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El canto dulce de los corazones sin etiqueta

Minor González transfiere a su poesía el don bohemio y lúdico que lo caracteriza como amigo y persona entrañable. Su último libro de poemas, Parodias y antiparodias

Parodias y antiparodias

Minor González

Poesía

Ediciones Perro Azul

2018

Minor González transfiere a su poesía el don bohemio y lúdico que lo caracteriza como amigo y persona entrañable. Su último libro de poemas, Parodias y antiparodias (Ediciones Perro Azul, 2018) es una buena muestra de esta forma de ser y escribir. El libro se construye sobre la premisa de que la crítica mezclada con humor es más rica y esencial que la palabra elevada y directa que caracteriza mucho del discurso poético tradicional.  Todo lo escrito es parodiable, parece decir el autor. Y a ello se aboca en este libro en el que aparecen relecturas poéticas de escritores como Neruda, García Lorca, Francisco de Quevedo, Oliverio Girondo, Sor Juana Inés de la Cruz, Alfonso Chase, Roque Dalton, para citar algunos. Minor descompone, por decirlo así, textos representativos de un conjunto de autores claves, para rehacerlos en clave de sátira y parodia.

Con respecto a sus libros anteriores, este introduce cierto lirismo que, mezclado con dosis oportunas de humor, le dan mayor riqueza a su propuesta. En “La continuidad de los parques”, título que le viene del conocido cuento de Cortázar, Minor viaja acompañado de un humeante rescoldo a otro, o más bien, levita, en un aire enrarecido de poesía y súbitas percepciones: “Vamos igual de despacio/ fijándonos en la muerte del celaje/ el gemir mustio de las hamacas.” Es esta una mezcla feliz de disonancia social y recreación poética de su mundo personal, lograda con eficacia y sostenido ritmo verbal.

El trabajo de Minor se inscribe en lo que algunos hemos llamado la generación del desencanto que agrupa a aquellos poetas que escriben en las décadas posteriores a los años 90, cuya estética rompe con la poesía social y política de los años anteriores, para proponer un lenguaje desafiante, sin referentes utópicos ni causas políticamente defendibles. Pero en sus textos, ese lirismo que esta generación desechó, por sentirlo trasnochado y decadente, vuelve a veces a tener vigencia, en forma de denuncia social. Así lo hace, por ejemplo, en el poema “Los indios”, en el que describe cómo “la mano que otrora almacenaba lluvias/ descifraba el universo/ y fecundaba con decoro el vientre de la tierra/ se alza ahora para mendigar. Este es a mi juicio una rica veta de su poesía que ofrece innumerables posibilidades de desarrollo en libros posteriores.

Otro aspecto a considerar en Parodias y antiparodias es su toma de posición frente a una serie de valores y mitos socialmente aceptados. En “Principio de legalidad” nos dice: “Te propongo un trato/ sin papel/ sin sellos/ sin lentes de contacto/ ni firmas justicieras…en la planicie fresca del momento/ bajo la ola del ímpetu/ y el canto dulce de los corazones sin etiqueta.” Este tipo de expresiones, que desafían finamente el tipo de sociedad en que vivimos, a la vez que afirman la particular visión de la vida del autor, son una constante del libro. Ahí también reside su fuerza y su valor frente a un medio social que naufraga en convencionalismos hipócritas.

Hay frescura en este libro. También hay humor, ternura, irreverencia. Condensa una trayectoria literaria caracterizada por el afán de no traicionarse, de no pretender ser lo que no se es, de defender lo que se piensa y se vive con vigor y constancia. Un recorrido que Minor ha hecho a lo largo de su vida, con terquedad, con obstinación y también con una perenne sonrisa de amistad en sus labios.

 

 

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