Forja Sergio Ramírez Mercado

Comprometido y coherente

Es un placer sentarse a leer sus narraciones, en las que ha hecho lo nicaragüense universal, repasar sus ensayos enjundiosos y esclarecedores, un gusto disfrutar sus columnas en los periódicos, más aún es un verdadero lujo poder escucharlo personalmente dictar una conferencia, dar una clase de literatura, disertar sobre figuras literarias o contar alguna anécdota o chascarrillo.

Sergio Ramírez Mercado es un hombre de imponente estatura intelectual. Su honestidad, su coherencia están blindadas. Ama a su país, detesta la injusticia y esto lo resume en una expresión con la que describe su patria como un país de portentos y esperpentos.

Es el escritor vivo más importante de Centroamérica, de lo cual dan fe sus múltiples reconocimientos internacionales, el más alto el Cervantes en 2017.

Pero no solo por esta destacada obra de más de 55 volúmenes y su trabajo constante con la palabra en sus ensayos y columnas en los periódicos, sino porque ha dedicado grandes esfuerzos a lo largo de su vida para promover la literatura en la región.

Nació en Masatepe el 5 de agosto de 1942. Este lector de cómics de niño tomó luego la adicción por la lectura y los escritores franceses como Alejandro Dumas y Víctor Hugo, y de adolescente ya sabía que ese era su destino.

Desde muy joven se empeñó en la divulgación de la literatura, rescatar autores jóvenes, desconocidos y talentosos. Creó la revista Ventana apenas iniciando sus años universitarios en Nicaragua. Se sumó al movimiento estudiantil que protestaba contra la dictadura de Somoza.

Cuando llegó a vivir a Costa Rica en 1964 tenía apenas 22 años y recién se había graduado como abogado y se casó con la socióloga Gertrudis Guerrero (Tulita). Asumió la dirección de la revista El Repertorio Centroamericano (1965-1973). Ingresó a trabajar en el Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) que había sido creado en 1948 y cuyo secretario general era, por aquel entonces, el nicaragüense Carlos Tünermann.

Pronto se integró al mundo cultural costarricense y trabó amistad con figuras como Alberto Cañas, Samuel Rovinsky, Francisco Amighetti, Oscar Castillo, Fernando Durán Ayanegui.

Entonces, se abocó a la creación de la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA), que se fundó en 1968 bajo su dirección. Su interés por promover la literatura en el istmo venía del conocimiento de grandes talentos que eran desconocidos de un país a otro. Por eso, en 1973 aparece la muy memorable antología El cuento centroamericano, con el sello EDUCA.

Aunque ya había publicado un volumen de cuentos y sentía que ese género era su predilecto, en 1970 publica en Guatemala su primera novela Tiempo de fulgor.

En 1971 organizó junto a Cañas y Rovinsky el Primer Festival Cultural Centroamericano, siempre con ese espíritu de unir a los países del istmo en su producción literaria.

También ese año, es reconocido con el premio Latinoamericano Imagen, en Caracas, por su cuentario Tropeles y tropelías.

En sus narraciones empieza a construir un universo literario en el que retrata los personajes y la idiosincrasia nicaragüense y que será la esencia de su obra. Asimismo, publica su magnífico ensayo El pensamiento vivo de Sandino.

Pero junto con su trabajo intelectual y literario, Sergio Ramírez es un hombre marcado por la política. Fuerte crítico de la dictadura de los Somoza trabajó desde Costa Rica para apoyar su caída y en 1977 formó parte de una organización opositora llamada Grupo de los Doce, el cual se articula con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La insurrección se intensificó en los años siguientes hasta culminar con el triunfo revolucionario en julio de 1979. Sergio Ramírez forma parte de la Junta de Gobierno y cumple una función esencial en el proceso político de reconstrucción de Nicaragua.

Como intelectual y como abogado, Sergio Ramírez se convierte en una figura destacada del proceso sandinista, su país parecía estar culminando un sueño de libertad y prosperidad profundamente anhelado. Al fin había terminado la larga noche de la dictadura. Una gigantesca campaña de alfabetización en todo el país se levantó como la más bella bandera de la solidaridad que unía a todos los nicaragüenses. Pero el sabotaje de aquella felicidad vendría pronto. La cruenta guerra de los contrarrevolucionarios, financiados y respaldados por el gobierno de Estados Unidos, tiñeron de dolor aquella breve ilusión.

Tras las elecciones de 1984, Sergio Ramírez es elegido vicepresidente de Daniel Ortega, su labor fue tratar de mantener la coherencia y la cohesión de aquel gobierno revolucionario en medio de una guerra.

La cultura era un elemento esencial, como continuación de la campaña de alfabetización, por lo que, junto a figuras como el poeta Ernesto Cardenal en el Ministerio de Cultura, desarrolló un enorme proyecto cultural. Uno de los principales logros fue la creación en 1981 de la Editorial Nueva Nicaragua (ENN) cuya intensa labor produjo una gran cantidad de obra literaria.

Pese a sus múltiples ocupaciones políticas Sergio Ramírez nunca abandonó la creación literaria. En 1976 publicó los cuentos Charles Atlas también muere; en 1977, la novela ¿Te dio miedo la sangre? y ensayos como Las armas del futuro y Balcanes y Volcanes.

En 1988 aparece su novela Castigo Divino que más adelante sería reconocida con el premio Dashiel Hammett y que da a conocer su manejo sobre el género negro que luego será tan importante en su obra más reciente.

Tras la derrota de los sandinistas en las elecciones de 1990, asumió la jefatura de la bancada sandinista en la Asamblea Nacional y ahí empezó a tener diferencias con parte de la dirigencia del FSLN de quienes sentía que se habían apartado de los ideales originales del partido. Fundó el Movimiento Renovador Sandinista y participó en las elecciones de 1996 sin éxito lo que lo llevó a decidir abandonar la actividad política partidaria para dedicarse a la literatura.

En 1998 logró el Premio Alfaguara de Novela con Margarita, está linda la mar, lo cual lo consagró internacionalmente y es sin duda una de sus novelas mejor logradas hasta ese momento.

Al año siguiente publicó sus memorias políticas Adiós muchachos, un importante testimonio sobre su participación en el proceso revolucionario y un valioso análisis de ese momento histórico de la política nicaragüense.

Su vida como escritor lo ubica sin duda como una referencia en la literatura latinoamericana.

Obras como “Catalina y Catalina” (cuento), Sombras nada más (novela), Mil y una muertes (novela), El reino animal (cuentario) son algunas de las que aparecen en los años siguientes, mientras sostiene su compromiso personal de promover la literatura centroamericana. En 2011 y 2014 edita las antologías Puertos Abiertos y Un espejo roto, de cuentos y nuevos cuentos centroamericanos, respectivamente.

Impulsa la revista electrónica cultural centroamericana Carátula, que además tiene un concurso anual.

Pero una de sus actividades más importantes es el encuentro anual Centroamérica Cuenta, festival literario y cultural que fundó en 2012 y que se convirtió en la más destacada cita cultural del istmo.

Tongolele no sabía bailar es su más reciente novela que fue prohibida por la dictadura nicaragüense por la forma en que acusa las tropelías del gobierno mientras sus personajes se burlan de lo que ocurre. Esta novela forma parte de la trilogía del personaje Dolores Morales, junto a las anteriores El cielo llora por mí, Ya nadie llora por mí.

Obligado a exiliarse en España, alejado de su bosque de libros y de su amado país, Sergio Ramírez Mercado mantiene su integridad moral para señalarle, a la esperpéntica dictadura que controla Nicaragua y que lo quiere acusar de traición a la patria y violación de la soberanía nacional, mismos cargos por los que en 1978 Somoza lo condenó, que la literatura siempre sobrevive a los tiranos.

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