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Ák kük, el juego del cangrejo

En la cultura bribri, en el sur de Costa Rica, “Inuk Yuwi tä”, la jalada de la piedra, es una actividad fundamental que está en la esencia misma de esa cultura y que se remonta siglos atrás en su historia.

Una enorme piedra, necesaria para asentarla con diversos propósitos en un sitio, es trasladada desde un lugar donde se escoge a otro donde será empleada.

Un equipo de hombres la va cargando, conducidos por mujeres con “Dulin Kicha” (cuerda de bejuco) que le dan estabilidad y dirección.

La actividad es sumamente importante para la tradición cultural por lo que una serie de pasos y reglas se deben cumplir de manera estricta, por ejemplo, el “Ula Muk” que es poner las manos para tener el permiso. Luego la piedra se amarra, se la deja descansar un día y al otro día se jala.

Antes de iniciar el traslado, se realiza una danza ritual con música de tambores: el “Bulkök Sorbon” y el canto “Dulë tok”, para pedirle a Sibö, el dios principal, que todo salga bien.

Durante el traslado se deben hacer cuatro descansos y en cada uno se disfruta del “Blo”, bebida a base de maíz conocida también como chicha.

Esta actividad esencial en la cultura bribri está relacionada con el fundamento, la vida y lo posible, que solo se logran con la colectividad y el equilibrio.

Inuk Yuwi tä es el “juego del cangrejo”.

El paso del cangrejo

El cangrejo es un concepto depurado en su representación gráfica que atraviesa las culturas americanas preconquista desde sus orígenes.

Mediante un detallado estudio de piezas de esas culturas en los distintos territorios de Mesoamérica, Guillermo Vargas identificó una figura que se reitera y se estiliza o simplifica, pero que resulta una presencia dominante. “He hablado con otros investigadores en México para proponer una investigación transdisciplinaria”, dice Vargas.

Vargas es miembro de Proyecto Xulo, una asociación sin fines de lucro que reúne investigadores de varios países y disciplinas que en los últimos años ha profundizado en estudios de las culturas de América previas a la conquista europea.

Los bribris, en el sur de Costa Rica, son un pueblo que nunca fueron sometidos y se mantienen en sus tierras desde hace siglos, explica Vargas.

Han logrado preservar tradiciones de su centenaria cultura y, al estudiar una de ellas, explica Vargas, me llamó la atención una figura que es fundamental en sus representaciones, con distintos grados de estilización, pero de la que poco había conocido en los estudios arqueológicos y antropológicos: el cangrejo.

La piedra fundamental evoluciona como símbolo

Empecé a investigar la presencia del cangrejo incluso en otros grupos y culturas en la región mesoamericana, a partir de un rasgo común, muy presente en diversos objetos y representaciones: las bandas cruzadas. Este signo o símbolo tiene referencia al cangrejo y se encuentra desde figuras monumentales hasta glifos.

Las referencias al cangrejo están presentes en muchas expresiones distintas y con motivos distintos, pero su importancia en la situación o el personaje a que hacía referencia siempre era muy grande.

Como investigador de la iconografía arqueológica, Guillermo Vargas buscó representaciones que ampliaran el concepto del cangrejo; un trabajo intenso en cientos de piezas. Para Vargas, la reiteración de este elemento gráfico constituye una evidencia.

Sin embargo, los estudios sobre el cangrejo y su representación en las culturas preconquista mesoamericanas son más bien escasos.

Por otro lado, acerca de muchas expresiones en las piezas no se tiene claridad de cómo se lograron. Por ejemplo, se ha asociado los rostros de las grandes cabezas olmecas con rasgos africanos. Las cabezas colosales comparten características como el ceño fruncido, la nariz chata y ancha, mentón y labios abultados, su semblante cambia según la diferencia en ojos, boca y orejas.

Para Vargas, también, en ese caso, existe un patrón morfológico que se relaciona con el uso de la composición gráfica del cangrejo para dibujar otras figuras. Uno de los elementos que persisten en muchas expresiones y representaciones en las culturas mesoamericanas anteriores a la conquista son las bandas cruzadas.

Un código semántico

Los olmecas (1800 a. C.) son considerados “cultura madre” por su amplia influencia en las culturas mesoamericanas.

Ann Cyphers Tomic es doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), investigadora de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de esa universidad, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y una de las mayores especialistas en cultura olmeca.

“El surgimiento de la civilización olmeca en San Lorenzo no se basó en la agricultura del maíz”, ha explicado Cyphers, las primeras familias fundadoras tenían una economía de subsistencia en torno al cultivo de tubérculos, recursos naturales de las llanuras y de la costa.

Para Vargas, el cangrejo no solo estaba presente en la dieta de esos primeros grupos fundacionales, sino que la observación de sus cuerpos y caparazones pudo influir en las representaciones artísticas y simbólicas.

Las cabezas colosales olmecas son de piedras de basalto de más de 20 toneladas, trasladadas desde regiones a más de 100 kilómetros de distancia. Los métodos y ceremonias para el traslado de esas piedras tienen que constituir una referencia esencial en esa cultura y representa colectividad, equilibrio, armonía, capacidad de vencer los imposibles, integración, todos elementos vinculados a las representaciones de las formas de cangrejo de manera explícita, estilizada o simplificada aparece una y otra vez, según explica Guillermo Vargas.

El hallazgo de este vínculo semántico, que se desplaza a través de las expresiones y representaciones en las culturas mesoamericanas, pero que llega hasta nuestros días con toda la profundidad de su valor simbólico, abre paso a una investigación más profunda. “Queremos integrar a otros investigadores de otros países de la región y de varias disciplinas para desarrollar un aspecto cultural que nos parece muy revelador e importante”, concluye Vargas.

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