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El que pega primero

Maurice Echeverría (1976) ha sido columnista en el diario guatemalteco El Periódico en las revistas ContraPoder y Contraluz

Maurice Echeverría (1976) ha sido columnista en el diario guatemalteco El Periódico en las revistas ContraPoder y Contraluz. Autor de novelas y cuentos, ha obtenido varios premios nacionales e internacionales. Es uno de los autores más destacados de su generación, la cual se sitúa por parte de la crítica en los escritores de postguerra centroamericana. A la vez, es la generación del paso de un siglo a otro, con un imaginario impactado por el desarrollo acelerador de las tecnologías de la comunicación.

Además, es un escritor cuidadoso, bien informado, estudioso, lo que le ha permitido desarrollar un estilo eficaz.

Se comunica y se mezcla con una generación con la que comparte una estética, una estrategia de supervivencia y un escepticismo que sustenta su cinismo y que, a la luz de la indiferencia rampante, parece haber devenido un gesto de esperanza.

En 2005 ganó el premio centroamericano Mario Monteforte Toledo por su novela Diccionario esotérico, obra entre macabra y desopilante. ¿Puede algo tan absurdo y brutal ser real? Esa es la pregunta que podría hacerse el lector a cada línea, pero, a la vez, y no sé por qué razón, parece que todo lo que se dice está inspirado en notas de prensa, en informaciones con que se lidia todos los días hasta acostumbrar la sensibilidad a la violencia más escandalosa.

Curtido en el lenguaje audiovisual, Echeverría tiene un  estilo certero y contemporáneo que le permite narrar con fluidez incluso en casos, como en esta novela, donde la densidad de la trama, a veces por sus referencias metatextuales y otras por su escenas crueles y acongojantes, puede ser asfixiante para el lector.

Diccionario esotérico es a ratos como meterse en una feria de pueblo de colorido chillante y ruido estridente, ebrio por los humores de una realidad fétida; la historia nos pasea por un ambiente delirante al paso de su protagonista, Daniel, decadente y perverso. El mundo en que se desenvuelve no lo es menos, los discursos de la moral no son más que una lucha de poder, de intentos de sojuzgamiento.

Daniel es uno de esos monstruos engendrados por el sueño de la razón. El psicópata que en su delirio de poder mediante la magia pasa por todos los excesos.

Ha abusado de todo aquel que le ha dado la oportunidad, mientras se justifica en su megalomanía: “Yo quise ser para ellos un ángel de revelaciones; quise tejer una nueva escritura, una nueva esperanza, un nuevo amor. No me dejaron. Puse en sus manos la musa del poder, y la rechazaron como a una ramera. Les ofrecí libertad, y prefirieron seguir alimentando el obeso olvido. Es indigno.”

Esta caricatura del tirano y retrato hiperrealista de algunos pasajes de la sociedad guatemalteca contemporánea, es un golpe directo al recurso evasivo e indiferente.

El tirano teme a aquellos que vendrán por él: “Eso, muchas personas. Al fondo: allí están. En la orilla: masa vociferante de gente, temible humanidad enojada, depósito de ira gregaria.” Así es su pesadilla del final.

Echeverría mira con amor y escribe con sarcasmo.

 

 

 

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