Una escalada en las tensiones con Nicaragua y la apertura de embajadas en “países no tradicionales”, donde no hay una alta presencia de costarricenses o flujos comerciales significativos, marcan el cierre de la gestión del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Eso sí, la cartera liderada por el abogado Manuel González mantuvo la tónica y los lineamientos de las administraciones anteriores mediante una defensa del derecho internacional, la sostenibilidad ambiental, la paz, los derechos humanos y el desarme.
De esta manera, el país se suscribió a los acuerdos multilaterales de la agenda 2030 de desarrollo sostenible, que fijó 17 objetivos ambiciosos, entre los que destacan la erradicación de la pobreza y el hambre, garantizar niveles de consumo y producción sostenibles.
El Gobierno celebró que Costa Rica se convirtiera en el primer país en firmar un pacto nacional para implementar las políticas de la agenda, de los 195 que en 2015 asumieron el compromiso de cumplir con los objetivos, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El rol del país en la creación de acuerdos multilaterales es uno de los puntos más altos para la Cancillería, que apoyó la candidatura de Christiana Figueres para asumir el cargo de secretaria general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La propuesta se dio luego de que la costarricense liderara el acuerdo climático más importante de la historia, en la Cumbre del Clima (COP21), en París, en donde casi 200 países se pusieron de acuerdo para reducir sus emisiones de carbono. La meta es que el aumento de la temperatura media en el planeta quede, a final de siglo, por debajo de los dos grados respecto a los niveles preindustriales, e incluso intentar dejarlo en 1,5 grados.
“Yo creo que Costa Rica se ha desenvuelto bien en los organismos multilaterales. La política hacia América Latina, como por ejemplo, en la defensa hacia la democracia, ha sido una gestión adecuada, consecuente con las líneas centrales de nuestra política exterior”, comentó Eduardo Ulibarri, quien fue embajador ante la Organización de las Naciones Unidas en el gobierno de Laura Chinchilla.
El periodista destacó, como uno de los puntos más altos de la gestión de González, la adopción del Tratado para prohibir las armas nucleares, el pasado 7 de julio de 2017. En esa oportunidad la costarricense Elayne Whyte tuvo protagonismo en la redacción y el impulso de este tratado, al presidir la conferencia en donde se aprobó el convenio, en Nueva York.
Los 120 firmantes acordaron que nunca, “bajo ninguna circunstancia, desarrollar, producir, manufacturar, adquirir, poseer o almacenar armas nucleares u otros artefactos nucleares explosivos, asícomo usar armas nucleares o efectuar pruebas de armas atómicas”.
Whyte, quien es representante permanente ante las Naciones Unidas en Ginebra, fue premiada por la Asociación Control de Armas gracias a su liderazgo en el proceso.
Disputas con Nicaragua
El gobierno de Luis Guillermo Solís asumió la herencia de la gestión de Laura Chinchilla, quien demandó a Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por la instalación de un campamento militar en el extremo norte de Isla Calero y la construcción de tres caños artificiales.
La Corte falló en favor de Costa Rica, e inclusive en una demanda paralela, donde Nicaragua acusaba a nuestro país de contaminar el río San Juan en el proceso de construcción de la trocha fronteriza, la CIJ afirmó que no se pudieron demostrar daños ambientales.
El fallo de la CIJ, que otorgaba soberanía territorial en un territorio de 1,8 kilómetros fue visto como una victoria del derecho internacional y de la gestión de dos gobiernos. Tras otra invasión, el Gobierno presentó otra demanda contra Nicaragua ante la CIJ, que se fusionó con un reclamo para definir los límites marítimos.
Este lunes, Cancillería presentó la nueva cartografía tras las victorias diplomáticas, en donde se observa que el país ganó unos 36.000 kilómetros cuadrados de territorio marítimo (25.000 en el Pacífico y 11.000 en el Caribe).
Aunado a esto, Nicaragua le desembolsó a Costa Rica la suma de ₵217 millones, como pago por el daño de la invasión a Isla Calero.
Sin embargo, superados los escollos diplomáticos, las tensiones con Nicaragua aumentaron en los últimos días, tras el estallido de la crisis social, las protestas en las calles y la posterior respuesta militar del régimen de Daniel Ortega, que ha asesinado a unas 26 personas, según los últimos reportes de los medios de comunicación.
Ante esta situación, Costa Rica envió una carta a Nicaragua en donde mostró su preocupación por los hechos de violencia en ese país, hizo un llamado para solucionar el conflicto por las vías pacíficas y manifestó su oposición a la censura de medios de comunicación por parte de Ortega.
La misiva costarricense no cayó bien en Nicaragua, que posteriormente contestó que Costa Rica no debía meterse en asuntos internos de la política nicaragüense.
“Queremos que la relación sea armónica y haya cooperación transfronteriza. Hemos hecho el esfuerzo, no solo por una profunda convicción democrática, sino porque estamos hermanados por una presencia de un número significativo de nicaragüenses en el país. La relación generalmente no ha sido fluida, es natural que haya fricciones”, comentó el presidente Luis Guillermo Solís.
Para el exembajador de Costa Rica en Nicaragua, Javier Sancho, las relaciones con Nicaragua difícilmente mejorarán mientras Ortega se mantenga en el poder.
“Nuestra relación con Nicaragua es bastante difícil y distante. Nicaragua nos ve como un mal ejemplo, el régimen de Nicaragua. Somos un país que avanzamos, tenemos una democracia estable y somos ejemplo de derechos humanos y de las garantías individuales, eso para ellos es una molestia”.
Sancho opina que la gestión de Manuel González se dedicó a darle continuidad a las acciones del gobierno de Laura Chinchilla, como la modernización de los servicios consulares y la instalación de un nuevo local, pasando de tres ventanillas de atención a 11.
Diplomacia económica
Una de las cartas con las que Manuel González pretendía dar un vuelco a la diplomacia costarricense consistió en la apertura de embajadas en países no tradicionales, como un generador de nuevos negocios y relaciones comerciales.
González, de profunda vocación comercial, fue presidente de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) y ministro de Comercio Exterior.
Uno de los aspectos diferenciadores de la gestión diplomática, ha sido el componente comercial, que desembocó en la apertura de embajadas en países como Turquía, Azerbaiyán, Kenia, Emiratos Árabes Unidos, Australia e Indonesia, una cifra récord. La apertura de las sedes diplomáticas significó una inversión de unos $423 mil.
La estrategia del Gobierno es que los embajadores en cada país salgan de las oficinas y se reúnan con las cámaras de comercio, así como con las empresas que tienen potencial para establecer algún tipo de relación con Costa Rica.
De acuerdo con el canciller González, la embajada de Emiratos Árabes Unidos tiene siete meses y ya ha logrado diez convenios. “Nos dijeron que hemos conseguido en dos años lo que a otros les ha tomado diez”.
Consultados al respecto, tanto Eduardo Ulibarri como Javier Sancho tienen dudas sobre la apertura de algunas sedes.
“Es importante universalizar más la política exterior, pero yo no veo la estrategia detrás de eso. No entiendo la apertura de una embajada en Emiratos. Una en Kenia sí la entiendo, no tenemos embajada en África, hay programas de las Naciones Unidas allí. Pero tampoco le veo mucha razón de ser a la Embajada en Indonesia, no le veo mucha razón de ser. Hay cierta proyección internacional de Costa Rica en Asia, que sería mejor implementarla si el país se adhiere a la Alianza del Pacífico”, dijo Ulibarri.
Por su parte, Sancho es del criterio que se han descuidado relaciones con países más cercanos, como Belice y Brasil.
“Nos estamos alejando de Belice. Es una política poco ilusoria, no llevará a mayores beneficios para el país. Debemos reforzar relaciones con países como Brasil, donde tenemos cerrados los consulados en Río y São Paulo. Nuestra relación quedó muy fracturado con las actuaciones del presidente Solís con Michel Temer”, comentó Sancho, quien recordó aquel episodio del 20 de setiembre de 2016, en donde Luis Guillermo Solís, Mercedes Peñas y Manuel González, abandonaron el recinto de la Asamblea de las Naciones Unidas cuando el presidente de Brasil iniciaba su discurso.
Sin embargo, para González, quien mira la apertura de embajadas por el número de costarricenses que viven en ese país o como un tema de rendimiento en el corto plazo, se equivoca. “Hay que darle tiempo y apoyo decidido de los jerarcas, sino no camina”, comentó.
Crisis de migrantes
La crisis de los migrantes cubanos fue una de las que puso a correr más al Ministerio de Relaciones Exteriores y estalló en la cara del país cuando unos 700 migrantes cubanos se aglomeraron en la frontera con Nicaragua, tras el rechazo del presidente Ortega.
El peregrinaje de los cubanos, que iniciaba en Ecuador (país que no les pedía visa para entrar), con su posterior cierre en Nicaragua, generó un embudo en Costa Rica, en donde el país tuvo que improvisar albergues y dar alimentos a los migrantes, mientras buscaba salidas y cooperación de organismos internacionales y de países vecinos.
El país logró facilitar vuelos con destino a El Salvador para sacar a los cubanos del país. Posteriormente, a mediados de 2016, se enfrentó con una oleada masiva de haitianos que cruzaban Nicaragua de manera ilegal con ayuda de coyotes, con destino a Estados Unidos. En agosto de ese año se reportaron más de 4.500 migrantes haitianos varados en la frontera.
Tanto las autoridades de Migración, como salud y Relaciones Exteriores, debieron emplearse a fondo para evitar la propagación de enfermedades y conflictos en la zona.
ENTREVISTA
Manuel González
Victorias en la Corte Internacional de Justicia reafirmaron 36.000 kilómetros cuadrados de territorio marítimo.
“No se nos puede pedir una Cancillería de primer mundo”
¿Por qué se apuesta por abrir embajadas en países no tradicionales?
–Buscamos la generación de espacios nuevos geopolíticos, sin descuidar a nuestros socios tradicionales. Esto es parte de la diplomacia económica: hemos buscado convertir nuestros consulados en centros de promoción, turismo y comercio. Instamos a que los diplomáticos vayan a las cámaras de comercio. Esa es la llave que los embajadores tienen.
¿Cuál es el plazo para ver resultados en esas embajadas?
–Este es un árbol que tiene que madurar. Tienen que generarse esas sinergias porque tengo que dar cuentas. En tres de los seis casos tenemos reciprocidad. Lo hacemos con recursos de Cancillería, no de Procomer. Quien mira la apertura de embajadas por el número de costarricenses que viven en ese país o como un tema de rendimiento en el corto plazo, se equivoca.
¿Qué tanto limita el recurso presupuestario? ¿Cuánto más necesitaría?
–El presupuesto de este ministerio debería crecer el 25% cada año. Todos los aportes a Naciones Unidas y a otros organismos nos los cargan a nosotros (…) Nos mandan a la guerra sin casco, chaleco ni botas y damos buenos resultados. No se nos puede pedir una Cancillería de primer mundo con las condiciones actuales. Los diplomáticos están mal remunerados y tienen pocas herramientas. Esa idea de que las embajadas están llenas de botellas y personas nombradas por favores políticos, al menos en esta administración, desapareció. Es una utopía pedir más, lo sé. Los diputados se van a reír, pero que se rían cuando nos coma el lobo. El derecho internacional se ejerce a través de nuestros diplomáticos.
¿Qué destaca en estos cuatro años?
–La definición de la agenda 2030 de desarrollo sostenible, los acuerdos de París, la diplomacia económica, la creación de nuevos espacios geopolíticos, el liderazgo de Costa Rica en los organismos multilaterales, las cinco sentencias de la Corte a favor nuestro en las disputas con Nicaragua. En materia de derechos humanos, Costa Rica es más reconocida. Me voy con la conciencia tranquila.