dos señoras casadas, las orgías, el chisme, el moralismo de una sociedad conservadora e hipócrita que sirve de caldo de cultivo para el morbo de la prensa amarillista, para el chantaje político, para el uso que hace de la prensa y de los periodistas la mano sucia de la dictadura.

La novela comienza en la cama, donde dos señoras duermen juntas porque el toque de queda hizo que una de ellas no pudiera irse a su casa donde la esperaban su esposo y sus dos hijas. El toque de queda posibilitó el placer sexual en la cama de su mejor amiga.

Esa es una de las historias de la novela, otra es la del chantaje del que es víctima un poderoso ingeniero limeño, esposo de una de las señoras que se quedó en la cama con el toque de queda; este ingeniero fue fotografiado en medio de una orgía exhibiendo facultades que nadie sospechaba que tenía. El chantaje lo inicia el dueño de una revista amarillista, mordaz, destructiva y mediocre, quien, a partir del escándalo generado con las agresiones al honor del ingeniero, aparece muerto en un callejón de Cinco esquinas, que es un viejo barrio de la Lima colonial, que en las primeras décadas del siglo veinte fue lugar de encuentro para la bohemia, para los músicos y los poetas, y que vino a menos hasta degradarse al punto de llegar a ser guarida de traficantes, prostitutas y timberos.

En ese barrio vive “La Retaquita”, una muchacha regordeta, feúcha, una mujer del montón que trabaja como redactora en la revista amarillista que chantajeó al ingeniero, en Destapes+. Ella nunca estudió periodismo, pero tenía una vocación para el chisme y para la investigación que de inmediato detectó el dueño de Destapes+, quien a su vez trabajaba para el siniestro Doctor que movía todos los hilos del poder en el gobierno de Alberto Fujimori.

Vargas Llosa destaca como un rasgo propio de esta dictadura, el uso que se hizo de la prensa amarillista para destruir el honor de los enemigos políticos, que sirvió como medio para comprar a diputados de oposición, como instrumento para alejar a exitosos empresarios de los negocios que codiciaban quienes administraban las instituciones del Estado, quienes dominaban el Perú.

La prensa al servicio del poder, la prensa degradada al máximo en su capacidad crítica y en su calidad intelectual. Esa es una de sus caras en esta novela que estimula la curiosidad del lector tocándole el morbo, escondiéndole los datos esenciales con técnicas conocidas y trabajadas hasta la perfección por alguien que sabe contar historias como pocos,  aunque algunas de ellas no siempre sean tan relevantes y profundas como lo son los libros de su primera producción.

Los hilos narrativos de Cinco esquinas+ se van vinculando, entrelazando y alimentando entre sí, de tal manera que la tensión va en aumento y la novela camina con velocidad, se lee rápido, entretiene y hace reflexionar sobre la degradación social, sobre la superficialidad y la hipocresía de las clases altas peruanas que desean viajar a Miami para olvidarse por unos días de Lima, del miedo y de la pobreza; también hace reflexionar acerca del uso de la amenaza del terrorismo como fantasma para justificar los grandes atropellos autoritarios; y sin ninguna duda, hace reflexionar sobre el papel político de la prensa, sobre la relación de la prensa con el poder y sobre la ética que los periodistas están dispuestos a asumir o no con todas las consecuencias que este tipo de decisiones tiene para la vida social y democrática.

Si por un lado está esa prensa corrupta y estúpida que se alimenta del escándalo amarillista y que es servil a los mandatos de los poderosos, también está abierta la posibilidad para una prensa crítica, inteligente, que denuncia y expone la corrupción, las coacciones, los crímenes del poder, a pesar de que ello ponga en riesgo la vida de los mismos periodistas.

Esa reflexión, en Cinco esquinas+, corre de la mano de “La Retaquita”, esa muchacha del montón que con su libreta de apuntes y su grabadora escondida entre el sostén, enfrentó y expulsó al alto mando del gobierno peruano.

Vargas Llosa vuelve a su charco con esta historia, vuelve a escribir de dictaduras, recorre otra vez con soltura y precisión el mosaico de las clases sociales limeñas, describe calabozos y sodomías, humillaciones y orgías, lujuriosos tríos amorosos entre personas respetables y preocupadas por la apariencia; construye destacadísimos personajes secundarios como la misma Retaquita o como Juan Peineta, un exrecitador de poemas de Neruda que se ganaba la vida con este oficio en los mejores momentos de los bares de Cinco esquinas, que se vende por diez mil dólares al espectáculo de la televisión de comedias estúpidas donde unos payasos lo golpean cada vez que él va a decir “puedo escribir los versos más tristes…” o cosas por el estilo.

Posteriormente, es humillado y destruido hasta donde solo la crueldad social puede llevar a alguien, hasta dejarlo loco y usado como chivo expiatorio por la mano derecha de Fujimori. Lo que nos muestra una constante más en la literatura  de Vargas Llosa, el tratar así de mal  a ciertos personajes, recordemos que eso mismo o algo parecido le pasó a Pedro Camacho, el creador de radio teatros en La tía Julia y el escribidor+, también él terminó en un manicomio usando gorrita de tonto y zapatillas de adolescente después de haber construido estupendos melodramas.

La literatura todo lo puede y  borrar las fronteras entre ficción y realidad es una de sus tendencias actuales, en la que se entremezclan la novela con la historiografía y con algunos géneros del periodismo narrativo.

De pronto Fujimori y su siniestro Doctor pasan a la historia como personajes de los libros de Vargas Llosa, quien  reflexiona sobre las dos caras de la prensa en una novela fluida y perfectamente amarrada como lo es Cinco esquinas, que a su vez parece sacada de los radio teatros de Pedro Camacho.

*Máster en Literatura y habitual colaborador de nuestros suplementos literarios. 

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