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Tribunal dicta sentencia de 111 años contra expsicólogo de la CCSS y UCR por violación y abusos sexuales

El tribunal resolvió que Garita Arce actuó de manera metódica y planificada, aprovechando la vulnerabilidad de sus víctimas y utilizando intimidación para abusarlas.

El Tribunal Penal de Cartagó dictó esta tarde una demoledora sentencia de 111 años contra el expsicólogo de la CCSS y UCR, Carlos Garita, a quien encontró culpable de ocho delitos de violación y tres abusos sexuales contra tres de sus pacientes.

El tribunal encontró que los señalamientos de las tres mujeres, que acusaron a Garita de atacarlas mientras se encontraban internadas en el Hospital Psiquiátrico Roberto Chacón Paut son ciertos y por eso, lo condenaron a doce años de cárcel por cada delito de violación y a cinco más por cada delito de abuso sexual.

En total, se le sentenció a 111 años de cárcel, que según las reglas del concurso material, explicó la jueza Alejandra Rojas, se convierten en 36 años de prisión.

De manera adicional, el tribunal decidió que Garita no podrá acceder a ningún beneficio extracarcelario e impuso prisión preventiva durante el período de impugnaciones, por lo que el hombre pasó de la Sala de Juicio N11 de los Tribunales de Cartago al sistema penitenciario.

Tensión, colapso y justicia

La lectura del “por tanto” (parte dispositiva de una sentencia) arrancó este viernes a las 3:15 p.m. cuando Garita se apersonó, escoltado por sus abogados, a la Sala de Juicios en la que desde hace semanas se discute cómo el hombre abusó sexualmente de tres de sus pacientes en múltiples ocasiones.

Fue en esta sala donde las mujeres, acuerpadas por sus abogadas y por algunas activistas, narraron los ataques, manipulaciones y amenazas; y donde el expsicólogo relató su versión de los hechos, en la que fueron ellas quienes -a pesar de estar en condiciones que ameritaban su internamiento por temas de salud mental- quienes tomaron la iniciativa para tener encuentros sexuales con él.

Esta tarde el proceso concluyó con la lectura de la sentencia, en la que los tres jueces de manera unánime encontraron culpable al expsicólogo.

Antes de su entrada, las víctimas y sus acompañantes, uniformadas con camisetas donde se leía “Tu pelea es mi pelea, no a la agresión sexual”, se abrazaron y repartieron pañuelos de papel.

Justo antes de la entrada de Garita a la sala, era evidente la tensión en las manos apretadas y las bocas que pedían en silencio fuerza y justicia, quizá, a algún dios.

Una vez que el expsicólogo entró al recinto, comenzó la sesión y la jueza Alejandra Ramos explicó los extremos de la sentencia, según la cual el hombre pasará probablemente el resto de su vida en prisión y deberá pagar, de manera solidaria junto con la CCSS, ₡32 millones a las víctimas.

La juzgadora explicó que el caso era especialmente reprochable no sólo por la vulnerabilidad en que se encontraban las mujeres en el momento de los ataques, sino por el conocimiento que tenía el agresor en materia de salud mental.

Justamente eso fue parte de los motivos que consideraron los jueces para sentenciar a Garita a las penas más altas permitidas por ley. Según explicó Ramos, se determinó que los ataques se dieron aprovechando conscientemente el estado de vulnerabilidad y echando mano de la intimidación, al tiempo que fueron metódicos y planificados, lo que se consideró como agravante.

Mientras Ramos leía y explicaba el documento, entraron a al sala agentes de la Sección de Cárceles del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), pues a la salida de la sesión sería escoltado a su lugar de reclusión.

Al terminar la lectura y explicación Ramos preguntó a Garita si deseaba atender la sesión en que se leerá la sentencia completa el próximo viernes, pero el hombre, pálido y tembloroso, no pudo responder y su abogado informó que estaba “disvariando”. La jueza pidió entonces apoyo médico y concluyó la sesión.

Mientras Garita, escoltado siempre por agentes, era atendido por sus abogados y esperaba atención médica antes de ser trasladado al sistema penitenciario; afuera de la sala las víctimas se abrazaron y lloraron con alivio, pero también con evidente dolor y rabia.

«Hoy demostramos que aunque tarde tiempo, se puede lograr una condena ante la violencia sexual, sin importar si se tiene un diagnóstico de salud mental o no. Que los estereotipos de género se pueden derrotar en un tribunal penal de este país. Hay 3 mujeres lograron justicia por ellas y por todas las que no denunciaron», dijo Amanda Segura, representante de dos de las denunciantes.

“Gracias por siempre creernos, gracias por siempre creernos”, dijo una de las mujeres, mientras tendía sus brazos hacia un grupo de activistas feministas que las esperaba fuera de la sala.

 

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