País ¿Qué estamos consumiendo?

Un 72% del chile dulce que se consume en el país incumple los límites de residuos de plaguicidas

Según el análisis del Servicio Fitosanitario, un 41,5% del culantro, un 63,6% del apio y un 75% del tiquisque no cumplen con estos límites máximos de residuos de plaguicidas.

Si usted piensa que prepararse una ensalada es comer sano, piénselo dos veces, ya que un 71,7% del chile dulce que se produce en el país no cumple con los límites máximos de residuos de plaguicidas, así como un 39,7 de la lechuga y un 42% de la zanahoria, de acuerdo con el Análisis de residuos de plaguicidas realizados a vegetales frescos, publicado en junio por el Servicio Fitosanitario del Estado (SFE).

Según este análisis, que examinó vegetales durante el 2020, un 41,5% del culantro, un 63,6% del apio y un 75% del tiquisque no cumplen con estos límites de residuos de plaguicidas.

El SFE realiza los muestreos en vegetales frescos para consumo local, de exportación y con intención de importación. Además, en el 2020 se coordinó un muestreo orientado en los vegetales frescos que forman parte de las dietas que se manejan en los Hospitales de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS); en los que se comercializan mediante el Consejo Nacional de la Producción-Programa de Abastecimiento Institucional (CNP-PAI) y el Centro Nacional de Abastecimiento y Distribución de Alimentos (Cenada).

Según comunicó el SFE, un 20% de los vegetales frescos de producción nacional no cumplieron los límites máximos de residuos, entre ellos el chile dulce, el culantro coyote y el de castilla, la lechuga, el apio, la zanahoria, el tomate, la papaya, la fresa, el pepino, el aguacate, la vainica, la papa, el ayote y el zuchini.

Los residuos con mayor problemática de detecciones fuera de la norma fueron el insecticida fipronil (detectado ampliamente en chile dulce), metamidofós, ometoato, clorpirifós, carbendazina, cipermetrina y azefato.

De hecho, a mediados de agosto la Defensoría de los Habitantes interpuso un recurso de amparo solicitando la prohibición del fipronil, el cual no está autorizado para cultivos en la Unión Europea por su alto grado de toxicidad en humanos, mamíferos y abejas, así como aves, peces y algas.

Derecho a alimentarse sanamente

Para Fernando Ramírez, investigador del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional (IRET-UNA) “uno tiene derecho a alimentarse sanamente, a comprar un alimento sin residuos, y un 40% es mucho, pues nosotros no deberíamos aceptar ni un 5%”.

También destacó que la información que da el informe es muy limitada, “como a cuentagotas”.

“Nunca dicen, por ejemplo, que un cultivo puede tener residuos de más de un plaguicida. No se dice si la lechuga tenía residuos de cuatro plaguicidas diferentes”, dijo Ramírez y añadió que en el IRET han realizado análisis en hortalizas en distintos puntos del país y presentan hasta cuatro tipos de residuos.

“¿Y qué pasa por debajo del límite?”, preguntó. “Un vegetal puede tener residuos de 10 plaguicidas que no alcanzan el límite. Además, muchos de los plaguicidas, aunque sea en límites bajos, pueden tener efectos crónicos. Se ha visto que muchos plaguicidas que causan disrupción endocrina la provocan a niveles bajísimos de exposición, casi que en valores que aquí se consideran trazas, pero son consumidos constantemente”.

Ramírez también subrayó que varios de los plaguicidas más usados en Costa Rica no se analizan en este informe, porque no existe una metodología elaborada para rastrearlos, por ejemplo, el mancozeb, el plaguicida más usado en el país; y el glifosato, el segundo más usado. “Muy posiblemente puede haber residuos de esos productos”, agregó el investigador.

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