Forja

A   Australia

Una vastedad de tierra firme

abrazada por dos abisales masas de agua.

Son tres inmensidades:

un continente y dos océanos.

¿Sus nombres?

Índico, Pacífico y Australia.

Hay también algunos mares

con nombres de insólita belleza:

de Timor, de Arafura,

de Tasmania y del Coral.

Y algunos vecinos lejanos:

Indonesia, Micronesia,

Melanesia, Polinesia,

con un par neozelandés.

 

Pido permiso a los koalas

para llamar Austrálida a su Patria

(no solo los humanos tienen Patria)

para llamar Austrálida a su Australia,

arraigada de eucaliptos

—eurítmicos gigantes

en azules bosques ondulados—

y pétreas estructuras inmovibles,

rojos monumentos naturales

en desiertos antiquísimos,

peldaños de subida al infinito,

y alcanzar La Cruz del Sur

una noche de grillos con estrellas

aromada

por extrañas plantas eremitas

balanceadas

en el viento de la estepa.

Grandes vientos desolados

a lo largo de la tierra solitaria;

vientos que pulen los planetas

y afinan los sonidos de la altura.

 

¿Y por qué llamar Austrálida

a este continente recoleto

en nuestra esfera?

¡Oh!, solamente es un juego de cadencia,

una especie de caricia

al nombre Australia;

es convertir en un esdrújulo

un bello vocablo grave.

 

Siete millones

setecientos cuarenta mil

kilómetros cuadrados

son condecorados casi a la mitad

por el capricorniano paralelo.

Entonces

minerales, vegetales y animales

pueden elegir su domicilio

en los insólitos rincones australianos,

en la Austrálida

selvática, desértica y oceánica.

 

Habitan

didelfos y extraños monotremas

—transición entre mamíferos y pájaros—

que dejan a los sabios sin aliento.

Anidan

aves colosales que no vuelan…

pero en el cielo hay

una trama de curvadas líneas coloridas

que al atardecer

hacen del tupido follaje de los árboles

una sala de conciertos.

 

¿Por qué en esta parte de la Tierra

los Dioses se pusieron a jugar?

 

¿En lo alto Kookaburras?

¡Carcajadas en el aire!

¿Los Ibis de largo pico?

¡Deslizante vuelo blanco!

¿Cacatúas con airones?

¡Algazaras de alborozo!

 

¿Y las flores repentinas?

Flores de diseño inusitado

que se elevan y se extienden

por las tierras

rojas, amarillas y morenas.

 

¿Y en el fondo de los mares?

Hipocampos con siluetas y reflejos

tan graciosos

que siente quien los mira

haber nacido el día anterior.

Y el más grande y lujoso mausoleo

del planeta

levantado por minúsculos

obreros, arquitectos e ingenieros

bajo el agua.

 

¿Por qué en esta parte de la Tierra

los Dioses se pusieron a jugar?

 

Tal vez porque estuvieron

en el reino más remoto de este mundo,

el más secreto y más distante

de futuras

Asia, Europa, África y América.

 

(Para recrearse bellamente

es necesario el intelecto;

y el pensamiento brota

cuando el silencio llega

a los intersticios de las cosas.)

 

Entonces inventaron a la Austrálida,

a la Australia de los muchos aposentos

de colores, de calores y de fríos,

telúricos, recónditos, fantásticos…

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