País Entrevista exclusiva de UNIVERSIDAD a Joseph Stiglitz:

Joseph Stiglitz: “Una crisis fiscal es una mezcla entre inflexibilidad del gasto y una élite resistente a los impuestos”

“Grandes aumentos en la inequidad minan la confianza en el mapa democrático y político”.

“Ningún país ha salido de la crisis con austeridad”, sentenciaba hace cinco años el laureado economista Joseph Stiglitz ante las políticas aplicadas por Bruselas para enfrentar el desequilibrio en las finanzas europeas, que aún ensombrece a la región.

El profesor –que ha catalogado la austeridad como la receta para el suicidio económico en varios países– ahora repite la misma alerta a Costa Rica para evitar que siga el mismo camino. Ante un, cada vez más cercano, estallido de la crisis fiscal, Stiglitz repite que “la ruta no es cortar el gasto”.

En una entrevista telefónica exclusiva con UNIVERSIDAD, originalmente en inglés, el ganador del Premio Nobel de Economía en el 2011 encendió los reflectores a dos puntos de la discusión fiscal costarricense; la inflexibilidad del gasto y una élite resistente a los impuestos. Él considera que esos ejes son usualmente los responsables de las crisis fiscales en el globo.

En Costa Rica, el Banco Central espera que el déficit fiscal llegue al 8% del PIB para el 2019. La deuda, por otro lado, se disparó de un 25% del PIB en el 2008 a 49% en el 2017. Las proyecciones apuntan a que esa cifra alcanzaría el  65% del PIB en el 2022.

Para Stiglitz, las crisis fiscales son fenómenos cada vez más frecuentes en el globo, pero también reflejan con precisión los problemas políticos y económicos de los países.

¿Qué dice una crisis fiscal como la nuestra de nuestro sistema?

—Creo que la existencia de una crisis es usualmente una mezcla entre la falta de flexibilidad en el gasto y una élite que es muy resistente a los impuestos.

Si miramos a los Estados Unidos, tenemos un escenario distinto de déficit fiscal con un 3% de déficit como porcentaje del PIB y las posiciones políticas de Trump lo han agravado enormemente.

Ahora, en el caso de Costa Rica, lo que pienso es que hay algunas formas de ajustarse. Creo que cada país debería de tener un impuesto al carbono. Un impuesto al carbono sería muy consistente con la gran sensibilidad que tiene Costa Rica hacia el ambiente. Sería una forma de mover el país aún más lejos para ser una economía verde, una sociedad verde. Creo que habrá mayores ingresos allí.

Ustedes tienen un sistema muy fuerte de protección social que le permite a la gente aceptar reestructuraciones de empleo, de modo que algunos de los trabajos en el sector público pueden ser reducidos y la gente aceptaría empleos en otra parte, porque hay trabajos en otros sectores. Obviamente, cuando no hay trabajos en otros lugares, las personas usualmente se ven reacias a dejar sus empleos.

Mientras tanto, el profesor recuerda la fórmula keynesiana y subraya la importancia del gasto público en el país.

Muchos políticos creen en la presunción lógica de que un alto gasto causa deuda y, luego, para poder superar las crisis, debemos cortar el gasto. La realidad económica nos ha enseñado que, a veces, lo opuesto ocurre. Enfrentados a la posibilidad de que estalle la crisis fiscal, ¿qué podemos hacer para encontrar una solución y no acentuar el problema, en un contexto en el que tenemos serias restricciones?

Lo que indicaba anteriormente es que la ruta no es cortar en el gasto. Ustedes ya tienen una caída en infraestructura y limitaciones en educación, y realmente la forma de hacer crecer la economía es, más bien, aumentar este gasto público y la estrategia que sostendría es que se deben asegurar de que ustedes tengan un impuesto de carbono. No conozco los detalles de la estructura fiscal costarricense, pero en los Estados Unidos eso haría elevaría nuestros ingresos fiscales en trillones de dólares.

El problema es que deben crear un sistema fiscal justo, donde los impuestos sean aplicados a todos en forma justa y progresiva.

Las pistas sobre hacia dónde se debe dirigir esa inversión siguen apuntando al capital humano: la educación. El año pasado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recordaba al país que la educación en la primera infancia sigue siendo el sistema más subdesarrollado la educación costarricense. Hoy más de un tercio de los niños no accede al servicio de educación preescolar y la inversión pública en primera infancia es especialmente baja (0,4% del PIB), al considerar que los niños menores de 6 años representan el 10% de la población costarricense.

Eso es importante en un país donde se espera que la automatización afecte a casi la mitad de empleos, lo que requerirá personas formadas desde la primera infancia en habilidades blandas que les permitan adaptarse a un mercado de trabajo en constante evolución.

El año pasado usted escribió sobre la relación entre la desigualdad en un mercado de trabajo impactado por el desarrollo tecnológico frente al capital humano y su depreciación en el mercado de trabajo. Nuestro país invierte casi un 8% del PIB en educación. Sin embargo, eso no ha mejorado las cifras de desempleo en los últimos años. ¿Qué podemos hacer para que nuestro gasto en capital humano mueva la aguja del desempleo, estancada por casi una década?

—El enorme problema que muchos países, como usted menciona, están enfrentando y algo que, según observo, en Costa Rica enfrentan es mejorar la calidad del sistema educativo. Pasa en todos los lugares: Estados Unidos no tiene un buen sistema educativo, para nada. Los países que encuentren cómo mejorar la calidad de sus sistemas educativos lo harán mejor.

Antes hablábamos sobre el gasto. Uno de los puntos que puede mejorar esto es que debe haber un aumento en el gasto en la educación en las edades tempranas, en la educación preescolar, porque las capacidades son muy eficientes e importantes en esos tres o cuatro primeros años de vida. Ese es otro ejemplo sobre cómo se puede mejorar la educación.

Otro de los puntos importantes es tener universidades de alta calidad. Así usted va a tener  personas de alto talento y entrenadas, pero también que se queden en el país. No solo se debe buscar una oferta de personas talentosas, sino también una demanda de personas talentosas.

La factura de la desigualdad

La desigualdad es uno de los temas centrales en la obra del profesor Stiglitz. Su libro El Precio de la Desigualdad explora los efectos de la inequidad entre los ciudadanos; expone los privilegios de una élite de un 1% de la sociedad norteamericana que vive a expensas del 99% restante y concluye que un lado u otro del sistema termina por ceder y verse afectado: la política o la economía.

En Costa Rica unas primeras señas de ese fenómeno se observaron en el período electoral. Fueron las provincias costeras (que muestran menores niveles de desarrollo) las que apoyaron más a un candidato cuestionado por su discurso en contra de los derechos humanos, en un partido sin experiencia dentro del aparato ejecutivo del Estado.

Según apunta el economista costarricense Pablo Sauma, en la primera ronda, el Partido Restauración Nacional ganó en 19 de los 23 cantones con mayor incidencia de pobreza por necesidades básicas insatisfechas; el Partido Acción Ciudadana, en dos y el Partido Liberación Nacional, en dos.

Aunque en 2017 hubo una reciente mejora en la desigualdad, la brecha entre el ingreso que reciben los hogares más ricos y los más pobres ha aumentado. Entre 2002 y 2014 la desigualdad cayó en prácticamente todos los países de América Latina, excepto en dos: República Dominicana y Costa Rica.

La OCDE estima que para 2015 el 10% de los hogares más ricos tenía 32 veces más recursos que el 10% de los hogares más pobres: la distancia más grande entre los miembros de esa organización.

 ¿Estaría nuestra democracia en peligro si no detenemos la creciente desigualdad? Y si lo está, ¿en qué forma?

Creo que lo que hemos visto en las elecciones recientemente en el Oeste de Europa es que grandes aumentos en la inequidad minan la confianza en el mapa democrático y de mercado. Ya usted vio eso en las elecciones de Donald Trump con el hecho de que casi obtuvo la mitad de los votos. Igualmente, Le Pen, en Francia, casi obtuvo un tercio de los votos.

Yo advertí sobre eso en mi libro El Precio de la Desigualdad. Altos niveles de la desigualdad pueden hacer que la gente crea que el sistema está amañado y, en el caso de muchos países como los Estados Unidos, que la forma en que trabaja el sistema económico no está trabajando para todos los ciudadanos. Eso lleva al aumento.

Pero yo no creo que en Estados Unidos o Francia una mayoría de personas sean antidemocráticas, sino que una mayoría de personas querían causar un impacto enorme al establishment (las clases dominantes) y lo lograron. No creo que ellos supieran qué tan grande fue el efecto que estaban creando, pero el mayor objetivo de ellos no era crear un movimiento en contra de la democracia o, incluso, contra el mercado. Realmente era para para expresar su decepción sobre status quo”.

De hecho, en Costa Rica el descontento de los ciudadanos tampoco se tradujo en una actitud necesariamente antidemocrática. Contra todo pronóstico, en un Domingo de Resurrección, el abstencionismo disminuyó en la segunda ronda electoral hasta alcanzar un 33,55%, la cifra más baja vista en la historia de las segundas rondas.

Mientras tanto, una pista sobre cómo atacar la desigualdad puede estar en cómo el país aprovecha su relación con el resto de países y hace frente a la globalización. En el libro El Malestar de la Globalización, el economista extiende una dura crítica hacia las políticas implementadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y hacia la forma en que los gobiernos hacen frente a la globalización, que no suele otorgar ventajas a los grupos que realmente las necesitaban.

La globalización, para Stiglitz, puede traer graves daños o enormes beneficios, dependiendo de si el comercio internacional es justo, si se evitan prácticas de corrupción, si las organizaciones internacionales ven limitado su poder y si se alivian los pesos de la deuda en los países en vías de desarrollo.

¿Qué puede ganar o perder Costa Rica de este contexto de globalización?

Creo que la globalización es particularmente importante para los países pequeños, porque usted no puede ser autodependiente. Ustedes han dependido de las exportaciones, del café y del turismo, y de otros bienes y servicios. Así que la globalización no es una opción para ustedes.

El problema para Costa Rica y los países pequeños es cooperar y trabajar con otros países para asegurarse de que las reglas de la globalización sean justas. Trump se equivoca al decir que los mercados libres globales fueran injustos con los Estados Unidos. En realidad, los mercados trataron favorablemente a los Estados Unidos. Nosotros (Estados Unidos) rompimos las reglas. Él no entiende que el problema es que algunos fueron injustos –de cierto modo– con los trabajadores estadounidenses, pero también con los trabajadores en todo el resto del mundo laboral. La globalización estaba estructurada para favorecer a las grandes corporaciones en detrimento de los individuos comunes.

Así que, en primer lugar, Costa Rica debe trabajar con otros países para intentar la creación de una globalización justa. Lo segundo es que Costa Rica debe trabajar duro para que los beneficios de la globalización sean compartidos ampliamente y eso es un problema de verdad duro. Algunos países tuvieron éxito, como Suecia y los países escandinavos; los Estados Unidos no tuvieron éxito. Los países pequeños como Suecia y otros, globalmente, deben permanecer abiertos y, por eso, es que pongan tanto esfuerzo en asegurarse de que la globalización trabaje para ese propósito.


La visita de Stiglitz a Costa Rica

El profesor Stiglitz visitará Costa Rica esta semana, en el marco de la celebración del 75 aniversario de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica (UCR). Su visita se materializa gracias a las gestiones de varias instituciones como el Centro de Estudios y de Capacitación Cooperativa (Cenecoop) y otras organizaciones del movimiento cooperativo costarricense y de la UCR.

El economista ofrecerá dos conferencias el jueves 26 de abril. En la mañana de ese día, a las 8:30 am en el Hotel Wyndham Herradura, presentará la conferencia: “Las cooperativas y la economía social: claves para el equilibro económico”.

Según expresó el movimiento cooperativo, el objetivo de la visita de Stiglitz es destacar la importancia de las cooperativas y su funcionamiento en la economía social, aspectos que el sector considera claves para el desarrollo económico solidario en el país. Los últimos datos del Censo Cooperativo del 2012 estimaban que ese sector brindaba empleo a cerca de 21 mil personas en Costa Rica.

Más tarde, a las 6:30 pm, en el Teatro Nacional, Stiglitz dará la conferencia El futuro y retos del desarrollo económico en Costa Rica y la región.

Carlos Palma, decano de la Facultad de Ciencias Económicas, recordó que la visita de Stiglitz forma parte de las celebraciones universitarias por el 75 aniversario de la Facultad, fundada en mayo de 1943.

“Hoy en día Stiglitz es el exponente de la teoría e ideas de Rodrigo Facio”, dijo Palma, refiriéndose a los postulados de Stiglitz sobre el gasto social, la planificación económica y los problemas de distribución en el país.

Durante la ponencia en el Teatro Nacional, la Universidad de Costa Rica le entregará a Stiglitz su máximo reconocimiento: el título de Doctor Honoris Causa. El Gobierno de Costa Rica declaró de interés público su visita.



 

 

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