Caminar sobre el agua
José Miguel Rodríguez
Poesía
Arlekín
2017
La madurez primeriza de su autor nos depara una obra cuidadosamente elaborada, de esas que el lector agradece y nuestra literatura celebra en medio de tanta ocurrencia bien intencionada.
Este es un libro denso, finamente escrito con un dominio del ejercicio poético de lector curtido y añoso viajero.
Hay profundidad en cada verso. Las palabras provocan en cada imagen, cada situación propuesta, cada voz.
En el prólogo se hace referencia a la metafísica; mucho de eso hay en esta indagación veterana, pero también, junto a la memoria la curiosidad del niño.
Lo místico, desde su título provocador, ausculta lo sagrado con escepticismo profano, pero profunda devoción. Este hombre camina por junto al mar desgranado interrogantes mientras las palabras se escapan a veces como olas, a veces como pájaros.
El asombro es lo que dispara y sustenta esta poesía. Cada uno de los poemas que conforman este volumen, de poco más de cien páginas, es una pieza labrada cuidadosamente.
La estética tiene la función de inquietar el espíritu, por eso aquí no hay una palabra, en epígrafe, una referencia, que no esté decididamente comprometida con esa función.
Lo trascendente, la vida y la muerte, lo eterno y lo efímero, provocan el movedizo paño de los versos. Dice el autor: “Me detengo a la orilla de la tarde/y miro los últimos rayos donde palpita la vida./ Sé muy bien que no siempre fue así/pues el miedo se refugia en el tiempo/ cuando es fácil morir una mañana oscura/ abrazando la intemporalidad y el sueño.”
Y más adelante: “Humildemente pido/ que me recuerden en el olvido.”
Estas son las palabras de alguien que tras mucho andar por el mundo, no parece haberse percatado de que hace rato camina sobre las aguas.