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El nacimiento de un narrador

Parapetado tras de un extraño seudónimo, Celso Romano, mismo que nos recuerda al polémico, por anticristiano, filósofo griego del siglo II

Plegaria para Gretchen,

Celso Romano

narraciones

BBB Producciones

2016

Parapetado tras de un extraño seudónimo, Celso Romano, mismo que nos recuerda al polémico, por anticristiano, filósofo griego del siglo II, se asoma Francisco Rodríguez Barrientos, prolífico autor de aforismos (el mayor de América, hasta donde sabemos), de varios tomos de ensayos y uno de poesía, como un nuevo y potente representante de la creciente y estupenda narrativa nacional.

Los relatos incluidos en este libro, según nos advierte el autor, son fragmentos retocados de novelas inéditas: Sara, La bella desconocida y Un paseo con Maritza, pertenecen a Los gatos violentos, primer volumen de la trilogía Malinconia. El relato que da título a la obra, Plegaria para Gretchen Schrader, es el capítulo 10, con breves modificaciones de Adiós al pasado, tercer volumen de la trilogía mencionada, cuyo título, en la novela es La estirpe de los Schrader Lema. Dos almas turbias es el capítulo 12 de Adiós al pasado; Chapín es su capítulo 16. Cartas Amarillas es el capítulo 2 de la misma novela (allí se llama Estelita). Finalmente el relato Memorias del tiempo de la guerra abarca varios capítulos de la novela inédita La sed de los días.

De entrada debo decir que me sorprendieron, no porque no esperara calidad en el trabajo del autor, pues de sobra sé que tiene solvencia escritural y una imaginación sustentada en una amplia cultura literaria y filosófica: humanista, sino por el dominio de los temas; de los personajes, su psicología y quehaceres; de la trama; de los espacios geográficos, culturales, históricos, socioeconómicos. En fin, una notable capacidad narrativa. Y una terrible nostalgia (cabanga) presente en casi todos, especialmente en ese desgarrador y amplio panóptico de la guerra civil del 48 y sus secuelas. Todo ello con un profuso, adecuado e inusitado manejo del lenguaje.

Ello me convence, de una vez lo planteo, de la necesidad de publicar sus novelas. Sin duda hay que hacerlo, de lo contrario estaríamos desperdiciando la obra de un escritor profundo y sustentable. Desde acá convoco a las editoriales del estado y universitarias, por qué no a alguna “independiente” o privada, para que ofrezcan su plataforma a este autor sancarleño invisibilizado por el canon y la industria editorial. No me cabe duda que su novelística será un parteaguas en la literatura centroamericana y de más allá.

Solamente voy a señalar algunos detalles que detecté y que podrían ayudar a mejorar el trabajo: comprendo que por el carácter de las novelas, el relato se resienta de algunas situaciones, estructuras o formas del discurso, por ejemplo: en la página 58 el primer párrafo termina con la frase: “Sobre esto se volverá más adelante”; o en la página 81 segundo párrafo: “(sobre esto ya se adelantó algo)”; o en la página 93, segundo párrafo “(ya se verá el motivo al final de este capítulo)”: típico formato del ensayo. Supongo que en la novela el narrador central entrevista a los personajes y por ello esas frases se justifican; no en los relatos.

Por otra parte, hay momentos en que la voz narrativa pasa de la primera persona a la tercera; es el caso de la página 62 párrafo largo en cursiva: “de usted depende”. En la página 137 hay un paso del tú al vos (antepenúltimo renglón). Por cierto, y puede que esto sea muy personal, me gustaría que algunos personajes utilizasen el voseo y no el tuteo, caso del taxista o del combatiente en Memorias del tiempo de la guerra. En esa misma narración me resulta un poco agresivo el uso del habla popular nica al estilo costumbrista (“Estoj, cinco añoj…”). Ello resulta, o podría resultar, un tanto ofensivo, dado que antes no se ha imitado el habla popular costarricense, sino que los personajes utilizan un lenguaje culto y neutro, muy bien utilizado y manejado; de tal modo que pudiera parecer un tanto xenófobo.

Igual en Chapín, extraordinario, intenso y conmovedor relato, por demás, en la página 181  hay un paso del tú al vos, que llama mucho la atención; también en la página 193. Ya propiamente en el relato que le da nombre al volumen, La Plegaria de Gretchen, hay una detallada y notable descripción del San Isidro de Coronado, sin embargo, cuando los personajes pasan al centro de San José, ambas descripciones se confunden un tanto, ello puede descolocar a un lector extranjero o poco avisado, o sencillamente hacerle creer que la avenida central, el parque central o el cine Rex, son componentes urbanos de San Isidro (p. 236). Esto a lo mejor sea una observación inocua majadera, no sé. Por cierto, en las páginas 234-235 se habla de un “bichón maltés”, pero luego de un “perrito”; no sé si el cambio obedece a cierto humor narrativo (que no logro ubicar aunque podría adivinarse), o si hay un error en la descripción del can.

En todo caso y para finalizar, lo repito, he disfrutado de la lectura de estos textos y me he convencido de que hay en ellos un verdadero y bien munido narrador; un nuevo protagonista, y de los notables, en la narrativa nacional y de más allá. ¡De alto vuelo!

 

Adriano Corrales Arias

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