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De infancia, poesía

Con un sui géneris y llamativo título, además de una sobria edición, el poeta Cristopher Montero Corrales nos presenta su tercer libro, Canicas Galaxia.

Canicas galaxia

Cristopher Montero Corrales

Poesía

Editora Alción

2017

Argentina

Con un sui géneris y llamativo título, además de una sobria edición (portada blanca con un motivo de Kandinsky), el poeta Cristopher Montero Corrales nos presenta su tercer libro, Canicas Galaxia.

Con la infancia de trasfondo y el atormentado y atormentador discurso adulto céntrico, castrador, vigilante, jerárquico, violento (“Hay que obedecer a los mayores”), Montero Corrales nos ofrece 21 poemas divididos en tres partes. Con un rigor extraordinario, la forma poética está cimentada en el heptasílabo libre, pero también encontramos haikus y un prosema.

La lejana infancia regresa con un lenguaje depurado y apuntalado por recuerdos e imágenes certeras tomadas de la cotidianeidad pero transmutadas por la filigrana sensorial e intelectual del poeta. El poema revive en la memoria del lenguaje, toma vida y nos confronta. Por allí pasan otros personajes caros al poeta, tales como Walter Benjamin o Hugo Mujica.

Hay diálogo entonces: con sus hermanos, con el padre ausente, con la madre. Y consigo mismo: ese monólogo interior con el amigo “que siempre va conmigo”, como diría Antonio Machado. Y con otros poetas y pensadores. Maestros. Es decir, también hay crítica.

La poesía de Montero Corrales se esparce por la profundidad de un campo minado con signos y gestos que se objetivan y subjetivan en la dialéctica del oficio. El poeta sabe que la muerte habita el otro lado de las cosas y de la historia: camina con nosotros. La forma más lúcida de exorcizarla es saberla presente en la memoria consciente, en la reflexión constante. Por ello la labor tesonera con la palabra.

A pesar de su juventud este poeta promete mucho. Su apuesta es lúcida y densa, pero atravesada por la claridad de la ternura y la idea de una humanidad irredenta que se busca en el tamiz de lo perecedero. Su prolijidad y constancia anuncian nuevos frutos, los cuales, sin duda, nutrirán aun más el floreciente campo poético de una Costa Rica neocolonial y azotada por la insolencia del mercado total.

Realmente es un placer leerlo. Releerlo. Escucharlo. Leernos. Escucharnos.

¡Gracias, poeta!

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