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A ver, ¿por qué no prohíbe entonces el fútbol en este país?

La corbata de osos rosa Mainor González Calvo Cuentos Ed. Círculo y Punto 2022

El andamiaje narrativo en la La corbata de osos rosa, de Minor González Calvo, nos traslada a contextos urbanos diversos, desde los barrios capitalinos periféricos, pasando por un Guanacaste desmitificado, hasta una corta estancia en la Nicaragua de Darío. Son narraciones hurañas de romance.

Ronda reiteradamente la dicha fugaz para pasar a la desdicha, generalmente acompañada por un lenguaje soez e irónico, el cual caracteriza a la mayoría de los personajes de los diversos relatos. Esa dicha fugaz está muy bien retratada en La culpa la tuvo Campbell, en donde los goles de la “Sele”, son el pretexto de un jolgorio cervecero que desemboca en tragedia.

El personaje principal es detenido y juzgado: “con tan mala suerte, señor juez, que nos metimos a la acera y levantamos a una güila que estaba esperando el bus en la parada. Chocamos contra una pared y nos quedamos ruleados”. El personaje es condenado a 30 años de prisión y vocifera una frase irónica ante el juez: “A ver, ¿por qué no prohíbe, entonces, el fútbol en este país?”.

Hay en las narraciones un constante desatino, un constante padecimiento existencial el cual desemboca, generalmente, en acontecimientos trágicos. Somos espectadores de una desacralización constante del orden social y cultural, un rompimiento de paradigmas del orden social “normal”.

Desfilan pequeños relatos, cuyos títulos son muy cercanos a la vida cotidiana, algunos de ellos: El reloj de bolsillo, El día que mataron al poeta Núñez,-recreado en Nicaragua-, La zapatería, La culpa la tuvo Campbell, La entrada, El vuelto, El carro de moxila, El entero de lotería, —recreado en Guanacaste—, para finalizar con unos pequeños relatos, diez en total, titulados La corbata de osos rosa.

En El Carro de moxila, (pequeño intertexto de “Godzilla”) es la burla hacia una fe rancia y descontextualizada en pleno siglo XXI, donde un representante de la alta jerarquía de la Iglesia Católica, ante la deserción de los fieles, imagina y crea, junto a un equipo de timadores, un carro “monstruoso”. Este es parte del desfile del carnaval de fin de año en San José, con tan mala suerte para el sacerdote que las tecnologías aplicadas para hacer creer que el carruaje era “divino”, fallaron. El carruaje se quemó y adentro el arzobispo murió asfixiado.

En El vuelto, el cual es recreado en Desamparados, el personaje principal es un mendigo que simula ser un paralítico, inspirado en una noticia sobre un tipo que en Nueva Orleans aparentaba tener problemas mentales y así conseguía mucho dinero. Ahora bien, ocurren una serie de acontecimientos donde la muerte de un policía es el detonante que lleva a la cárcel al mendigo, que en su relato de defensa le dice al abogado: “Pues fíjese que, por semejante estupidez, estoy aquí. Parece cualquier vara, pero las consecuencias de esa mierda me tienen preso desde hace tres años”. Así es, el motivo es El vuelto.

La Corbata de osos rosa en su serie de relatos nos evidencia y nos recrea, en su tejido textual que la sociedad capitalista es productora de paradigmas mercantiles, donde el valor de uso y valor de cambio producen personajes que viven “al filo de la navaja”, condicionados por su espacio físico y su entorno.

Así, la ruptura social, cultural y económica recreada sobre todo en los últimos relatos, desemboca irremediablemente en desencanto como modelo de Estado. He ahí que el yo narrativo nos propone ante la injusticia del sistema un personaje, que tenemos que leer finamente: el Vengador Justiciero. Él es el portavoz de una ira colectiva contra ese sistema que le ha arrebatado sus derechos laborales y sociales. Para Goldman “la ley es poderosa, la miseria es más poderosa todavía”.

 

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